Teresa Jiménez Becerril, LIBERTAD DIGITAL, 14/2/12
¿Es tan difícil entender que el mayor reconocimiento y el mejor homenaje que pueden hacernos es dejar de insistir en buscar soluciones para los presos?
He tenido la suerte de poder dirigirme a algunas personas de las que tendrán mucho que decir en la lucha contra ETA, y a todas les he dicho lo mismo: «Me preocupa la inquietud que existe entre las víctimas del terrorismo cuando se habla de gestionar este ansiado y peligroso fin de ETA». Debo decir que todos ellos me han asegurado que se respetarán los derechos de las víctimas y que será la ley la que dicte sus acciones futuras.
He oído muchas declaraciones sobre la valentía de las víctimas, sobre su sacrificio, sobre el ejemplo dado, sobre la falta de venganza, sobre que son lo mejor de nuestra sociedad etcétera. Todo ello es de agradecer y la memoria es bálsamo para nuestras heridas abiertas, pero que nadie olvide que la verdadera medicina que puede curar nuestro dolor es la Justicia. Y cuando hablo de Justicia, entiendo esa que nos acerca a la razón, a la moral y a ese bien que enseñamos a nuestros hijos desde que nacen. Y el final que la mayoría de las víctimas quiere escribir no es cuento de hadas, donde todos comen perdices, sino una cruda historia en la que quienes mataron sin piedad cumplan sus condenas sin más beneficio que el de poder llegar a redimirse cuando terminen de pagar su deuda con la sociedad a la que humillaron y maltrataron durante tantos años.
¿Es tan difícil entender que el mayor reconocimiento y el mejor homenaje que pueden hacernos es dejar de insistir en buscar soluciones para los presos? ¡Que sea ETA la que pida regalos mientras nosotros ignoramos sus ruegos por injustos y humillantes! No entremos en su juego o habremos perdido antes de empezar.
Mientras informes que vienen de Francia nos dicen que ETA mantiene su organización y sigue captando activistas, mientras nuestro ministro del Interior y quienes con él llevan las riendas de la lucha antiterrorista no bajan la guardia, cuando sabemos que ETA no reniega de su pasado ni pretende otro futuro que la Independencia del País vasco y la liberación de sus presos, bajo sus inaceptables condiciones, conociendo todo ese escenario a años luz de una rendición, ?Como podemos nosotros gobernantes, víctimas y actores sociales, hablar de un obligado y porque no, generoso fin de ETA. Comprendo la oportunidad política, entiendo lo de evitar el victimismo de la izquierda vasca, y la unión de las fuerzas democráticas, en una tierra donde tan preciada es la democracia y creo que hay que escuchar a quienes allí viven y gobiernan, pero desgraciadamente el terrorismo ha disparado al alma de los españoles y se ha llevado muchas vidas inocentes que nada sabían de una sociedad que ha tenido que convivir con un monstruo en casa. Creo que cualquier español tiene la última palabra sobre ETA, no solo quienes creen tenerla. Me rebelo cuando leo en algunos periódicos que hablan del punto final del terrorismo, frases como: «a ver como se resuelve el problema de los sectores más conservadores y de las asociaciones de víctimas». Afirmaciones como estas son de una bajeza total, al querer herrar a las víctimas con el hierro de la derecha extrema, lo cual es tan falso como injusto, pero así muchos se lavan sus conciencias y prefieren creer que gente humilde, sencilla, que de política sabe los justo, son ultraconservadores que sueñan con que Franco vuelva a nacer. ¡Mentira! La mayoría de las víctimas son sensatos centrados y sin más aspiraciones que la de que no le roben los derechos que merecen. Y me voy a quedar sin voz de tanto pedir lo que deberíamos tener garantizado: Justicia.
Teresa Jiménez Becerril, LIBERTAD DIGITAL, 14/2/12