Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 18/10/11
Algunos nos agarramos a un clavo ardiendo por si supone avanzar hacia la definitiva desaparición de ETA. Vale la pena soñar y dar por bueno cualquier intento de buena fe. No es el caso de la llamada Conferencia de Paz celebrada ayer tarde en San Sebastián, a juzgar por la declaración final de la misma. Su lenguaje es insoportable. Comparte con ETA y sus amigos tres aberraciones: equipara la violencia de ETA con la del Estado, iguala a víctimas y verdugos, y apuesta por un desenlace sin vencedores ni vencidos.
El comunicado, leído por el ex primer ministro irlandés, Bertie Ahem, es una colección de insultos a la inteligencia de los españoles. El más doloroso, porque es vejatorio para las víctimas, es la referencia al terrorismo etarra como “última confrontación armada en Europa” ¿De qué confrontación armada hablan? ¿Entre la pistola y la nuca? ¿Entre el Estado de Derecho y quienes pretenden reventarlo?
Queda claro el concepto que Kofi Annan, Gerry Adams, Brian Currin y compañía tienen de la Democracia española. Y queda claro el respeto que le merecen las 829 víctimas mortales de ETA que, ahora nos enteramos, sostenían una encarnizada confrontación armada con estos desalmados cachorros del nacionalismo vasco.
El comunicado es una colección de insultos a la inteligencia de los españoles. El más doloroso, porque es vejatorio para las víctimas, es la referencia al terrorismo etarra como “última confrontación armada en Europa”
La lógica de un comunicado que habla de “confrontación” le lleva a hablar también de “reconciliación”, como si los agravios hubieran sido de ida y vuelta, como si las dos partes hubieran luchado con las mismas armas. Así que este grupo de jubilados de la política internacional tiene la osadía de ofrecernos un método para poner fin a “una situación de violencia y conflicto”. Consiste en “superar el conflicto mediante el diálogo” ¿No les suena a ustedes esta terminología? Este punto concreto ni siquiera se molestan en camuflarlo.
Por desgracia se confirma que estos señores han venido a San Sebastián a internacionalizar las pretensiones de ETA y sus amigos políticos, como escribí en mi comentario de ayer. Empezando por la de volver a sentar al Gobierno de la Nación en una mesa negociadora. Con novedad en ese terreno. Aunque la instrumentación de las palabras sirve para disfrazar de “consulta a la ciudadanía” el clásico derecho de autodeterminación, es verdad que ya no se pide negociar sobre las causas sino sobre las consecuencias del “conflicto”, que es así como los etarras, sus amigos políticos y este puñado de turistas llaman al cataclismo moral causado por medio siglo de terrorismo.
Pretenden que los Gobiernos de España y Francia se presten a negociar paz por “consecuencias”. De nuevo las trampas del lenguaje, donde queda elíptico, pero suficientemente claro, que se trata de liberación de presos, legalización de Sortu, supresión de la doctrina Parot, derogación de la Ley de Partidos, etc. Una vez más, la rechazable sugerencia de que, más alto o más bajo, el Estado de Derecho debe pagar un precio político por la desaparición definitiva de ETA, justo cuando ya el Estado de Derecho no ha dejado a la banda terrorista en condiciones de exigir nada.
Aun así, me agarro al clavo ardiendo. Si todo esto sirve para que ETA anuncie su definitiva disolución, lo celebraré. Pero, insisto, sin precio político. Ni alto ni bajo. Ni de causas ni de efectos. A lo más, aplicación del constitucional principio de reinserción caso por caso, una vez consolidada la certeza de que, por fin, ETA ha salido de nuestras vidas. De momento, unidad, firmeza, paciencia y barajar. No queda otra.
Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 18/10/11