Alberto Ayala-El Correo
Las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos para que el socialista Pedro Sánchez repita en La Moncloa y España vuelva a tener un Gobierno progresista no están definitivamente rotas. Sin embargo, va a ser necesario que ambos hagan cesiones, muchas e importantes, para que al final haya fumata blanca. Ahora, en julio, o en septiembre. Da la impresión de que las izquierdas albergan un evidente instinto suicida, que no percibo en las derechas. Pese a los problemas para la formación de gobiernos en Madrid y Murcia.
La prueba más evidente de ello es el harakiri que las fuerzas progresistas se hicieron en puertas de los comicios en Madrid. La decisión de Carmena y Errejón de romper con Podemos, la respuesta de los morados decidiendo mantener su lista a la comunidad y la de IU de presentar plancha propia al Ayuntamiento terminaron por dejar en bandeja Madrid a las derechas.
En España, el resultado de las generales ha colocado al centroizquierda en óptimas condiciones para hacerse con el poder con el apoyo del regionalismo cántabro, el PNV e independentistas. Pero las desconfianzas entre socialistas y podemitas, las sugerencias tanto de Europa como de algunos poderes económicos en contra de ese entendimiento, y la ambición del PSOE de mejorar sus resultados en una nueva llamada a las urnas están a punto de hacer inviable esta fórmula de gobierno.
El primer problema es, como saben, la negativa de Pedro Sánchez a formalizar una coalición con los morados. En especial si el líder podemita quiere formar parte del gabinete. Cuestión de desconfianza. A dos y de terceros. El presidente en funciones tiene argumentos de sobra para ello vista la destructiva trayectoria de Iglesias. Como el líder de UP tiene perfecto derecho a reivindicar su querer ser ministro. Da la impresión de que Sánchez cree que con Iglesias todo sería más fácil. Permítanme no sólo que lo dude sino que opine lo contrario.
Personalmente preferiría compartir Consejo de Ministros con el político morado, porque tanto el éxito como el fracaso le vincularía mucho más, que tenerlo ‘desocupado’ fuera del gabinete. Aún no puede descartarse que ambas formaciones logren un acuerdo sobre el modelo de gobierno, por difícil que parezca. Porque UP renuncia a la coalición, lo que resulta altísimamente improbable. Porque Sánchez traga y la acepta. O porque lo hace una vez que Iglesias renuncia al Consejo de Ministros.
Pero aunque desaparezca este obstáculo, por ahora el obstáculo, tampoco resultará sencillo que ambas formaciones alcancen un acuerdo programático. Y es que Sánchez ha pasado de sustentar su retorno al liderazgo del PSOE en un discurso netamente de izquierdas, de la vieja socialdemocracia, a situarse en un progresismo de centro. Parece difícil que Podemos se conforme con eso. Que acepte no revertir los aspectos más lesivos de la reforma laboral de Rajoy. Que se conforme con garantizar las pensiones a los actuales perceptores, sin entrar en cambios en profundidad para hacerlo en el futuro. O que renuncie a intervenir en el mercado de la vivienda como acaba de hacer hasta París.
No. No va a ser fácil el acuerdo entre las izquierdas. Puede que ambas crean que tendrán otra oportunidad aunque se repitan las elecciones. Pero antes de renunciar a ceder y frustrar ahora el acuerdo harían bien en pensar si con ello no abonan su suicidio. Están a tiempo.