Santiago González, EL MUNDO, 26/10/12
En el mortecino crepúsculo de las libertades catalanas, y contra pronóstico, ha aparecido un lucero. Se llama Miguel García del Valle y es el presidente del Centre d’Esports L’Hospitalet,quejuegaenla2aDivisiónB de la Liga Española, dicho sea sin afán de señalar. Bueno, no, dicho sea con ánimo de señalar, pero sin recochineo. O puede que con un poquito, pero es que estas cosas le ponen la pluma cachonda a cualquiera.
Mas fue a ver al presidente del Gobierno el mes pasado y, según contó el anfitrión hace tres días en el Senado, el visitante re-
chazó su oferta de hablar sobre la financia- ción: «Me dijo que no y que eso traería consecuencias». No está bien dirigirse a un presidente con aire de perdonavidas. Tam- poco que un presidente aguante en su des- pacho a ningún visitante borde. Ni que conviva con el desplante un mes entero. Tengo ya contado que Aznar resolvió con mucha sencillez una inconveniencia no tan obvia de Ibarretxe: «Muy bien, pues ya he- mos terminado la conversación».
Artur Mas ha negado la versión de Rajoy, pero no ha opuesto ninguna otra; sólo una tópica descalificación. «Excusas de mal pa- gador», dice el mismo tipo que promete a los jubilados catalanes pensiones más altas que las españolas, mientras tenía a las far- macias de Cataluña en huelga porque no les pagaba las facturas de julio y agosto. Tiene pelotas, Carlota: qué alteridad la del hono- rable, qué impresionante uniformidad de la sociedad catalana en torno a su delirio.
Félix de Azúa describía la improbabili- dad de un balido disidente en el gran reba-
ño que apacienta y subvenciona Artur Mas entre el silencio generalizado de la mayo- ría, unas gentes «que parecen intelectuales checoeslovacos un mes antes de los tan- ques». Ésa es la causa de mi admiración por el presidente de L’Hospitalet. Impecable su acusación a Mas de «subirse al tren del independentismo para seguir gobernando»,
y rechazar «a quienes provocan una deriva nacionalista mezquina con el dinero de to- dos, una ruptura social en Cataluña, un en- frentamiento contra los que nos sentimos a la vez españoles y catalanes, una fractura que nunca había existido».
Él ha sido el único presidente de un club catalán –uno entre 12– que ha tenido arrestos para oponerse a Mas, cuando, no ya el Barça, ¡el Espanyol! quiere liberarse del yugo y reclama selecciones propias. Como los miembros de la RAE (Real Aca- demia Española) o jugadores de la Selec- ción Española de Fútbol que no saben/no contestan si quieren seguir siendo espa- ñoles o no. Ninguno de ellos se plantará y dejará su sillón en la RAE o su puesto en La Roja por algo parecido a la incompati- bilidad moral. No habrá nadie tan fiel a sus prejuicios como Javier Marías, que rechazó ayer el Premio Nacional de Na- rrativa. A los nacionalistas catalanes les cuadra el diagnóstico que Gabriel Moral Zabala realizó de los vascos hace ya mu- chos años: «No es que no quieran ser es- pañoles; lo que quieren es ser españoles de primera».
Los entusiastas seguidores de Mas no lo sospechan todavía, pero ya se les está po- niendo cara de preboticarios.
Santiago González, EL MUNDO, 26/10/12