EL PAÍS 10/03/14
· Las principales amenazas en España proceden de los llamados lobos solitarios
· Ceuta y Melilla son los mayores centros de captación del yihadismo
Diez años después de los terribles atentados del 11 de marzo en los trenes de Madrid, el riesgo de atentados islamistas en España es “alto”, según el último informe del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA), dependiente del Ministerio del Interior, realizado hace dos meses. Esto supone que el Gobierno tiene activado el nivel 2 de alerta ante el “riesgo probable de atentado”.
Ante la inactividad de ETA como consecuencia del “cese definitivo” de sus actividades en octubre de 2011, la lucha contra el terrorismo islamista es una de las prioridades del Gobierno después de la muerte de 191personas en la matanza del 11-M de 2004. Ese año, la policía y la Guardia Civil realizaron 131 detenciones, relacionadas en su mayor parte con este atentado. Desde el año 1995, las fuerzas de seguridad han arrestado en España a 472 presuntos islamistas, según fuentes del ministerio que dirige Jorge Fernández.
Las principales amenazas en el interior de España proceden de células locales autorradicalizadas o bien de lobos solitarios inspirados en la ideología de la yihad global de Al Qaeda, pero sin nexos directos con grupos terroristas. Otra preocupación la constituyen los islamistas que retornan a casa tras un periodo de instrucción en zonas de combate, así como las células alineadas con Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y los terroristas que han sido excarcelados.
En el exterior de España, el Gobierno no oculta que su mayor inquietud se sitúa en el Magreb-Sahel, donde operan yihadistas de AQMI y de AL-Morabitum, “excepto en Marruecos, donde se considera más probable la actuación de células terroristas autónomas”, según un informe en poder de EL PAÍS.
Después de la cadena de atentados registrados en Casablanca (Marruecos) en mayo de 2003 -uno de ellos en la Casa de España donde murieron 23 personas- la Guardia Civil elaboró informes en los que alertaba de un ataque en España, aun desconociendo que Al Qaeda tenía una implantación mucho mayor de la que se le suponía. Los servicios antiterroristas minusvaloraron el riesgo, y la masacre del 11-M los sorprendió, pese a que muchos de los autores de los bombazos estaban fichados por la policía.
Tras la carnicería causada por las mochilas explosivas en los trenes de Madrid, el Gobierno tomó plena consciencia del peligro yihadista y empezó a dotar de muchos más medios personales y materiales a las unidades dedicadas a luchar contra esta amenaza global, según admiten fuentes policiales.
¿Cuántos funcionarios hay en la actualidad dedicados en exclusiva a la prevención y persecución del terrorismo islamista? “No se pueden dar cifras, ya que la estructura de los servicios de Información de la policía y la Guardia Civil es secreta”, según fuentes del Ministerio del Interior. Estas se limitan a indicar que “el número de agentes especializados en terrorismo islamista en España ha aumentado en un 400%” desde que hubo los atentados del 11-S de 2001 en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, las mismas fuentes aseguran que han crecido exponencialmente los traductores de árabe que rastrean en Internet las comunicaciones y videos de organizaciones ligadas a Al Qaeda, así como el dinero de los fondos reservados destinado al pago de confidentes.
Analizando las operaciones contra islamistas en España, se aprecia que entre 1995 y 2000 solo hubo 26 arrestados. Tras la matanza de las Torres Gemelas de Nueva York el 11-S, en España hubo 48 detenciones durante los años 2001, 2002 y 2003, la mayoría como resultado de la Operación Dátil, en la que cayó Eddin Barakat Yarkas, alias Abu Dahdah, y la Operación Lago, que supuso la desarticulación de una célula del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate en Cataluña. En 2004, tras los ataques del 11-M, la policía puso a disposición judicial a 131 individuos, la mayoría de ellos supuestamente relacionados con esta matanza, aunque a otros 20 se les relacionó con el grupo Mártires por Marruecos, a los que Interior atribuyó un plan para volar la sede de la Audiencia Nacional en Madrid.
Entre las últimas operaciones contra el yihadismo destaca la detención en Ceuta, en junio de 2013, de una decena de islamistas que presuntamente trasladaban a Siria a yihadistas para su integración en diversas milicias conectadas a Al Qaeda.
Tres meses más tarde fue arrestado en Melilla el marroquí Mohamed el Bali, acusado de ser el supuesto coordinador de dos células radicales asentadas en Nador (Marruecos). Estos grupos estaban en contacto con otros correligionarios de Malí que enviaban a combatientes a las guerras del Sahel.
Más recientemente, el 5 de enero pasado fue detenido en Málaga el ceutí Abdelouahid Sadik Mohamed, de 29 años, acusado de participar en la guerra santa en Irak y ser supuesto integrante de la organización Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), vinculada a Al Qaeda.
Precisamente dos de las mayores preocupaciones del Ministerio de Interior son los excombatientes retornados a España y los llamados lobos solitarios, terroristas que actúan de forma aislada, que “han comenzado a dar importantísimos resultados”, según admite Al Qaeda en diversos documentos interceptados recientemente por los servicios antiterroristas españoles.
Los analistas policiales han detectado que el mayor número de islamistas se ha concentrado en el último decenio en Cataluña, Granada, Valencia, La Rioja y Madrid. Basta recordar que muchos de los implicados en el ataque múltiple del 11-M residían en el barrio madrileño de Lavapiés y se reunían en los cafetines y restaurantes de la calle del Amparo.
“Pero las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla han adquirido últimamente una importancia inusitada en el entorno yihadista”, según un reciente informe. “Los reclutadores han encontrado en ambas ciudades el elemento humano apropiado necesario para realizar su labor de captación” de potenciales terroristas, recalca.
Diversos estudios antiterroristas coinciden en el perfil de los yihadistas detenidos hasta ahora en España: son varones de entre 25 y 39 años, “aunque cada vez más jóvenes”; en su mayoría están casados y tienen hijos; el 80% son de nacionalidad marroquí, argelina y paquistaní y sólo un 5% son nacidos en España; su nivel educativo y ocupacional es muy diverso (desde albañiles a desocupados) y el 20% de ellos habían sido arrestados con anterioridad por delitos comunes como el tráfico de drogas.