ABC 03/01/16
· Hace un mes que el exjefe etarra quedó libre pese a estar procesado por lesa humanidad
Se cumple mañana un mes desde que el exdirigente de ETA Aitor Elizarán aterrizó en el aeropuerto de Barajas y quedó en libertad pese a que está procesado en España por crímenes contra la humanidad. Las Fuerzas de Seguridad, que le siguen buscando, sospechan que puede estar ya al cobijo de las estructuras de la banda encargadas de acoger a sus prófugos. Y no ocultan su preocupación. La eficacia policial permitió que aquellos duros entre los duros que en el debate interno se mostraban contrarios al cese definitivo del terrorismo –«Thierry», «Txeroki», Aitzol Iriondo, «Ata», Sorzábal…– fueran cayendo en sucesivas operaciones, lo que allanó el camino para que Sortu apostara por las «vías exclusivamente políticas». Ahora, uno de aquellos, Elizarán, vuelve a la clandestinidad.
Elizarán estuvo en la órbita de «Txeroki», el etarra que dinamitó la T-4 y con ello la tregua trampa tendida a Zapatero. Se opuso al cese definitivo del terror Los expertos temen que, si no se le detiene a tiempo, el prófugo pueda intentar ponerse al frente de lo que queda de ETA, ante el vacío de poder
Informes de la Policía Nacional, Ertzaintza y Guardia Civil acreditan que antes de su detención, en 2009, Elizarán fue uno de los jefes de ETA o, cuanto menos, hombre de confianza de los máximos cabecillas, con quienes compartió estrategia y pisos de seguridad. Hasta el punto de que gestionó la compra de misiles y acumuló de una vez más de una veintena de documentos de identidad para blindar sus desplazamientos por distintos países de Europa.
El pasado 27 de octubre el Juzgado Central de Instrucción Número 3 procesó a Elizarán por crímenes de lesa humanidad. No dictó orden de detención porque entonces se encontraba preso en Francia, aunque le impuso una fianza de cinco millones de euros y dejó abierta la posibilidad de su captura en cuanto cambiara su situación. De hecho, sí instó al arresto de «Josu Ternera», el único de los cinco procesados que estaba libre.
En el caso de Elizarán, el magistrado le imputa haber formado parte del «comité ejecutivo» de ETA desde mayo de 2008 al 19 de octubre de 2009, fecha en la que la Policía francesa frustró sus andanzas. En este periodo en el que Elizarán tuvo el dominio de mando de la banda, fueron perpetrados 35 atentados, con el resultado de cinco muertos y más de 40 heridos.
El silencio de la Fiscalía
El 3 de diciembre la juez francesa de enlace comunicó al fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, que al día siguiente el etarra quedaría en libertad y sería expulsado a España. Antes de lo previsto, porque había acumulado 13 años de prisión y una interpretación generosa de los beneficios debía haberlo situado en la calle no antes de diciembre de 2017. Desde la Fiscalía no se tomó ninguna medida. Tampoco desde el Juzgado cuando, advertido de que podría arribar antes del 15 de diciembre, Dignidad y Justicia se había apresurado horas antes a solicitar con carácter de urgencia una orden de detención.
Así que a últimas horas de la tarde del día 4 Elizarán aterrizó en Barajas. Como no había contra él ninguna requisitoria, se desplazó impunemente a San Sebastián. Al día siguiente recibió un «ongi etorri» que después, «txikito» en mano, difundió por las redes sociales. La Guardia Civil no fue informada de la llegada del etarra hasta el mismo día 5. Ese día, la asociación que preside Daniel Portero volvió a pedir con carácter de urgencia, en ese caso al Juzgado de Guardia, la detención de Elizarán ante el evidente riesgo de fuga. Orden que, ahora sí, se emitió. Pero ya era tarde. Desde entonces el exjefe de ETA se encuentra en paradero desconocido. Ello, pese a que pocos días después desde la Fiscalía se filtró que en caso de ser arrestado no solicitaría su ingreso en prisión. Incluso se llegó a poner en duda que el etarra se hubiera fugado.
El anuncio acerca de las intenciones de la Fiscalía, antes de que fuera arrestado y de la celebración de la vista en la que debería comunicarse al etarra el auto de procesamiento, causó indignación entre las víctimas, en concreto, los padres de los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvà. Y sorpresa en medios jurídicos que no entendían cómo se puede adelantar un posicionamiento sin saber si el terrorista se va a entregar, va a ser detenido y, en este caso, dónde. ¿Armado y oponiendo resistencia?; ¿con documentación falsa?; ¿reincorporado a ETA?… Además, Elizarán debe abonar una fianza de cinco millones de euros. La duda de si había habido un intento de pactar la entrega del etarra quedó en el ambiente.
¿Reflotar ETA?
Las Fuerzas de Seguridad llevan ya un mes buscando al prófugo, cuando podría haber sido detenido en las mismas escalinatas del avión que, con billete gratis, le trajo desde Francia. Una investigación complicada porque los agentes no tienen autorización para entrar en las viviendas sospechosas de haberle acogido, al menos en los primeros días. Ocurrió lo mismo con el prófugo Alberto Plazaola, que meses después fue detenido en Francia.
A medida que transcurren los días se afianza la hipótesis de que Elizarán pueda estar ya en manos de la estructura de ETA encargada de acoger a los prófugos, proporcionarles documentación falsa y facilitar su pase a la clandestinidad. Medios de la lucha antiterrorista consultados por ABC subrayan que Aitor Elizarán estaba en la órbita de Garikoitz Aspiazu, «Txeroki», el cabecilla que dinamitó la T-4 y con ello la tregua en torno al proceso de negociación con Zapatero.
En el debate interno que ETA celebró entre 2009-2010, ambos figuraban entre los cabecillas opuestos al cese definitivo del terrorismo. A los expertos les inquieta que Elizarán pueda intentar reflotar lo poco que queda de una banda a la deriva y sin dirigentes.