- Belarra criminaliza a quienes crean riqueza y dispensa a los que la malversan. Pero España no avanzará si desincentivamos la inversión y vestimos de pecado el éxito.
El pasado sábado, la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, atacó a Juan Roig, presidente de Mercadona, por aprovecharse de la crisis para «hacerse de oro» y «llenarse los bolsillos».
Más allá de la obviedad de que ningún negocio puede regalar sus productos, las declaraciones de la también secretaria general de Podemos son un ejemplo más de una preocupante filosofía que por desgracia resulta habitual en España: la que exige castigar el éxito. Ya sea por envidia o por un intrínseco espíritu picaresco, los españoles parecemos destinados a la mediocridad y a tildar de monstruos a aquellos que triunfan.
El capital es el enemigo y la prosperidad, un vicio.
Criminalizamos a quienes crean riqueza y dispensamos a los que la malversan. Lo hacemos con empresarios como Juan Roig, presidente de Mercadona e impulsor de un importantísimo polo de innovación, Marina de Empresas, al que ha destinado más de 100 millones de euros de su patrimonio personal. Y lo hacemos también con creadores de empleo como Amancio Ortega, víctima habitual de críticas parecidas.
«Si a Belarra le importase de verdad el futuro de la clase trabajadora, miraría a Estados Unidos, el ejemplo por excelencia de ascensor social»
Tanto Juan Roig como Amancio Ortega son ejemplo de empresarios que no sólo aportan a la sociedad a través de sus empresas y fundaciones, sino que también han construido exitosas marcas ‘made in Spain’ mundialmente conocidas.
Pero en lugar de cosechar alabanzas, ambos son constantemente señalados como «capitalistas despiadados», mientras que los socios de la ministra (que utilizaron el dinero de todos para sus agendas políticas particulares) pronto podrán pedir nuestro voto para intentar ocupar cargos públicos de nuevo.
Si a la ministra Belarra le importase de verdad el futuro de la clase trabajadora, miraría a Estados Unidos, el ejemplo por excelencia de ascensor social. Un país donde los empresarios no son dianas, sino referentes sociales.
En los últimos días, el nombre de Juan Roig ha aparecido en la prensa más veces que nunca. Pero pronto dejará de ocupar titulares.
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Sin embargo, su nombre, así como los de los que trabajan cada día para potenciar nuestro tejido productivo haciendo posible que nuestra economía funcione, sí debería ser escuchado más a menudo. Pero no porque le insulte una ministra del Gobierno. Sino porque se hable de su historia.
En España hace falta explicar más casos de éxito de sus empresarios. Estudiar más sus trayectorias, sus estrategias y (por qué no) sus cifras. Pero no para quejarse de los (seguramente merecidos) bonus cobrados. Sino para aplaudir los buenos resultados, los puestos de trabajo creados, las familias que comen cada día gracias a esos empleos, su contribución al PIB y sus impuestos diligentemente pagados.
Impuestos que sirven para pagar los servicios de todos y que hacen posible que muchos ministros sin preparación ni experiencia profesional cobren unos salarios que compiten con las mejores retribuciones de las principales consultoras. Ese sector que tanto le disgusta a la ministra Belarra y a sus compañeros, pero que es el mejor ascensor social de España.
Porque, sin duda, no hay receta más sencilla para crecer profesionalmente que la de echar horas trabajando.
Frente al capitalismo despiadado de Juan Roig y Mercadona, intervención pública de la gran distribución alimentaria para topar los precios de los alimentos básicos y que la gente pueda vivir mejor. pic.twitter.com/AAURsNtyTf
— Ione Belarra (@ionebelarra) January 21, 2023
Sin construir castillos en el aire cual don Quijote, atrevámonos a soñar y premiemos la ambición. Lo tenemos todo a favor.
1. Un clima que atrae talento e inversión y que nos brinda una enorme ventaja en el campo de las energías renovables.
2. Un sector turístico como pocos en el mundo.
3. Infraestructuras de primer nivel y unas ayudas de recuperación económica multimillonarias que recibiremos de la Unión Europea y que nos proporcionarán una oportunidad única para poner en marcha reformas estructurales que acelerarán la digitalización y la transición hacia una economía más sostenible.
Pero todo esto de poco nos servirá si desincentivamos la ambición emprendedora y vestimos de pecado el éxito. Podemos ofrecer ejemplos y facilidades para que la gente ascienda personal y profesionalmente. O podemos hundirnos todos.
No sé qué tiene previsto para 2030 la señora Belarra en su supuesta agenda.
Por lo que a mí respecta, sólo espero que haya más empresarios como Juan Roig y menos ministros de Podemos.
*** Cristina Apgar es directora de estrategia en Telam Partners. Anteriormente fue asesora en Ciudadanos y responsable de comunicación en la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España.