ANTONIO ELORZA, EL CORREO 04/02/13
· La forma de intervención de Monti ha provocado el regreso de dos fantasmas, la Liga Norte y el Caimán Berlusconi.
En el principio, estuvo el ‘porcellum’, ley electoral impuesta en 2005 por Berlusconi, una vez pergeñada por uno de los políticos más impresentables del panorama político italiano: Roberto Calderoli, perteneciente a la Liga Norte, grupo secesionista, antimeridional –con la denuncia del expolio, actitud habitual en las regiones ricas– y promotor de un intenso racismo. Calderoli es su paladín hasta el punto de afirmar que los inmigrantes de color vivían hasta hace poco en los árboles; por añadidura ejerce de islamófobo y homófobo. Fue este Calderoli quien diseñó una norma electoral con primas de mayoría tanto en la Cámara como en el Senado, pero allí sobre base nacional, y en el Senado, regional, de manera que un Gobierno ampliamente mayoritario en la Cámara puede ser minoritario en el Senado, siéndole imposible mantenerse. Así se creaba un terreno apto para las maniobras berlusconianas de compra de escaños o de obtención de mayoría sólida sobre una base electoral minoritaria. En las elecciones de 2006, al Caimán le falló esto último pero en 2008 pudo compensarlo erosionando la corta mayoría de Prodi en el Senado. Tan sucio era el invento que su propio creador lo bautizó como la ‘porcata’, la guarrada. El politólogo Sartori lo edulcoró sirviéndose del latín en la forma arriba citada.
De cara a las inminentes elecciones italianas, el ‘porcellum’ puede de nuevo convertirse en protagonista. Hasta ayer parecía difícil que el Partido Democrático (PD) no alcanzase la posición de minoría más votada, controlando así la Cámara, pero el juego de primas en el Senado cambiaba las cosas, ya que como ocurría con las ‘classis’ en la República romana, es en las cuatro regiones más importantes, las de mayor población, donde se juega la mayoría. Así en Lombardía, la minoría que llegue en cabeza obtiene 27 escaños y los 22 restantes se reparten entre los demás; en Campania (Nápoles), 16 y 13; en Véneto, 14 y 10, en Sicilia, 14 y 11. Consecuencia: el centro-izquierda podría vencer en todas las demás regiones y quedar en minoría si falla en Lombardía y Véneto. De ahí los esfuerzos de los partidos de centro, ahora con Monti a la cabeza, para desplazar al Partido Democrático de la mayoría senatorial. El prestigioso diario-líder milanés ‘Il Corriere della Sera’ juega a fondo esa carta.
Las aguas estaban tranquilas hasta que el presidente técnico Mario Monti entró a su modo en la carrera electoral, sin renunciar a su condición de senador vitalicio, con lo cual no figura como candidato. A su modo, y según comentó su hasta ahora aliado Pierluigi Bersani, del PD, con una notable ‘pasión política’. Sin duda, la maniobra de Monti, impulsada por el Partido Popular europeo, no habrá agradado mucho al valedor de su designación, el presidente Napolitano, quien hubiera preferido que se mantuviese ‘super partes’, con la mirada puesta en su relevo en la suprema magistratura, que llegará en mayo. Ahora los pequeños partidos de centro, la Democracia Cristiana residual de Casini y la Italia Futura de Fini, pueden pasar de un 6% u 8% a cerca de un 20%, erosionando la primacía del PD, que ve así (mal) recompensada su prestación de todo un año en apoyo de Monti por el interés nacional. Complica más las cosas la advertencia de Monti, dudosamente democrática, de que no participará en un Gobierno que no sea de su presidencia (jaque al PD). En cualquier caso, será Napolitano quien encargue al partido mayoritario la formación del Gobierno.
Lo peor es que la forma de la intervención de Monti ha provocado el regreso de dos fantasmas que parecían casi relegados al olvido. Uno de ellos, la Liga Norte, partido cuya presencia en el sistema político introduce solo contenidos reaccionarios; ahora pasa del aislamiento a una nueva alianza con Berlusconi. El otro, la resurrección del Caimán, entregado a aquello en que es maestro: un show histriónico permanente gracias a sus prestaciones televisivas, basado en un amplio repertorio de promesas infundadas, mentiras y ataques calumniosos con tal de subir en votos. Un supuesto enemigo suyo, Michele Santoro, le ha ofrecido el trampolín en su programa ‘Servicio público’. Todo en rápida reacción después del desconcierto provocado por el despliegue de conciencia y de usos democráticos en las primarias del PD, cuyo riesgo Bersani supo sortear brillantemente.
En tales circunstancias, el PD juega a mantener el respaldo conseguido, como si el ruido que le rodea no perturbase su propósito de seguir aplicando el equilibrio presupuestario con una dimensión de ‘equidad’ ausente en Monti. Bersani no es un gran comunicador, pero sabe transmitir confianza, contando con el asesoramiento de un grupo dirigente en la sombra, donde la figura dominante, aunque sin cargo alguno, a lo Deng Xiaoping, es el exprimer ministro Massimo d’Alema. El proyecto político, una vez superado el fondo de la crisis, socializando, por así decirlo, la agenda Monti, en línea con el discurso navideño del presidente Napolitano, consistiría en cortar de una vez con la inseguridad y con el riesgo populista mediante la conversión efectiva del nuevo Parlamento en una asamblea constituyente. Para ello la alianza con el centro resultaba imprescindible. Solo que si gracias al ‘porcellum’ la rivalidad se acentúa y si las cifras devuelven a Berlusconi su capacidad de juego, todo puede venirse abajo.
Después del éxito de las primarias, el proyecto democrático quedó sólidamente establecido y era el favorito para la victoria. También por la misma razón pasó a convertirse durante la campaña en el blanco permanente de sus dos principales adversarios, y no es seguro que para conservar posiciones baste con una imagen de serenidad. Ya en 2006 la ventaja del centro-izquierda con Prodi fue acortándose hasta el angustioso desenlace en la madrugada poselectoral. Ahora la sombra de la videocracia berlusconiana está ya ahí.
ANTONIO ELORZA, EL CORREO 04/02/13