Jan Böhmermann

HERMANN TERTSCH – ABC – 12/04/16

Hermann Tertsch
Hermann Tertsch

· La debilidad de Merkel ante Erdogán nos debería alarmar a todos, y no solo por Jan Böhmermann.

JanBöhmermann es un humorista alemán muy dedicado a la sátira y muy popular en la televisión. Es inteligente, es valiente y no es sectario. No es como esos humoristas políticos españoles que se ríen siempre de los mismos, de Aznar, del PP, de la derecha, de los judíos, de las víctimas del terrorismo, de la Iglesia y de la creencias de los españoles católicos.

No es un hostigador de doble vara de medir como los que en España, por la misma acción, ríen a uno la gracia y condenan a la muerte civil al otro, según su grado de «progresismo» en vena. No, Jan Böhmermann es un personaje osado, pero con honradez intelectual y dignidad, que usa la sátira acerada a diestro y siniestro, y contra todo bicho viviente. Ha tenido muchos líos con mucha gente muy distinta.

Pero ninguno como el de ahora. Dicen que se ha saltado los límites. Lo dice, entre otros, la canciller federal, Angela Merkel. Böhmermann tienen un problema serio. Y sin embargo muchos creen que el problema no es solo suyo. Y que no se debe a que la sátira sea cruel y excesiva, que lo es, sino a que Merkel ha entrado en una situación de muy peligrosa dependencia política de un autócrata extranjero. Que es precisamente el ofendido.

Todo comenzó cuando Böhmermann aprovechó la visita del presidente turco, Recep Tayyip Erdogán, a Alemania para darle un repaso de humor a este político islamista cada vez más megalómano, autoritario, iracundo y déspota. En su país ya nadie puede hacerlo, porque por menos que una broma sobre el presidente hay decenas de periodistas pudriéndose en las cárceles.

El humorista alemán celebró la llegada del presidente turco en un programa de la televisión pública con un poema con alusiones a un fornicador de cabras con un verso que decía «Erdogan ist voll und ganz / ein Präsident mit kleinem Schwanz». Que viene a significar en libre traducción «Erdogán es él, al fin y al cabo / un presidente de pequeño rabo».

Erdogán no ha tenido nunca sentido del humor. Ahora que se considera el nuevo sultán que la Providencia ha regalado al pueblo otomano y poco menos que gran califa del islam, tiene menos sentido del humor que nunca. Los autócratas no suelen reírse de sí mismos. Y hacen lo posible para que quienes se ríen de ellos dejen de hacerlo y para siempre. La reacción fue tremenda. Hubo manifestaciones de desagravio en Turquía. Y también en ciudades alemanas. La televisión ZDF borró las secuencias críticas.

El primer ministro turco, Davotoglui, habló con Merkel. Y ahí está el problema. Merkel, que antes denunciaba la violación de los derechos humanos en China, Rusia o donde fuera, no fue capaz de decirle al Gobierno turco que la libertad de expresión, muerta en Turquía, en Alemania goza de buena salud. Porque Merkel, asfixiada por la ola de refugiados –en gran parte provocada por ella misma–, indujo a la UE a un acuerdo con Turquía desde posiciones de debilidad por mucho dinero que se pague. Desde que existe ese acuerdo, Erdogán muestra quién tiene la sartén por el mango.

Tres veces ha convocado al embajador alemán en diez días por cosas alemanas que no le gustan. En toda Europa es escandalosa la cobardía a la hora de defender leyes, hábitos y costumbres propias que entran en conflicto con la inmigración musulmana, especialmente la libertad, especialmente la de expresión.

Se censura y se recortan libertades para no ofender siempre al mismo. La cultura occidental de la libertad está por esta actitud en permanente retroceso. En ofensa permanente tolerada a todos nosotros. Por eso la debilidad de Merkel ante Erdogán nos debería alarmar a todos, y no solo por Jan Böhmermann.

HERMANN TERTSCH – ABC – 12/04/16