Jo, Marga, tía, cómo te pones

Del Blog de Santiago González

Ayer hubo momentos en el Congreso. Uno era la ya esperada interpelación de Cayetana Álvarez de Toledo a Carmen Calvo de Cabra, o no sé si al revés. Admirable cuando la vice tachó la pregunta de CAT de ‘enciclopédica’. Supongo que para ella es la perfección en el arte del insulto. Para todo lo demás está la tele de Rosamari. La periodista Silvia Guerra lo contó así en 24h: “El reproche siguió con un cruce de acusaciones entra Cayetana Álvarez de Toledo y la vicepresidenta Carmen Calvo. Ambas se han acusado de mentir, de retorcer la verdad en un cruce de acusaciones que ha terminado con Carmen Calvo invitando a café a Cayetana Alvarez de Toledo, una invitación que ha podido resultar sorprendente y que la portavoz del PP no ha contestado”.

Era muy difícil que pudiera contestar, porque la invitación a café, el vacile de Calvo, fue la última intervención de la vicepresidenta. CAT no tenía opción de intervenir, ni para aceptar, ni para rechazar la invitación. Si la periodista Guerra se lo hubiera preguntado en los pasillos, habría obtenido una respuesta, la que la portavoz dio a ,los periodistas que se lo preguntaron el día siguiente:

“Los periodistas me han preguntado si iba a aceptar la invitación de la vicepresidenta primera. Yo quiero tomar ese café para hablar de la verdad, la libertad, la igualdad y la incompetencia, si se pudiera retransmitir en directo. Estoy segura de que la vicepresidenta está dispuesta a que eso sea así”.

Otro momento fue el de la diputada popular Margarita Prohens en un minuto y medio magistral contra Irene Ceaucescu de Iglesias y Galapagar. No se pierdan un segundo. Y vean detalle de Críspula Montero, mientras Cayetana, la crispadora, esboza una tenue y beatífica sonrisa, algo Gioconda.

Todo lo que ha dicho es mentira, dijo la de Galapagar y nadie lo sabía en España ni en Europa, mentira que ya había invalidado ella en sus confidencias a ETB. Bueno, El País lo había contado a cuatro columnas en su portada del 25 de febrero. Jo, tía, qué disparate. Qué megadisparate de tía, quiero decir: