José Luis López de Lacalle era un hombre de izquierdas, de aquella izquierda genuina y crítica con el nacionalismo; la que creó la reacción intelectual y civil contra ETA. El Movimiento Cívico en Euskadi nació en la izquierda y de la izquierda. Allí no se hablaba de valores cristianos ni de principios católicos, sino de valores ciudadanos y principios compartidos.
El viernes hizo diez años desde que asesinaron a José Luis López de Lacalle y ese aniversario cobra un significado muy especial en el momento que está hoy viviendo el País Vasco, cuando se está produciendo ese cambio político y social con el que se atrevió a soñar él en voz alta en sus artículos. No me parece ninguna excesiva licencia retórica ni moral afirmar que José Luis habría apoyado con el mayor entusiasmo este histórico relevo en el poder que han traído hace un año los socialistas de López apoyados por los populares de Basagoiti. No tengo la menor duda de que ese entusiasmo sería hoy su posicionamiento político ni creo que la tengan los que le conocieron. Porque José Luis era un idealista y un luchador, pero también alguien que había aprendido de su experiencia en el PCE y en CCOO el pragmatismo suficiente como para entender que la política es sobre todo pactos en los que ceden todas las partes. José Luis era la persona menos cerrada, menos anquilosada y menos fanática del mundo. Y de ello da duro testimonio aquel manojo de periódicos ensangrentado que, junto a su paraguas, mostraron las fotos terribles de su asesinato. Un hombre que leía media docena de periódicos diariamente no podía ser ninguna de esas tres cosas sino exactamente lo contrario. Cuando a uno alguien le dice ‘pero cómo lees ese periódico’ sencillamente porque lo considera de la competencia ideológica, me acuerdo siempre de José Luis y de esas hojas de papel que yacieron junto a él en el suelo de una calle de Andoain. Y me parece entonces que esa imagen tenía algo de premonitoria de la deriva que han seguido ciertos sectores de la prensa en esta última década. Sí, también ese décimo aniversario del asesinato de José Luis cobra un significado muy especial en estos días de sectarismo y debido a otro cambio que no es el vasco y que no tiene nada de bueno.
La manera de ser de José Luis fue una prueba irrefutable de que la firmeza en las convicciones no tiene por qué estar reñida con la tolerancia y también de que se puede ser de izquierdas sin ser sectario ni alérgico a la autocrítica, sin estar sordo ni ciego. Porque José Luis era innegablemente un hombre de izquierdas, de aquella izquierda genuina y por lo tanto crítica con el nacionalismo que fue la que creó la reacción intelectual y civil en el País Vasco contra ETA. Se puede intentar falsificar el pasado, pero lo que se llamó el Movimiento Cívico en Euskadi nació en la izquierda y de la izquierda. Allí no se hablaba de valores cristianos ni de principios católicos sino de valores ciudadanos y principios compartidos. Decir otra cosa es falsificar la Historia y traicionar a hombres como Agustín Ibarrola, Vidal de Nicolás, José Luis�, a héroes de aquel PCE que supo evolucionar a la democracia en pleno franquismo, lo cual tuvo más mérito, y que no tenía que ver nada con Paracuellos.
Iñaki Ezkerra, EL CORREO, 10/5/2010