Juan Carlos Girauta-ABC

  • Podemos no responde ni por asomo a ninguna expectativa de regeneración

Once informes once cometió Redondo. Si se trataba de hacerse el ruso, le convenía el nombre de Grigori más que el de Iván a nuestro Rasputín doméstico, que produjo y escondió sus once deposiciones vergonzantes, sus once campanadas, entre enero y marzo. Quizá iban a ser doce y le pasó como a Carmen Sevilla.

Hoy está probado que el Gobierno conocía los riesgos de la pandemia. Por principal amenaza para la seguridad nacional se tenía al Covid-19 el día 27 de enero, lo que no impidió a Simón mentir así el 29: «Creemos que en España, como mucho, no habrá más que algún caso diagnosticado». Mintió Simonilla. Mintió Sánchez. Mintió Calvo, salvo en la estremecedora literalidad de aquel «Nos va la vida», que ahora mismo, sabiendo lo que ella sabía, cobra oscuros tintes. Sadomasoquismo de alto riesgo.

Pero todo eso ya lo sabe Juan Español. No ignora que le han mentido meticulosamente. Ni siquiera necesita saber de los once informes, de su tenor y de sus fechas, para comprender que el Gobierno le vendió la peste con un lazo. Y que luego impostó temores o confianzas, ora quitando hierro, ora aterrorizando, según las conveniencias partidarias de esa conjura de los necios y de los malvados que es La Moncloa. Juan Español sabe, pero quiere que le mientan porque se siente bien viajando en grupo por la montaña rusa. Venga el sobrecogimiento, el canto en los balcones o la risa floja, lo importante es que sean unánimes. No estar solo, no quedarse a la intemperie, ¿verdad, Juan Español? En los tiempos raros siempre acuden oportunistas de la incertidumbre, mercaderes del miedo, trujamanes de la inseguridad para ofrecerte la enésima versión del marxismo para dummies. Algo simple que reconforte. A esa comodidad le llamamos izquierda.

Sabe igualmente Juan Español lo que pasa con Podemos. No llega a relacionar a la formación populista y neo (o post) marxista con Ernesto Laclau porque no sabe quién es, aunque algo entrevé del extemporáneo expansionismo narcobolivariano. No repara en que Sánchez los usa como dóberman para asustar al Ibex, pero una cosa sí consta a Juan Español: Podemos no responde ni por asomo a ninguna expectativa de regeneración. Nunca ha creído en controlar al poder (salvo que el poder lo ostente otro), ni en la transparencia, ni en perseguir la corrupción, ni en acabar con los privilegios de los políticos. Era todo una pátina con la que se cubrieron en Sol y que cayó entera. El verdadero rostro de Podemos lleva más de un año a la vista, y no es muy atractivo: endogamia, capillitas que reproducen los modos universitarios, privilegios sin cuento y sin vergüenza, aplicación sistemática del mecanismo premio-castigo con los propios, rasgos sectarios, denuncias falsas, uso y abuso del aforamiento, y la violación de las limitaciones salariales autoimpuestas. Una demagogia obscena en la que Juan Español no repara porque Juan Español, el pobre, no va muy allá.