Jugando con fuego

EDURNE URIARTE – ABC – 10/05/16

· ¿Cómo es posible que alguien tan machista, xenófobo e intolerante como Trump haya sido votado masivamente?

Si fuera estadounidense, optaría por el voto útil en las próximas elecciones presidenciales y votaría por Hillary Clinton, la casi segura candidata demócrata, a pesar de mi escaso entusiasmo por ella. Por responsabilidad democrática. Para evitar la llegada de Donald Trump a la presidencia. Afortunadamente, lo van a hacer unos cuantos votantes de derechas porque, según las encuestas en estos momentos, Clinton sería ampliamente derrotada por John Kasich, el recién retirado candidato republicano, pero ganaría a Ted Cruz y a Donald Trump. Y también es la actitud de importantes líderes republicanos, como los dos expresidentes Bush, John McCain, Paul Ryan o Mitt Romney, que no apoyarán a Trump.

Lo que demuestra que a veces los líderes actúan con más responsabilidad que las bases. O que es una soberana tontería eso de que el pueblo nunca se equivoca. Porque el pueblo acaba de elegir a un líder xenófobo, intolerante, machista, mentiroso, simpatizante de algunos autoritarismos y profundamente populista. Y, por supuesto, un ignorante en política, otro rasgo asociado a los populismos. Y lo ha hecho en contra de los consejos y peticiones de una buena parte de los líderes republicanos. Y tampoco ha andado lejos el pueblo del otro lado ideológico que ha situado al radical Bernie Sanders muy cerca de Hillary Clinton.

Lo mismo pasa en Europa. También aquí estamos jugando con fuego. Con el fuego de la antipolítica y del populismo. Y donde ellos eligen a Trump, otros eligen a Pablo Iglesias, o a Marine Le Pen, o a Beppe Grillo. En esto estoy totalmente de acuerdo con Felipe González: ambos populismos son exactamente iguales, el populismo de derechas y el populismo de izquierdas. Y nefastos para las democracias. Y los europeos tenemos el mismo problema que los estadounidenses.

¿Cómo es posible que alguien tan machista, xenófobo e intolerante como Trump haya sido votado masivamente por los estadounidenses en las primarias republicanas? Contestan algunos que por su capacidad para hablar claro, por su falta de miedo a la incorrección política, por su rotundidad en las políticas inmigratorias, por su proteccionismo en economía, por su aislacionismo en política exterior. Razones no completamente descaminadas pero que obvian lo principal, el auge del populismo y de uno de sus componentes esenciales, el antielitismo, ese nefasto antielitismo. Que funciona, es extraordinario, pero funciona, también cuando un millonario como Trump lo esgrime, cuando promete a los estadounidenses hacer una política «contra las élites de Washington», una política «para el pueblo».

Tenía razón Marta Lagos, la directora del Latinobarómetro, cuando afirmaba hace dos meses que no se trata de izquierda o derecha, que la gente va contra las élites. El problema de Lagos es que lo contaba como si fuera un avance democrático de la «gente» frente a las «élites». Que es lo que está haciendo una buena parte de las propias élites intelectuales, entender el antielitismo del populismo. Simpatizar con la antipolítica que es parte de ese antielitismo, como si tal cosa fuera una muestra de profundización democrática.

Por eso ha llegado tan lejos Pablo Iglesias con su discurso sobre la «casta», por eso el impresionante éxito de Beppe Grillo en Italia con sus barbaridades antidemocráticas sobre la clase política, que será expulsada por los ciudadanos ocupantes del Estado sin delegar en nadie. Por eso es una posibilidad tan inquietante como real que alguien como Donald Trump pueda llegar a ser presidente de los Estados Unidos.

EDURNE URIARTE – ABC – 10/05/16