EL MUNDO – 09/11/14
· Artur Mas ha conseguido llegar en pie al 9 de noviembre, la fecha marcada en rojo en su calendario desde hace casi un año, cuando los partidos soberanistas pactaron la hoja de ruta de la consulta.
Lo ha conseguido devaluando la votación –ya no es un referéndum, sino un «proceso participativo»–, forzando al máximo la ley y vigilado por Mariano Rajoy, con el que ha jugado una partida de póquer que aún no ha terminado. Pase lo que pase hoy, mañana será el primer día del resto de la vida política del presidente de la Generalitat.
Unos 5,4 millones de catalanes mayores de 16 años están llamados a responder hoy dos preguntas: «¿Quiere que Cataluña sea un Estado? En caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?».
El Govern ha dispuesto 1.317 puntos de votación, que se distribuyen en casi todos los municipios catalanes. El propio Mas confirmó anoche que, pese a que en los últimos días se había asegurado que «la ejecución» del 9-N quedaría en manos de voluntarios, la Generalitat se ocupará finalmente del recuento y el anuncio de los votos.
El presidente de la Generalitat necesita subrayar su «liderazgo» precisamente porque a partir de mañana emprenderá una lucha sin cuartel contra Oriol Junqueras, líder de ERC, por los votos independentistas. Por eso también hizo que se emitiera ayer, de forma imprevista, una entrevista en TV3 durante los informativos del mediodía y la noche.
Mas necesitó de estas ayudas de última hora para contrarrestar una información de El Periódico que revelaba que representantes del Govern, La Moncloa y el PSOE han mantenido contactos durante meses para «suavizar el choque institucional». La frase es del representante catalán en esas reuniones, el histórico militante de Unió Joan Rigol, que también preside el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, quien confirmó que sus interlocutores fueron el sociólogo Pedro Arriola y el socialista José Enrique Serrano, que fue jefe de Gabinete de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.
Rigol explicó que la iniciativa de mantener estas conversaciones fue suya, pero que «de vez en cuando» aportaba datos al presidente de la Generalitat. En cambio, no informó a los dos principales acompañantes de Mas en este proceso: Oriol Junqueras (ERC) y Joan Herrera (ICV).
Fuentes conocedoras de esas reuniones rebajan su importancia y apuntan a que el Gobierno sólo ha tenido un interlocutor serio con Mas en los últimos meses: el ex diputado y senador Jordi Vilajoana, que en la actualidad es secretario general de la Presidencia de la Generalitat. Pero esos contactos, que Vilajoana mantenía con Jorge Moragas, jefe de Gabinete de Rajoy, se interrumpieron cuando los partidos soberanistas catalanes pactaron la fecha y las preguntas del 9-N.
Sea como sea, la noticia ha sentado fatal en ERC, que recela permanentemente de los objetivos reales de Mas y de Convergència. En uno de los últimos actos de su campaña, Junqueras avisó ayer de que «considerar que las estructuras de Estado se consiguen a través de una negociación con el Estado español es un insulto a la razón y a nuestra dignidad», porque la independencia «no se negocia, se ejerce».
La unidad soberanista llega al día clave prácticamente disuelta. Hasta ayer, los partidos –sobre todo CiU y ERC– se conjuraron para dejar al margen las diferencias y dar apariencia de votación seria a la jornada. Hoy habrá urnas –aunque de cartón–, habrá colas, habrá centro de prensa internacional y habrá colegios electorales si la Fiscalía no lo impide. Pero a partir de mañana la política catalana emprende una nueva etapa, que seguramente desembocará en unas elecciones anticipadas en los próximos meses. Y Mas prepara con mimo cada detalle de la jornada de hoy, convencido de que le servirá para reinventarse y para salvar a su partido.
EL MUNDO – 09/11/14