JON JUARISTI-ABC

  • La izquierda evoluciona rápidamente hacia una comunidad de primates que nos llevará al paraíso

El socialismo es contrario a cualquier atisbo de excelencia individual. Para que nadie quede atrás, es preciso que nadie se adelante salvo el jefe. La izquierda evoluciona fatalmente hacia una comunidad posnacional de primates bailando al compás de ‘Zorra’ en torno a un Macho Alfalfa. Una vez alcanzado ese estadio, será posible emprender juntos la marcha hacia la verdadera excelencia, la colectiva. La individual es pura ilusión, pero al final todos seremos la leche.

La utopía socialista se acerca bastante a la visión de la resurrección de los muertos en Orígenes, que, como es sabido, se emasculó para acelerar la perfección. Le fue revelado, en efecto (aunque no es fácil averiguar por quién), que los cuerpos gloriosos de los justos resucitarían en forma esférica y con genitales de ambos sexos estratégicamente colocados para hacerlos autosuficientes. No se desplazarían sobre pinreles. Entrarían botando en la eternidad, enormes pelotones hermafroditas, y no dejarían de botar por los siglos de los siglos amén.

Don Antonio Machado fue un poeta excelente, pero una castaña pilonga como pensador social. Conmovedoramente estalinista, opinaba que la igualdad exigiría un retroceso de la educación pública hasta conseguir llevar la civilización de vuelta al comunismo primitivo del que hablara Marx, pero que esa aparente reculada planetaria iría pronto seguida de un progreso inimaginable.

La derecha de su época, la tradicionalista sobre todo, era menos proclive al optimismo. Creía, como Joseph de Maistre, que los pueblos que recayeran en el salvajismo no harían en adelante sino degenerar aún más, a no ser que los pueblos todavía civilizados los devolvieran al buen camino con ayuda de cañoneras y misioneros. Supongo que lo ideal habría sido encontrar un término medio entre Machado y De Maistre. De momento, nos ha salido Kafka.

En España, la derecha y la izquierda parecían haber llegado a una situación más o menos razonable durante la Transición, pero era evidente que no podía durar mucho, pues ya los socialistas de entonces adoraban también al Machado pensador social.

Es verdad que, aunque lo confundieran a menudo con Miguel Hernández, sabían que no había nacido en Soria, pero esos residuos de erudición desaparecieron en un par de generaciones gracias a la Logse. Cuando Sánchez hizo su entrada triunfal en la Historia cantando la Internacional en compañía de un ochote de australopitecos, me olí que, más temprano que tarde, se abordaría la metamorfosis de la nueva elite del partido en cuerpos esféricos. Han estado a punto de conseguirlo en el caso de Koldo García, gran referente moral de Sánchez hasta hace una temporada liguera. Fue una desgracia que K., arquetipo del nuevo socialismo, se transformara en un escarabajo pelotillero. Como ‘la Señora’ (pepita de Mallorca), pero en tío.