JON JUARISTI-ABC

  • Rusia es el futuro omnipresente que nos espera a la vuelta de la esquina y que probablemente nos merecemos

Se ha levantado en Rusia la veda del kazajo, animal de dos patas, de religión preferentemente musulmana y que, según el famoso ex primer ministro Medvédev, suele ser criado y amaestrado en granjas ucranianas. La muestra al público de los cuatro primeros ejemplares capturados quedó un poco deslucida por el estado de los mismos. A uno, por ejemplo, le faltaba una oreja recién amputada a filo mellado de cuchillo cachicuerno, y el resto presentaba como mínimo edemas subpalpebrales, salvo uno, parapléjico, al que se había sentado a una silla y amarrado al respaldo. Parece, seguía diciendo el ex primer ministro Medvédev, o el Belóusov, o el Lábrov, o cualquiera de los chorizos o sicarios del gobierno ruso, que los cuatro kazajos ya habían cantado lo que se esperaba de ellos, o sea, que habían sido los autores materiales de la matanza del Crocus City Hall, el viernes 22, pero no todo lo que debían cantar. Les faltaba señalar a los autores intelectuales, ucranianos, por supuesto, porque es sabido que los kazajos no son capaces de montar estos circos si no cuentan con un equipo de domadores eslavos y nazis a sueldo, claro, de los Estados Unidos.

Aparecía también, en los noticiarios de factura orwelliana y en calidad de contrapunto piadoso, el propio Putin encendiendo una velita –seguro que al diablo de Bulgákov– en cualquiera de las iglesias ortopédicas del Kremlin, pongamos que en la de San Basilio. Todo a tono muy litúrgico con las fechas que vive la Cristiandad en general y la rusa en particular: la velita pascual de Putin, los cuatro ecce homines kazajos presentados al pueblo en sendos tiktoks antes de su crucifixión definitiva y, sobre todo, el cuchillo mellado con el que se realizó la amputación de la oreja y que se ha puesto a subasta en las redes sociales como si fuera la túnica sagrada o la lanza de Longinos.

Rusia, queridos niños. Este es el futuro omnipresente que nos espera a la vuelta de la esquina y que probablemente merecemos. ¿Un país de nazis? No. Algo peor: el país que inventó el modelo totalitario y genocida que siguieron después los nazis o los jémeres rojos en Camboya. No lo digo yo: lo pronosticó en su día un ruso, el príncipe Trubetzkoi, un lingüista hegeliano de cuyo ideal imperialista –el euroasianismo– se ha apropiado Putin: los alemanes, afirmaba Trubetzkoi en 1920, llevarían a la perfección el bolchevismo ruso y solucionarían de una vez por todas el tan molesto problema judío.

Qué lejanos parecen aquellos días prepandémicos de noviembre de 2017, cuando un tal Mayoral, diputado de Podemos, acusaba de intoxicación a una investigadora del Real Instituto Elcano por denunciar esta la guerra de información que Rusia estaba llevando a cabo contra la Unión Europea. ¿Dónde parará hoy aquel bergante, ante el anuncio ruso del exterminio nuclear de los ucranianos y de los que intenten defenderlos?