La agonía del terror

Ha llovido mucho, desde la ETA de hace cincuenta años, que luchó claramente contra el dictador Franco a la de hace dos décadas que golpeó a la democracia buscando la secesión a la actual, amafiada y con droga de por medio. Los cachorros de ETA no tienen ideas ni ideales. Tan sólo intereses.

Durante tres décadas, la mayor preocupación de los españoles fue el terror de ETA. El Centro de Investigaciones Sociológicas y tantos otros organismos así lo señalaban sin dejar margen de duda. Era normal.

Durante la década de los ochentas se produjo un reguero de centenares de asesinatos. A veces, sobre todo, durante los prolegómenos de aquella década había muertes a diario. La desestabilización fue tan severa, que terminó con el golpe de Estado que todos sufrimos cuando entró a golpe de metralleta Tejero Molina. Eso ocurrió aquel lejano 23 de Febrero de 1981. De aquel entonces a hoy ha llovido mucho y la evolución de los acontecimientos nos ha llevado a un momento al que nos encontramos a una ETA distinta.

Francia y México han tenido mucho que ver. México ha deportado a decenas de terroristas que intentaron esconderse en el Estado mexicano. Pero los gobiernos de Zedillo y Fox fueron implacables.

Con respecto a Francia, este país se ha convertido en la auténtica bestia negra contra el terrorismo vasco. Hasta 1985 el país galo era el santuario de ETA. Los terroristas vascos ejecutaban sin piedad, cruzaban la frontera ya allí se convertían en ciudadanos protegidos por las leyes del país. Sus manos estaban manchadas de sangre pero gozaban de una auténtica impunidad. Cuando el ministro del Interior francés Gastón Defferre, se reunió con su homólogo español José Barrionuevo, se concluyó en que la situación no podía continuar de esa manera. Francia pasó de ser cómplice a verdugo.

Pasaron los años y aquella relación se intensificó tanto que los agentes de ambos países detuvieron a decenas de etarras. Abortaron muchos atentados y secuestros y desarticularon a diversos comandos. La cúpula de ETA quedó sin cabeza en más de quince ocasiones y sus finanzas fueron estranguladas. Todo ello con un rechazo social y político cada vez mayor hasta llegar a la actualidad.

Hoy los presos que fueron terroristas ya salen de la cárcel para trabajar o estudiar. Otros coexisten en convivencia sana. Txelis, José Luis Álvarez Santacristina, uno de los terroristas más sanguinarios de ETA en la década de los setentas abandonó la lucha armada en 1993 y se convirtió al catolicismo y renegó de ETA en una misiva suficientemente explícita como para entender que algo se estaba moviendo en los presos etarras.

El actual ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, vaticina que en el 2013 ETA habrá desaparecido. De todos modos, el camino es largo, mucho, aunque ya se empieza a vislumbrar la luz al final del túnel.

Ha llovido mucho, desde la ETA de hace cincuenta años, que luchó claramente contra el dictador Franco a la de hace dos décadas que golpeó a la democracia buscando la secesión a la actual, amafiada y con droga de por medio. Los cachorros de ETA no tienen ideas ni ideales. Tan sólo intereses. Lo que quieren es seguir con su “negocio”. Son cuatro pelagatos los que le apoyan. Pero ya queda menos; tanto que el terrorismo vasco ya no aparece ni en los problemas de los ciudadanos españoles.

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Alberto Peláez, Milenio (México), 1/8/2010