EL MUNDO 13/04/15
· La Asamblea Nacional Catalana (ANC) volvió a arrogarse ayer el liderazgo del proceso independentista catalán. La organización presidida por Carme Forcadell convirtió la tercera asamblea general de su historia en un acto de catarsis colectiva para advertir al Gobierno de que, tras las elecciones previstas para el 27 de septiembre, Cataluña dejará de obedecer las órdenes del Estado para caminar unilateralmente hacia la secesión.
Tras haber pactado con Convergència, ERC y Òmnium Cultural una hoja de ruta para votar la independencia como muy tarde en 2017, Forcadell se sintió autorizada para advertir al Ejecutivo de que «Cataluña ya ha desconectado de España» de manera irreversible. En su último gran acto antes de ceder la presidencia de la ANC, avisó a Mariano Rajoy de que los catalanes «no volverán a caer en el error de dejar su futuro en manos del Estado español».
Amparándose de nuevo en el guión suscrito con las formaciones dirigidas por Artur Mas y Oriol Junqueras, la presidenta de la ANC también dio por hecha una circunstancia más que cuestionada: que las elecciones autonómicas vayan a tener un carácter plebiscitario. Incluso se atrevió a aventurar un respaldo mayoritario a las fuerzas soberanistas en las urnas. Forcadell consideró que el resultado no puede ser otro, dado que «los catalanes saben que no hay camino, alternativa ni solución que no pase por la independencia». «Después del 27-S nadie nos podrá parar», continuó arengando Forcadell para concluir su alegato con una llamada a la «victoria final».
Consciente de que el éxito de las autonómicas dependerá en buena medida de mantener unos meses más la exaltación soberanista, Forcadell anunció ayer la convocatoria de un «acto épico hacia la independencia» coincidiendo con la Diada del próximo 11 de septiembre, fecha en la que también dará comienzo la campaña electoral de las «plebiscitarias». Tras los actos multitudinarios de las Diadas de los últimos años –la cadena humana o la gran concentración en forma de V que llenó la Gran Vía y la Diagonal de Barcelona–, la ANC se propone esta vez abarrotar la avenida Meridiana, otra de las grandes arterias viarias de la capital catalana, que nace a las puertas de la ciudad y desemboca en el Parque de la Ciutadella, donde se encuentra el Parlament.
La organización independentista pretende incrementar el carácter institucional de la manifestación, dando a entender que el proceso secesionista ha saltado definitivamente de la calle a la Cámara catalana. De ahí que la manifestación se prolongue hasta los aledaños del Parlament y que vaya a estar compuesta por tantos tramos de participantes como escaños tiene el Hemiciclo catalán: 135.
«Haremos toda la fuerza necesaria para que el 27-S lleguemos donde queremos llegar», amenazó Forcadell. Y es que, si en alguien ha demostrado desconfiar la todavía presidenta de la ANC, ha sido en las fuerzas políticas catalanas. Prueba de ello es que ayer se negó a dar por enterrada la posibilidad de que su asociación independentista concurra a las elecciones con una candidatura propia, en lugar de integrando a sus rostros como independientes en la lista presidencialista de Mas.
La ponencia aprobada ayer por la ANC mantiene viva esa opción, que germinó cuando Convergència y ERC todavía discrepaban sobre la necesidad de anticipar las elecciones.
Forcadell consideró ayer «muy remota» la activación de ese plan B, pero evidenció que lo mantendrá en la recámara hasta certificar que Mas cumple su palabra y convoca los comicios en la fecha y términos acordados en la hoja de ruta pactada con Junqueras y las entidades secesionistas.
La número dos de los republicanos, Marta Rovira, presente en el acto, respetó la postura de la ANC, aunque anticipó que su formación tiene el mismo interés que los de Forcadell en que Convergència no traicione el acuerdo suscrito para convocar las elecciones, crear una Constitución catalana y votarla en el plazo de dos años. Rovira pronosticó que a partir del 28 de septiembre se pondrá en marcha «el proceso constituyente».
La secretaria general de ERC estuvo acompañada en la asamblea de la ANC de su homólogo de Convergència, Josep Rull, que eludió valorar la amenaza que podría suponer para sus intereses la candidatura de la ANC y sólo llamó a agrandar la mayoría independentista prometiendo a los catalanes que su bienestar aumentará con la secesión.