EL MUNDO – 08/06/14
· Desaparecen de una dirección que prepara la independencia de Cataluña para abril.
Hace unos meses, entre las estructuras de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) constaban los nombres de una quincena de personas cuyas simpatías –bien por Terra Lliure, bien por la izquierda abertzale, bien por otros asuntos– podían colocar al ente soberanista en una situación comprometida. Tras las últimas elecciones internas, apenas quedan un par de esos representantes en una dirección que, de facto, se ha blanqueado–aunque sus dirigentes aseguran que no ha sido de forma premeditada– para enfrentarse a sus retos más inmediatos. El principal es la consulta del 9-N, seguida por un proceso de transición hacia la independencia que, según su hoja de ruta, no ha de superar los seis o 10 meses posteriores a esa fecha.
La nueva dirección se caracteriza también porque el grupo más numeroso en la presidencia y el secretariado nacional lo constituyen personas cuyo vínculo político más directo ha sido –o es– con ERC. Aunque, rechazando el debate de quién manda sobre quién, la ANC se define como de una transversalidad tan «amplia y completa» como la de sus bases.
De las estructuras han desaparecido nombres como el de Carlos Castellanos (CUP), relacionado con Terra Lliure según informaciones publicadas. El de Argemi Roca, quien firmó manifiestos de Alfonso Sastre a favor de la legalización de Batasuna. O el de Francesc Ribera, un músico que solía homenajear a presos de ETA y de Terra Lliure.
Aunque permanecen Josep Emili Puig Soler, proclive a dar su apoyo a los presos de Terra Lliure; o Guillem Roure Fuster (CUP), profesor y militante de la organización Alternativa Estel, desde la cual organizó en 2002 un homenaje en la Autónoma de Barcelona al grapo Brotons.
Según el vicepresidente de ANC, Jaume Marfany, la ausencia de la mayor parte de los representantes controvertidos no ha sido premeditada, sino consecuencia de un proceso en el que el control de la dirección sería improbable porque no están permitidas las campañas, no se pude pedir el voto y hay listas abiertas.
«Lo que hay son maneras diferentes de ver el proceso. Nosotros tenemos muy claro el objetivo final pero, a veces, las estrategias políticas para llegar a ese objetivo pueden ser diferentes. Yo no llamaría conflictivas a esas personas», argumenta Marfany, aunque sí considera oportuno precisar, para sacudirse hipotecas individuales, que «como asamblea», si algo les distingue, es su «historial sin mácula democrático y pacífico».
El vicepresidente de ANC se esfuerza también en quitar importancia a los comentarios sobre el control que pueda ejercer ERC sobre la Asamblea. Seis sobre 25 que han tenido relación con ERC –incluidos la presidenta, Carme Forcadell (ex regidora por este partido), y el propio Marfany, que lo dejó hace 10 años para poder emprender el camino que ha cristalizado en la ANC– no son muchos, pero son el grupo cohesionado o con un punto en común más numeroso de la dirección.
En la Asamblea son conscientes de que la transversalidad garantiza más partidarios y de que sería una torpeza para sus objetivos arrumbar a CiU y a un president de la Generalitat «en el que confiamos porque está cumpliendo todo lo que ha dicho para llevarnos hasta el referéndum».
Lo cierto es que hay planteamientos que recuerdan a los que lleva tiempo manteniendo Oriol Junqueras. Por ejemplo, cuando al pedir el voto no excluye a quienes se verían excluidos por el independentismo tradicional. O cuando no ataca a CiU y a Mas cuando planean las acusaciones de corrupción porque les necesita. O cuando amaga con su buena relación con Bildu pero declina una lista conjunta europea para evitar, de algún modo, eventuales riesgos de contaminación.
Efectivamente, ANC reconoce que se reúne con ERC para «conseguir una unidad de acción en el avance del proceso» y admite que les está yendo «bastante bien».
En la táctica de ambos hay también diferencias, aunque perfectamente subsanables si no complementarias. Mientras ERC fecha la independencia para 2016 y se niega a plantearse la hipótesis de que la consulta no se celebre –sabedores de que es la consulta lo que difumina diferencias y pone de acuerdo a un 80% de la sociedad catalana–, en la Asamblea creen que la fecha de ERC es tardía y admiten tener plan B.
«El objetivo es la consulta –la manera más rápida, segura y reconocida internacionalmente–, en la que el resultado será un doble sí que dará paso a unos meses en los que se articulará el proceso de secesión», dicen en la ANC, pero si no fuese así son «partidarios de adelantar las elecciones y que sean plebiscitarias, que se conviertan en el modo de votar, en candidatura unitaria, a los partidos que quieren la independencia».
Los dirigentes de ANC dan por hecho que Mas estará en su línea hasta el final, pero tampoco parece preocuparles que una parte de CiU o de la sociedad catalana en desacuerdo con la deriva reaccionen y, como se especula, lo aparten del camino. «Él se sabe muy fuerte, no porque tenga la ayuda de CiU, sino porque sabe que la mejor parte de la sociedad está con él», afirma Jaume Marfany. Un frenazo o un aplazamiento de las expectativas sería considerado un «engaño».
Pero ¿qué pasaría si ERC gana las elecciones y por cualquier motivo considera que el riesgo de ejecutar la hoja de ruta es más gravoso que no hacerlo? ¿Se lo perdonaría la ANC? ¿Cuál sería su actitud? «Si eso ocurre habrá que replantearlo de manera asamblearia», señala Marfany sin aclarar más sobre quién tiene el control: «Pero verás como no sucede. Haremos una transición modélica y todos felices».
35.000 socios y 20.000 afines
El proceso electoral interno de la Asamblea tuvo lugar en abril – convocan uno por año – y fue el 17 de mayo cuando se hicieron públicos los nombres de los cuatro miembros de la presidencia y de los 75 que constituyen los secretariados nacional y territorial. Según fuentes de la ANC, ésta consta aproximadamente de 35.000 socios que pagan una cuota de cuatro euros al mes y de 20.000 simpatizantes o colaboradores que no contribuyen económicamente. De los primeros, 8.000 estuvieron presentes en la última asamblea y fueron quienes eligieron a los 25 representantes nacionales, a los 50 territoriales, a los 17 del comité permanente y a los cuatro cargos orgánicos que constituyen la presidencia.
EL MUNDO – 08/06/14