Tonia Etxarri-El Correo

La división del Gobierno, con la ley del ‘sólo sí es sí’, se trasladó ayer al Congreso en donde se dio luz verde a tramitar la reforma de la norma de Igualdad con la oposición del Ministerio de Igualdad. Parece un galimatías pero el enfrentamiento entre los dos socios de coalición, al cabo de cinco meses de la ley que ha beneficiado a más de 740 violadores y excarcelado a otros 74, ha provocado una situación de máxima tensión, en vísperas del 8 de marzo, que no refleja precisamente una imagen de estabilidad del Gobierno de la Moncloa. Entre cruces de reproches entre los dos socios de la coalición, la soledad de las dos ministras de Podemos en la bancada azul mientras se debatía la propuesta del PSOE y la exigencia del PP de la dimisión de la ministra Irene Montero discurrió una sesión parlamentaria que, a buen seguro, volverá a provocar dudas entre nuestros socios europeos. ¿Qué pasa en España con una ley de la que tanto presumió el presidente Sánchez y que está provocando tanta alarma social? ¿Qué pasa en esta coalición en la que, ante una ley que en teoría pretendía favorecer a las mujeres agredidas, los dos partidos del Gobierno votan enfrentados?

Seguramente no son ésas las referencias que esperaba el presidente cuando decía que, de la ley Montero que él aprobó y firmó, se hablaría en todo el planeta como «una gran conquista feminista». Pero después de la confrontación de ayer, pocos observadores internacionales entenderán qué está pasando en la cocina jurídica de este Gobierno para estar cometiendo tantos errores.

No es la mujer, es el poder; no es la mujer, son los votos. Estos son los dos motores que están moviendo a Podemos y al PSOE en este pulso por mostrarse como los adalides de la causa feminista. ¿Las diferencias? De una parte, Podemos con el empecinamiento de sus autoras en no reconocer que hicieron mal la ley, aferradas a su impericia y manteniendo, erre que erre, que ellas son las únicas que mantienen la figura del consentimiento sexual. A pesar del disparate, no es su partido el perjudicado. Por lo tanto, se van a mantener en el poder todo el tiempo que quieran: hasta mayo o hasta diciembre. De otra parte, el PSOE, consciente de que si no ponían freno a esta ley, sobre todo en la redefinición de los tipos penales, la sangría de votos sería incontenible. La pérdida de apoyos, una vez contrastadas todas las encuestas, es la presión que le ha hecho cambiar a Pedro Sánchez. Por eso ayer la representante socialista Andrea Fernández hablaba de corregir errores. Sánchez, como todos sus ministros menos las dos de Podemos, estuvo ausente en el debate. Pero su mutis por el foro no le libró de los reproches de la oposición que, a pesar de apoyarle, recordaba que la ley que ahora pretende reformar, fue obra suya. Por lo tanto, para pasmo de ERC y Bildu que ven que el PSOE tuvo que apoyarse en el centro derecha y el PNV, Sánchez, con el bloque de su investidura roto, se ha desautorizado a sí mismo. Hoy, 8 de marzo.