ABC – 19/09/15
· Alerta de los graves problemas de inseguridad jurídica de una secesión, por lo que tendrían que «reconsiderar su estrategia de implantación».
· Cruce de intenciones entre bancos y cajas que operan en España que ha desembocado en un comunicado conjunto a ocho días de las elecciones catalanas del 27-S.
La banca, al completo, decidió ayer, finalmente, dar un paso al frente y posicionarse con rotundidad sobre las consecuencias que tendría la independencia de Cataluña deseada por Artur Mas. En apenas una semana, todos de acuerdo en un mismo mensaje. Algún retoque aquí y allá, palabras con más contenido técnico que político, pero de acuerdo en un mismo objetivo: trasladar a los depositantes de todas las entidades que operan en Cataluña, tanto españolas como extranjeras, la importancia de preservar la pertenencia del conjunto de España a la zona euro. «De otro modo», afirman en el documento aprobado por todos los banqueros, «se pondría en grave riesgo el objetivo de las entidades, que no es otro que proteger a sus depositantes y mantener el flujo de financiación a familias, a pymes y a los sectores productivos y generadores de empleo».
Y es que a lo largo de las últimas semanas, varias han sido las voces que desde el mundo de los negocios se decidían a dar su opinión acerca de lo que puede suponer una hipotética secesión de Cataluña. Y más de un presidente al frente de grandes empresas españolas ya había alertado a sus empleados y clientes de lo que ocurriría con el negocio con tal decisión. Faltaba por poner voz «unánime» a uno de los sectores clave de la economía de cualquier país: la banca.
Era cuestión de tiempo
Las presiones para hacerlo venían desde todos los frentes posibles. El «embrión» de la idea casi se puede decir que estuvo en la mente de todos los presidentes financieros desde hace semanas. Pero, quizás, más en el ánimo de algunos que de otros. ¿Por su vinculación al territorio? En cualquier caso, no encontraron antes el momento adecuado. Hasta esta misma semana. Ana Botín, Francisco González, Isidro Fainé, Ángel Ron, José Oliu, José Ignacio Goirigolzarri… todos coincidiendo en el mismo diagnóstico: una declaración unilateral supondría la inmediata salida de la Unión Europea para Cataluña, y la pérdida del euro como moneda común, circunstancias que pondrían en peligro sus cifras de negocio. La declaración iba a ser doble. Bancos por un lado, cajas, por otro. Pero finalmente, una sola. ¿Producto de la casualidad? Más bien, producto de la necesidad.
Los socios miembros de la patronal de los bancos (Asociación Española de Banca, AEB) –entre los que destacan los grandes del sector, Santander, BBVA, Popular y Sabadell– le trasladaban hace días a su presidente, José María Roldán, la premura de hacer públicas las consecuencias, tanto para los bancos como para sus clientes y, por supuesto, para el país, de tal «atrocidad». Tras contactos individuales con Roldán, presenciales o telefónicos, las reuniones de grupo. En un par de días directivos de todos los bancos eran de la misma opinión. Con el respaldo de sus presidentes.
Del lado de los bancos procedentes de las antiguas cajas y de sus fundaciones –agrupados en torno a la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorros), en los que se integran, por ejemplo, Caixabank, Bankia, Ibercaja, Unicaja, Liberbank, Abanca o BMN–, conversaban con el «jefe», Isidro Fainé, presidente también de La Caixa. Fainé, como presidente de la patronal de las antiguas cajas de ahorros, se apresuró esta misma semana a enviar la versión «consensuada» de «su» sector (CECA) a su homólogo bancario (AEB). Ni dos días tardaron ambos presidentes, con el apoyo de todos sus «socios», en estar de acuerdo en un texto común y definitivo. El de ayer. Una declaración institucional conjunta muy contundente: «La exclusión de Cataluña de la zona euro, como consecuencia de la ruptura unilateral del marco constitucional vigente, comportaría que todas las entidades bancarias con presencia en la región afrontarían graves problemas de inseguridad jurídica».
Palabras medidas una a una, bajo la supervisión de los consejos de cada entidad. En consecuencia, tendrían que «reconsiderar su estrategia de implantación», algo que aumentaría el riesgo de reducción de la oferta bancaria y, con ello, de exclusión financiera y de encarecimiento y escasez del crédito.
El momento, quizás, tendría que haber sido antes, algunos así lo dejaron dicho en el seno de la AEB. Pero fue ayer. Un viernes. Con el cierre de los mercados a punto de caramelo. Dos días por delante para asimilar el mensaje. Un llamamiento a los líderes políticos para que, por medio del diálogo, impulsen las reformas que permitan seguir progesando en la consecución de mayores niveles de bienestar y cohesión social para todos. Todo palabras técnicas. De negocio. Nada de «politiqueo».
ABC – 19/09/15