IGNACIO CAMACHO-ABC

  • Por qué se iban a cortar los herederos de ETA si el propio Gobierno los considera honorables miembros de la izquierda

Los anglosajones inventaron el ‘no comment’ para eludir los juicios críticos. La expresión es ya un comentario en sí mismo, un reproche formulado en modo elíptico; nadie, y menos en la vida pública, desaprovecha la oportunidad de enaltecer cualquier asunto que le parezca positivo. Los ministros de Sánchez, en cambio, practican un método de elusión menos cortés: simplemente no contestan sobre cuestiones incómodas en el hemiciclo, y fuera de él se escabullen de las preguntas corriendo por los pasillos. Así lo hicieron ayer, siguiendo el ejemplo de su jefe, Isabel Rodríguez, Pilar Llop, Teresa Ribera, Pilar Alegría y Nadia Calviño –dos de ellas portavoces del partido y del Ejecutivo– ante el requerimiento de una opinión sobre la presencia de 44 terroristas convictos en las candidaturas de Bildu. Tocata y fuga, silencio, carreritas y cabeza baja. Ni siquiera el argumentario de que ETA ya no mata, que sí había usado el presidente en la Cámara. La propia Merche Aizpurúa, antigua fabricante de dianas humanas desde la páginas de ‘Egin’ y ‘Gara’, optó por permanecer con la boquita cerrada. Los batasunos siempre fueron gente de pocas palabras.

Tampoco hay mucho que decir cuando hablan los hechos. Es lo que pasa cuando un Gobierno convierte a los herederos de una organización criminal en socios predilectos, cuando negocia con ellos las leyes y los presupuestos, cuando les da trato de favor a sus presos. Cuando no se le exige a cambio ni un mínimo gesto de rectificación, disculpa o arrepentimiento. Se vienen arriba y te meten a medio centenar de condenados –siete por asesinato– en sus listas. En realidad no hacen más que cumplir el acuerdo que Zapatero reconoció el otro día: si dejáis de matar os dejaremos hacer política. En Irlanda, muchos ex militantes del IRA acabaron como agentes de la policía. Aquí se les han otorgado a sus colegas potestades legislativas, incluida la de rescribir la Historia en una norma que humilla a sus víctimas mediante la oficialización de una mentira.

Aunque hay otra mentira mayor, que es la de la desaparición de ETA. Se ha disuelto la banda armada, cierto, pero su proyecto se ha incorporado intacto a un frente de izquierdas donde el sanchismo lo ha incluido sin escrúpulos ni reticencias. Ésa es la nueva ‘banda’ que decía Albert Rivera. Ex-pistoleros, sediciosos, malversadores y demás parentela selecta. Por qué se iban a cortar si el Partido Socialista, pilar de la Constitución, les ha dado la jubilosa bienvenida al sistema. Y acaso un día no demasiado lejano los ayude a cumplir su objetivo más preciado, que es sustituir al PNV en el poder vasco. La meta por la que asesinaron. Si eso ocurre, tampoco disimularán; entrarán del brazo de algunos de los carniceros más sanguinarios. Y algún dirigente decente del PSOE se dolerá de haber callado cuando aún podía salvarse del naufragio moral de este ciclo bastardo.