José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
- Sánchez y sus políticas son el gran paquidermo argumental de la vida pública española. Pero, por eso, no hay que aumentar su volumen y multiplicar su presencia en unas elecciones territoriales en un país tan diverso como España
El PP ha entregado a Elías Bendodo, coordinador general del partido, la dirección de la campaña de las municipales y autonómicas del próximo 28 de mayo. Era una decisión esperada porque el malagueño dirigió dos desigualmente exitosas en Andalucía, la de 2018 y la de 2022. En la primera los resultados del PP no fueron brillantes, pero la suma con Ciudadanos y con Vox propulsó a Juanma Moreno a la presidencia de la Junta de Andalucía. En las del pasado junio, el éxito fue total porque el PP arrasó con una histórica mayoría absoluta, absorbió a Ciudadanos y contuvo las expectativas de Vox.
Bendodo, sin embargo, se enfrenta a una campaña doble (municipales y autonómicas) que es una batalla en y por las ciudades. El partido que se haga con el mayor número de las urbes de más de 50.000 habitantes se llevará el gato al agua: el municipal y el autonómico. Este es el listado de ciudades que superan el listón de los 50.000 habitantes (se citan para observar su diversidad geográfica, cultural, económica y política) y en las que el PP y el PSOE se juegan su futuro a corto y medio plazo:
Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Murcia, Palma de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria, Bilbao, Alicante, Córdoba, Valladolid, Vigo, Gijón, L’Hospitalet de Llobregat, Vitoria-Gasteiz, La Coruña, Elche, Granada, Terrassa, Badalona, Cartagena, Sabadell, Oviedo, Jerez de la Frontera, Móstoles, Santa Cruz de Tenerife, Pamplona, Almería, Alcalá de Henares, Fuenlabrada, San Sebastián, Leganés, Getafe, Burgos, Albacete, Castellón de la Plana, Santander, Alcorcón, San Cristóbal de La Laguna, Marbella, Badajoz, Logroño, Salamanca, Huelva, Lérida, Dos Hermanas, Tarragona, Torrejón de Ardoz, Parla, Mataró, Algeciras, León, Santa Coloma de Gramenet, Alcobendas, Cádiz, Jaén, Reus, Orense, Roquetas de Mar, Gerona, Telde, Baracaldo, Santiago de Compostela, Lugo, Lorca, Rivas-Vaciamadrid, Sant Cugat del Vallès, Las Rozas, Cáceres, San Fernando, San Sebastián de los Reyes, Mijas, Puerto de Santa María, Cornellá, Pozuelo de Alarcón, El Ejido, Chiclana de la Frontera, Melilla, Torrent, Toledo, Vélez-Málaga, Torrevieja, Sant Boi de Llobregat, Talavera de la Reina, Fuengirola, Ceuta, Arona, Pontevedra, Orihuela, Coslada, Valdemoro, Rubí, Manresa, Getxo, Palencia, Alcalá de Guadaíra, Gandía, Avilés, Molina de Segura, Santa Lucía de Tirajana, Estepona, Benalmádena, Majadahonda, Paterna, Benidorm, Sanlúcar de Barrameda, Torremolinos, Villanueva y Geltrú, Sagunto, Castelldefels, Viladecans, El Prat de Llobregat, Collado Villalba, Ferrol, Arrecife, Línea de la Concepción, Ponferrada, Irún, Boadilla del Monte, Granollers, Aranjuez, Zamora, Mérida, San Vicente del Raspeig, Alcoy, Motril, Ávila, Arganda del Rey, Sardañola del Vallés, Linares, Pinto, Cuenca, Colmenar Viejo, Huesca, San Bartolomé de Tirajana, Calviá, Granadilla de Abona, Elda, Siero, Utrera, Villarreal, Mollet del Vallés, Torrelavega, Segovia, Ibiza, Rincón de la Victoria, Tres Cantos, Guadalajara, Zaragoza.
A este dato pueden añadirse otros: en España hay un millón más de mujeres que de hombres en un censo poblacional de 47.615.000 ciudadanos, en el que se incluye a más de cinco millones y medio de extranjeros, un porcentaje de los cuales tiene derecho de voto en las municipales. El INE publicó un exhaustivo informe al respecto el pasado mes de noviembre que resulta de gran utilidad. Otros datos de interés: el 78% de los municipios españoles tiene menos de 5.000 habitantes y suponen el 9,4% de la población total. El 16% de los ciudadanos de nuestro país está disperso en el 84% de la superficie del territorio nacional y más del 70% de los españoles vive en las grandes áreas urbanas.
Este exordio numérico es necesario para entender que el censo electoral español es especialmente urbano, que las ciudades plantean problemáticas diferentes y que diseñar la campaña del 28-M solo como una suerte de plebiscito sobre Sánchez y sus políticas generales sería como “pensar en un elefante” contrariando los buenos criterios de comunicación política de George Lakoff. Los plebiscitos, por denominarlos de una manera plástica, son más propios de las elecciones legislativas que de las territoriales. En estas últimas hay que aterrizar propuestas de gestión (servicios, infraestructuras, prestaciones que son competencia de los Ayuntamientos, mancomunidades, papel de las Diputaciones provinciales); a esas propuestas hay que añadir las que afectan a la comunidad autónoma (se dilucida el Gobierno de 12 el 28-M) y, finalmente, establecer una coreografía nacional en la que es inevitable introducir la valoración de las políticas gubernamentales.
El PP se confundiría si no territorializa sus mensajes y se centra en echar a Pedro Sánchez de la Moncloa
La reflexión última es que el PP se confundiría seriamente si no territorializa sus mensajes programáticos y se centra en una idea fuerza —echar a Sánchez de la Moncloa— que no concierne directamente a la gestión de las urbes que padecen de serios problemas que solo en parte dependen del Gobierno central (la vivienda, por ejemplo, y la distribución de partidas presupuestarias y de los fondos NG de la Unión Europea, las decisiones en la llamada guerra del agua que concierne a varias comunidades y simulacro de la cogobernanza). Si el PP obtiene en las ciudades de más de 50.000 habitantes un resultado que le haga recuperar alcaldías y diputaciones, arrebatando gobiernos autonómicos al PSOE a través de sus resultados en las ciudades, dispondrá desde luego de una base ventajosa para afrontar las generales.
Las plataformas ciudadanas de 2015, que obtuvieron un gran éxito en las municipales de aquel año, respondieron, efectivamente, a su inmersión en las problemáticas urbanas. Los partidos políticos tan implantados territorialmente como el PP deben diversificar su oferta política, que ha de ser de gestión eficiente para un electorado urbano que en estos últimos cuatro años ha pasado por situaciones traumáticas y, especialmente, el confinamiento y las restricciones de la pandemia desde el 2020 hasta bien entrado el pasado año. Las aspiraciones de los ciudadanos urbanitas requieren de una nueva sociología política que les aporte certidumbre y un modo de vida diferente mediante la implementación de servicios e infraestructuras que les alivien en esa permanente pelea con la hostilidad de ciudades que parecen funcionar en contra del bienestar de sus pobladores.
Sánchez y sus políticas, en definitiva, son el gran paquidermo argumental de la vida pública española. Pero, precisamente por eso, no hay que aumentar su volumen y multiplicar su presencia en unas elecciones territoriales en un país tan diverso como España. Bendodo tiene el encargo más difícil de todos los posibles actualmente en el PP. Si se equivoca en el marco mental hegemónico en estos comicios —que no solo es lo que hace y dice el presidente del Gobierno—, el destrozo podría ser de una envergadura extraordinaria.