La bestia del nacionalismo insolidario

Pedro Gómez Damborenea, EL CORREO, 22/5/12

Me voy a permitir la libertad de hurtar una frase, el titular, a Felipe González, expresidente del Gobierno, quien en un reciente artículo predicaba europeísmo frente a nacionalismo, frente a crisis y como garantía de libertad. No puedo estar más de acuerdo. Pero él hablaba de Europa y yo quiero hablar también de España. Hace ya mucho que Marçel Merle identificaba los ‘ismos’ como las grandes ideologías y en ellas estaban los nacionalismos y las religiones. Echar un vistazo a la historia con cierto rigor, y no a las leyendas, nos muestra que detrás de ambos se encuentran las guerras más fraticidas y las mayores miserias que han asolado al mundo y por supuesto a Europa y España.

Los momentos de crisis son la ocasión perfecta para auparse en el populismo y buscar otros culpables. Nunca asumir responsabilidades. Buscar al opresor de la nación, de esa suerte de pueblo elegido por la historia y de pasado puro. Miremos a España. Parémonos a verla con calma. No voy a pedir a nadie revisar su historia y preguntarse dónde estaban físicamente hace más de 500 años las Reales Fábricas de Armas de Castilla. Es un esfuerzo excesivo hacerlo. Miremos a lo que pasa hoy. En Europa nos dicen que los malos están en el sur y en España repetimos lo mismo en su interior. La premisa «cuanto más al sur más vagos» se ha convertido en una suerte de teoría científica al disfrute del populismo. Es una pena que Islandia esté tan al norte. Debe ser la excepción que confirma la regla o tal vez los viejos vikingos estén conectados con algún pueblo del sur de los Pirineos. Soy un firme creyente en la cooperación de personas, empresas y países para superar los problemas. No crean que es un criterio compartido. Hay quien considera que la mejor forma de solución de las diferencias es el tiro en la nuca o una buena guerra, que siempre estimula la economía. Otros no van tan lejos en el enfrentamiento y recurren a la desobediencia civil o a la confrontación dialéctica vacía de contenido real. Todo menos la suma.

Todo es opinable pero es que la suma para el nacionalismo solamente tiene una dirección. O sumas para hacer lo que yo digo o no sumas. Vuelvo al principio y miro a España y veo Cataluña donde han sido los catalanes, nacionalistas y no nacionalistas, los que han dejado su economía más que tocada. No crean que voy a caer en la simpleza de decir que la crisis es local, porque es global por mucho que el nacionalismo solamente la quiere ver desde el umbral de su puerta. Pero sí es cierto que hay acciones locales que afectan a la crisis, a su devenir, y también es cierto que la situación de España como conjunto y de Europa también nos afectan. Pero también lo hacían en las vacas gordas, cuando éramos más ricos. Nada hubiera sido lo que es para Cataluña, para Euskadi o para Andalucía sin España y sin Europa. El nacionalismo prefiere obviarlo. A Europa dicen sí porque es pura y a España le dicen no porque es oscura. Ridículo y oportunista parecer. Cataluña ha encontrado en la crisis un nicho para alentar el independentismo solamente con vender que España les quita sus recursos, les exprime. La Euskadi nacionalista tiene más difícil sostener esta premisa porque el Concierto Económico juega a su contra. Sin embargo, mantiene sin rubor que pesa la ‘marca España’ y saca a pasear a sus voceros del populismo, de academicismo nacionalista. Sentimiento frente a razón.

Es fácil vender que el enemigo es el opresor de la patria, aunque no la oprima, aunque ofrezca el marco de libertad ciudadana donde expresar tamañas barbaridades. Olvidar los miles de millones de pesetas del conjunto de España que salvaron Euskadi en los ochenta es fácil, y lo es aún más decir que se cerraron los Altos Hornos por culpa de los españoles. Decía antes que dan igual los datos y la historia porque ambos se manipulan. Las frases graciosas y fáciles pero sin contenido real venden bien. Pongamos por ejemplo la reciente presentación por el PNV de un plan hueco de crecimiento, cantos de sirena de la impotencia de quien no puede ni sabe. Mucho boato nacional para multiplicarse por cero y no aportar nada y digo bien, nada. Pero dónde están el fondo y las ideas. Miro a la legislatura vasca y veo cómo ante la crisis la Diputación de Bizkaia solo ha ido copiando las acciones del Gobierno y anunciándolas con mucho bombo en temas como la internacionalización, el emprendimiento, la innovación, el turismo… Dos ejemplos puntuales. Uno: el Gobierno puso en marcha el proyecto de éxito del vehículo eléctrico de la mano de Repsol y Mercedes, y un tiempo después la Diputación firmó un protocolo con Iberdrola de resultado cero. Dos: el Gobierno lleva en nombre de Euskadi un stand a Fitur y hace una recepción en Madrid, y la Diputación copia. Monta un stand propio en la feria turística y organiza una fiesta de promoción copia de las organizadas por el Gobierno. ¿Por qué no suma? ¿Dónde están las ideas más allá del populismo nacional?

Es que el populismo vende más. Es más fácil decir que «gobierno desde Sabin Etxea», una importante tontería, que implicarse en Euskadi. Pero señores, quiénes son estos soñadores mitológicos de la nación que prefieren la patria al ciudadano. Parece que jamás apoyaron a José Luis Rodríguez Zapatero o a José María Aznar. Parece que jamás impulsaron de forma irregular claros y caros fracasos, como el proyecto de Epsilon Euskadi. Permítanme discrepar con estos señores. Permítanme apostar por la ciudadanía, por la solidaridad y por el beneficio de la cooperación frente al eslogan fácil. Sumemos en España y en Europa porque irá en beneficio común. No olvidemos la historia y las aberraciones y dolores que han generado nacionalismos y religiones en la vieja Europa. Hablo de cooperar frente a populismo, de realidad frente a mitología y falsa pureza, de historia frente a leyenda.


Pedro Gómez Damborenea, EL CORREO, 22/5/12