Con la izquierda abertzale enfrente de ETA por primera vez en el último medio siglo -o al menos desvinculada-, toma cuerpo la confianza en que la próxima campaña electoral transcurrirá sin amenazas en el País Vasco.
Otra cosa distinta es pronosticar con acierto si este clima favorable a la distensión eclipsará con el paso del tiempo el miedo que acompaña de momento a muchos votantes y candidatos de listas ajenas al radicalismo. Y en ese grupo de ciudadanos atenazados sobresale el entorno socialista de Mondragón.
De momento, el PSE-EE ha movido el banquillo para plantar cara electoral a la situación política que ahora le resulta adversa en este municipio guipuzcoano, gobernado por ANV, y asociado lamentablemente desde hace tres años al asesinato del ex concejal Isaías Carrasco. En este contexto, el candidato a diputado general de Guipúzcoa, Miguel Buen, presentó ayer a Aritz Arrieta como cabeza de lista a la alcaldía de este municipio tan ligado al cooperativismo.
Los socialistas han mantenido una línea muy crítica con la gestión municipal y con la línea política de la alcaldesa Ina Galparsoro, pero no ha sido suficiente para arrancar del resto de fuerzas democráticas el acuerdo de una moción de censura, a pesar de que el recuerdo del asesinato de Carraco estaba vivo.
Ante la cita del 22-M, los socialistas alientan a los vecinos de Mondragón a «sacudirse el miedo» porque saben que puede ser una fuente de votos que ahora se queda en casa. Buen así lo dijo en el acto de ayer, donde sostuvo que un cambio en la alcaldía sería «balsámico» para esta localidad ya que «mejoraría y habría una mayor convivencia».
Arrieta, de hecho, sabe lo que es sufrir la amenaza y la convivencia hostil por sus ideas enfrentadas al radicalismo abertzale. A pesar de sus orígenes en un entorno nacionalista, el candidato socialista abandera otro discurso político, que le ha situado en la diana de numerosas amenazas. Con todo, dijo ayer que acometerá un plan de reuniones con todos los movimientos sociales de Mondragón para componer un programa de acuerdo con sus necesidades.
EL PAÍS, 16/2/2011