IGNACIO CAMACHO – ABC – 08/06/16
· El último sortilegio contra las evidencias consiste en creer que los socialistas nunca harán presidente a Iglesias.
En la cúpula del marianismo ha sembrado el pánico un supuesto sondeo propio que sitúa a Podemos a la misma distancia del PP por detrás que del PSOE por delante. Si esa fotografía electoral fuese cierta, la izquierda radical no estaría disputando la medalla de plata, sino la de oro. Puede tratarse de una intoxicación filtrada para reagrupar a base de miedo el voto de la derecha, pero tiene la propiedad de ser verosímil y coincidir con la tendencia unánime de las encuestas. En la campaña del PSOE suenan tañidos funerales por el voto útil y las dos grandes fuerzas del bipartidismo están atacadas de un visible temblor de piernas.
Ambos partidos dinásticos han cometido el error de menospreciar la irrupción populista. No ahora; desde hace dos años. La mentalidad bipartidista se ha autosugestionado en un bucle de voluntarismo melancólico, asumiendo por conveniencia la idea de que Podemos era un fenómeno radical y pasajero. Primero los tacharon de frikis (Arriola) y consideraron su ascenso como la clásica extravagancia del voto de desahogo en las elecciones europeas.
Luego pensaron que se desinflarían en las municipales y Pedro Sánchez les entregó confiadamente las grandes alcaldías pensando en la devolución del favor cuando tocara elegir presidente del Gobierno. Ni socialistas ni populares han tomado nunca en serio la aspiración que Iglesias tiene metida entre ceja y ceja. Han sido incapaces de ver que estaban ante un proyecto iluminado de asalto al poder. Un órdago a la grande.
El statu quo del sistema político y económico ha tardado demasiado tiempo en detectar la amenaza. Si hubiese desplegado terminales de escucha en la calle habría oído crecer el runrún de la protesta y el rechazo rupturista entre las clases medias urbanas, empobrecidas, hastiadas de corrupción, seducidas por el relato catastrofista que expandían las televisiones y las redes sociales. Las élites dirigentes prefirieron el pensamiento cómodo, el exorcismo mental, el mantra del «no va a pasar nada». Interpretaron la realidad con un método de análisis equivocado, el de la España de antes de la crisis, que simplemente ya no funciona. Ha caducado.
Y aún siguen aferradas al esquema mental de la inverosimilitud; las clases moderadas tienen la cabeza escondida como un avestruz bajo el ala de su propia ofuscación biempensante. El último sortilegio contra las evidencias consiste en creer que el PSOE nunca hará presidente a Iglesias aunque le sobrepase en votos y escaños. Otra autosugestión que ignora lo que las tripas de los sondeos indican acerca de la voluntad de los votantes que le quedan a la socialdemocracia. La energía telúrica del antiguo partido de Estado logró sujetar a Sánchez en la anterior legislatura, pero esa bala ya está disparada. Los electores de izquierda sienten menos rechazo por Podemos que por el PP; hay una coalición fraguada en un estado de ánimo.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 08/06/16