EL CORREO 23/04/15
TONIA ETXARRI
Más allá de la chanza que provocó el director general de la Agencia Tributaria con su expresión extemporánea y heterodoxa «la repera patatera», lo que quiso sembrar el señor Menéndez fue una sombra de duda sobre la identidad de los defraudadores de Hacienda. De 30.000 contribuyentes defraudadores que se acogieron a la posibilidad de regular su dinero no declarado, tan solo conocemos, de momento, el nombre de Rodrigo Rato. Pero el representante de la Agencia Tributaria dejó un aviso a navegantes. Los defraudadores podrían pertenecer a más de un club. En fin, que después del impacto al conocer el presunto fraude privado de quien fue vicepresidente y ministro de los gobiernos de Aznar nos hemos quedado con «mal cuerpo», como señalaba Aitor Esteban, del PNV.
La oposición está jugando su papel en plena campaña electoral. Y parece lógico que el PSOE de Pedro Sánchez no esté dispuesto a soltar la presa. Que pida la cabeza de Montoro, aunque se trate del titular del ministerio que, aparte de freírnos a impuestos, está investigando y persiguiendo el fraude. Y que lo critique, en este caso con razón, por haber mantenido una actitud tan distinta a la hora de comparecer en sede parlamentaria para dar cuenta del fraude confeso de Pujol y no hacerlo en el caso de Rato. Ayer contestó a siete preguntas. Pero todos sabemos que una sesión de control tiene muchas limitaciones de tiempo. La exigencia de que se publiquen los nombres de los 715 defraudadores encierra un mensaje de hondo calado electoral. La oposición sabe que la ley impide publicitarlos. Pero insiste en ello para transmitir a sus votantes que «los nuestros» no tienen nada que ocultar. Puede que se equivoque. Pero asume el riesgo.
Lo que parece una actitud farisaica es la de quienes, como el PSOE, aplicaron dos amnistías fiscales abiertas y una encubierta cuando gobernaron y ahora se rasgan las vestiduras. Una amnistía fiscal que, por definición, contradice el principio de igualdad. Que supone un agravio comparativo para los contribuyentes cumplidores con sus obligaciones fiscales. Y que, por eso, ha sido tan discutida y discutible que tan solo Aznar se comprometió a no aplicarla y lo cumplió. Porque después de las dos ocasiones que dio Felipe González a los defraudadores en sus gobiernos, Zapatero, sin una ley que lo permitiera, prefirió cobrar a los evasores de la ‘lista Falciani’ que castigar la conducta defraudatoria de las rentas más altas.