Juan Carlos Viloria-El Correo

  • Sánchez caricaturiza y descalifica a la derecha «reaccionaria» para justificar su pacto con Puigdemont

Según la mitología griega, Pandora abrió la caja y de su interior escaparon todos los males. Así, los dioses se vengaron de Prometeo por haberle robado el fuego y entregarlo a los hombres. La cultura popular ha hecho suya la expresión coloquial y ya se puede decir que Pedro Sánchez ha abierto la caja de la amnistía y de ella se pueden escapar todas las calamidades políticas. O no. Dicen que cuando Pandora acertó a cerrar la caja solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza.

El candidato a la investidura sostiene que conceder la amnistía y despejar el camino a la autodeterminación de una parte de España, neutralizar a la Justicia y confiar en que los independentistas lo agradezcan renunciando a sus objetivos es hacer de la necesidad virtud y apostar por la convivencia. Ese sería el «espíritu de la esperanza» mitológico. Pero con una interpretación distorsionada de la historia, Sánchez sostuvo en su discurso de investidura que la aplicación de la ley a los sediciosos y el artículo 155 fue un fracaso. Y se preguntaba si no es mejor la Cataluña de 2023 que la de 2017. Pero no es fácil dilucidar si la desmovilización ‘indepe’ fue debido, precisamente, a la aplicación de la ley o al desvirtuamiento del Código Penal que supusieron los indultos y la rebaja de la malversación.

La táctica del candidato Sánchez en su discurso de investidura fue realizar una gran caricatura y demonización de la derecha para justificar su pacto con la izquierda radical y los independentistas del fugado Puigdemont. Acusó a la mitad del hemiciclo de reaccionario, trumpista,    homófobo, antifeminista, antipensionista y origen de todos los males mientras su Gobierno, en un ejercicio de autobombo rozando el populismo más descarnado, representa el progreso, la justicia social, la defensa de los vulnerables. La derecha para Sánchez encarna el odio, la incapacidad de gestión, miedo, frustración, desprecio.

Antes de entrar a defender la amnistía, Sánchez dejó en el hemiciclo un catastrófico retrato de la otra mitad del electorado y llegó a mencionar niños abandonados, gays perseguidos, barra libre a la corrupción, censura cultural… Un discurso muy ideológico y polarizador en un clima político en el que España se enfrenta a un momento trascendental de su historia reciente. Nunca un Gobierno ha tenido un presidente con tan precario apoyo en las urnas y tan dependiente de los independentistas radicales. Y una oposición parlamentaria con mayoría absoluta en el Senado, el control de la gran mayoría de comunidades autónomas. Además de todo el colectivo del sector judicial en abierto descontento. Pero Sánchez ha decidido abrir la caja de Pandora.