Santiago González, EL MUNDO 07/12/12
El presidente del Gobierno ponderó ayer -era obligado- la Constitución con razones de las que soy muy partidario y expuso tres condiciones para su reforma: saber para qué, consenso máximo o al menos superior al que obtuvo en su aprobación y plantearla en el momento oportuno. Sin embargo, es difícil mostrarse de acuerdo con Rajoy cuando dice en la misma pieza oratoria: «La Constitución está plenamente vigente».
No está vigente en toda España. Un suponer, Cataluña, donde las sentencias del TC y el TS tienen menos predicamento que los aforismos del Calendario Zaragozano y donde los gobernantes anuncian gallardamente que no cumplirán la ley. Hoy no hay manera de conocer la razón última del rechazo en Cataluña a la Carta Magna: si es por Constitución, si por española, o simplemente por ser ley.
Quién lo iba a decir hace 34 años, cuando los catalanes votaron el texto constitucional y lo hicieron con más entusiasmo que la media de los españoles, que fue alta. Ocho décimas más de participación, y los votos afirmativos, 90,46%, superaron en 2,6 puntos a los síes de España en su conjunto (87,87%).
‘Rubalcabal’ estaba más por la reforma: «[Hay que] cumplirla y adecuarla a los tiempos: no se me ocurre mejor forma de defenderla». Adecuarla a partir del máximo acuerdo, aunque, a partir de su increíble minoría menguante, no parece que pueda mover mucho al PP hacia sus posiciones de consenso. Por otra parte, la representación institucional también era menguante. No acudieron ni la mitad de los presidentes autonómicos, (8/17), faltó la Izquierda Plural y no hubo representación del Gobierno vasco en funciones, todavía socialista. Sí estuvieron UPyD, Coalición Canaria, UPN y el Foro Asturiano.
Del PSC, la representación en las cámaras y apenas nada más. También acudió José Montilla, el primer president que montó una manifestación contra el Constitucional (10 de julio de 2010) de la que fue expulsado por sus convocados.
La celebración institucional, discreta, fue compensada por las manifestaciones, no multitudinarias pero sí numerosas, que se celebraron en Madrid y Barcelona. Especialmente la última. Mas no cree tanto en los votos como en la calle y ve más jurisprudencia en el Barça que en el Supremo y el Constitucional juntos. Misterios de la identitat. ¿Qué puede haber más identitario que un equipo que juega a un deporte inglés con una plantilla cuajada de españoles y otros extranjeros? Todo este disparate arranca de su error de calibre en la manifestación de la Diada. A ver quién le convence ahora que ya sabe que con los votos es peor.
El 22 de septiembre, a su vuelta del corazón de las tinieblas, sólo le esperaban en la plaza de Sant Jaume 4.000 personas, según la Guardia Urbana. Y eso porque hicieron bajar a la plaza a todos los funcionarios de la Generalitat y el Ayuntamiento. Ayer, la misma Guardia calculó en 7.000 el número de manifestantes a favor de la unidad de España, la más numerosa que se ha producido en Barcelona. Ayer en Sant Jaume, hubo más banderas españolas que esteladas en los últimos meses. Quién lo iba a decir.
Santiago González, EL MUNDO 07/12/12