EL MUNDO – 19/12/15
· La imposibilidad de cerrar de la investidura de Mas engorda las expectativas de Podemos.
La de Cataluña ha sido una campaña extraña. Después de una movilización política sin precedentes, sostenida durante muchos meses, varios factores han provocado que el independentismo afronte el 20-D con más temores que esperanzas. La no reedición de Junts pel Sí –la coalición de CDC y ERC– y, sobre todo, la imposibilidad de cerrar la investidura de Artur Mas antes de las elecciones han disparado las expectativas de Podemos, que puede ganar en la comunidad.
Los partidos independentistas, Convergència y Esquerra, han hecho en los últimos días llamamientos desesperados a la participación, donde se han implicado tanto Mas como Oriol Junqueras. La CUP, que no se presenta, ha pedido a los votantes que se abstengan, y tanto Democràcia i Llibertat –la marca convergente para estas elecciones– como los republicanos temen que el de mañana sea el tropezón definitivo del ya maltrecho procés.
El candidato de DiL, Francesc Homs, se ha conducido a bandazos. En los primeros días se cebó con la CUP, a la que llegó a llamar «chavista», por no investir a Mas. Pero en la última semana ha cambiado de rumbo: en vista de que le iba a costar movilizar a los suyos, se ha centrado en augurar que el pacto con los antisistema es inminente, aunque ellos lanzan señales contradictorias.
CiU ganó las generales en 2011 por primera vez. En aquella ocasión, con el hoy candidato de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, como jefe de filas, los nacionalistas obtuvieron 16 escaños. En las previsiones más optimistas para mañana Homs puede alcanzar nueve o 10 asientos en el Congreso, lo que ya constituiría un batacazo notable. La poca concurrencia en sus mítines, en los que Mas se ha implicado a fondo, preocupa a los convergentes.
El caso de ERC es diferente. La apuesta de Junqueras es audaz: ha colocado de número uno al joven Gabriel Rufián. Por primera vez, un candidato del partido ha hecho casi toda la campaña en castellano, incluidas sus intervenciones en los debates televisados. El objetivo es claro: conquistar Barcelona y su área metropolitana, donde se concentra el mayor número de votantes y donde las opciones nacionalistas han sido tradicionalmente desdeñadas.
Convergència y ERC también se vigilan de soslayo porque el resultado de mañana puede cambiar el equilibrio interno de fuerzas del independentismo. Las encuestas pronostican que Esquerra superará por primera vez en unas generales a sus socios en Junts pel Sí. En la CUP esperan que ese sorpasso pueda contribuir a ablandar a Mas para que acabe proponiendo a otro candidato a la Presidencia de la Generalitat.
En Comú Podem, la marca catalana del partido de Pablo Iglesias, aparece en los últimos días de campaña como favorito. Tras el fiasco del 27-S, el candidato en las generales, Xavier Domènech, ha demostrado ser mejor cabeza de cartel de lo esperado. Eso y la participación decisiva de Ada Colau en la campaña –la alcaldesa de Barcelona se inhibió en las catalanas– han disparado las expectativas de la formación.
Hay otro hecho relevante que puede influir en una eventual victoria de En Comú Podem. Pese a que la CUP ha pedido formalmente la abstención, algún dirigente carismático –por ejemplo, el ex diputado Quim Arrufat– ha dicho que, si finalmente vota, lo hará por Domènech. La promesa de Iglesias de celebrar un referéndum puede también ayudar a seducir a la parte de los votantes de la CUP que no quiere investir a Mas bajo ninguna circunstancia, que según las encuestas es la mayoritaria.
El otro emergente, Ciudadanos, prepara con mimo su irrupción en el Congreso. El partido confía en que la comunidad que le vio nacer le proporcione un buen número de diputados, aunque Albert Rivera se ha centrado en otras zonas. El número uno por Barcelona, Juan Carlos Girauta, ha defendido principalmente dos mensajes: que el voto a su formación servirá para acabar con el bipartidismo y, a la vez, para enterrar el proceso soberanista. En C’s también se contempla propulsarse en las generales para mejorar sus ya grandes resultados del 27-S si finalmente hay nuevas elecciones catalanas en marzo.
Los partidos tradicionales no parecen tener las mejores opciones en Cataluña en unas elecciones más abiertas que nunca. Quedan lejos los tiempos en que la comunidad era uno de los principales graneros de votos del PSOE. Es impensable que Carme Chacón repita los 25 diputados (de los 47 que se reparten) que logró en 2008, y también que se acerque a los 14 de 2011. Pero la ex ministra confía en que sus continuos llamamientos al voto útil contra Rajoy le permitan luchar por la primera plaza.
Tampoco parece el año del PP, que logró en 2011 unos muy dignos 11 diputados en Cataluña. Las encuestas les auguran un serio retroceso ante el empuje de C’s; el candidato, Jorge Fernández Díaz, ha echado de menos más presencia de Rajoy en campaña. A diferencia de lo que ocurrió hace cuatro años, el presidente casi no ha aparecido.
Sólo falta Duran para completar el panorama. Ninguna encuesta le da escaño, pero él sigue confiando en que hay un espacio para el catalanismo moderado, para la CiU «de toda la vida» que dice que encarna Unió.
EL MUNDO – 19/12/15