SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

Uno va arrastrando desde antiguo el buen hábito de no tomar por pensamiento los tópicos coloquiales. De ahí que se asome a las redes sociales con más animus jocandi que con el sapere aude atrévete a saber, de Horacio; más por ganas de jugar que por afán de conocer. Hay expresiones, sin embargo, que llaman a la excepción, bien por su universalidad o por las características de la persona a la que describen. Un suponer: «La cara es el espejo del alma». La expresión tiene defensores muy cualificados, pongamos que hablo de Quevedo: «Señoras, si aquesto propio / os llegase a suceder / arrojar la cara importa / que el espejo no hay por qué».

Pongamos que hablo de Núria de Gispert, una acémila a la que Artur Mas colocó en la Presidencia del Parlament. También de Pablo Echenique, esa triste criatura a la que Pablo Iglesias quiere hacer ministro. Pero hoy toca De Gispert y no conviene dispersarse.

Esta mujer es una xenófoba químicamente pura. Ha hecho sus deposiciones varias veces en el albañal de Twitter y siempre en el mismo sentido. «Ancha es Castilla», habían dicho Pujol y Arzalluz, y esta pobre mujer habla de Cádiz, que está más abajo. Y habla de Inés Arrimadas, con la que tiene una especial obsesión. Le ha dedicado varias endechas de las que citaré dos: En noviembre de 2017, sugirió que volviese a Cádiz. Once meses después, en octubre del 18, la calificó de «inepta e ignorante. No sabe de nada. ¡Se debe encontrar muy mal en Cataluña! ¡Debe añorar su pueblo! ¿Quién la obliga a seguir aquí?». Nótese que la que califica a Arrimadas de inculta e ignorante es representante de una Cataluña cuyo animal totémico es el burro. Ayer hizo una lista de los otros catalanes, constitucionalistas que representarán a sus votantes en Madrid (Girauta, Arrimadas), en Estrasburgo, (Dolors Montserrat) y en la Junta de Andalucía (Enric Millo). Su ingenio chocarrero y zafio, plagió un dicterio xenófobo: «Cataluña aumenta sus exportaciones porcinas».

Quim Torra la distinguió con la Cruz de Sant Jordi y ella la estrenó como suele: rebozándola en sus basurillas. Podría colocar su estupidez junto a la foto de su honorable Torra, cada vez que viaja a Waterloo a recibir consignas. Pongan un primer plano del president junto a los cuatro citados y a ver quién parece un representante más genuino de la cabaña porcina catalana.

El fundador de la patria fue un ladrón del que nadie dice ni mú. De ahí para abajo le fueron sucediendo tipos cada vez menos dotados intelectualmente (Artur Mas, Puigdemont, Torra) que no suscitan el rechazo de sus paisanos. Ahora que la JEC ha negado a los fugitivos Puigdemont y Comín la candidatura a las europeas, van a ser sustituidos, con gran contento de todos por Gonzalo Boye, secuestrador de Emiliano Revilla, y por la pobre Beatriz Talegón, la moralidad y la inteligencia.

Pilar Marcos ha escrito una meritoria pieza en The Objective sobre la rareza del solitario escaño de Cayetana en Cataluña. Hay en ello una estricta coherencia, la del horror de la chusma a la excelencia. Por eso la rechazan –también a Albiol y los suyos–, por eso nadie encarna el alma del catalanismo como Núria de Gispert, su alma y el espejo.