La clave de bóveda

Alberto Ayala, EL CORREO, 21/6/12

La legalización era para la izquierda abertzale la prueba del nueve del nuevo tiempo

Corría el año 1976. El recién elegido presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, uno de los artífices de la transición a la democracia, proclamaba en su primer discurso televisado su intención de «elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle ya es normal». Pues bien, parafraseando aquellas históricas palabras, ayer, treinta y seis años después, el Tribunal Constitucional, al dar vía libre a la inscripción de Sortu en el registro de partidos, no hizo sino elevar a la categoría jurídica de normal lo que tribunales y política empezaron a normalizar hace un año.

El ‘caso Sortu’, si se me permite el símil, guarda ciertas semejanzas con el recurrente debate sobre el fuero y el huevo. La izquierda abertzale tradicional (IA) participa desde 2011 en todos los ámbitos de la política vasca y española, excepto en uno: el Parlamento autónomo. Lo hace a través de sendas coaliciones, Bildu y Amaiur. Y con evidente éxito, ya que gobierna Gipuzkoa, San Sebastián y decenas de consistorios más, además de contar con una nutrida representación de diputados y senadores en Madrid. Este sería el huevo.

El fuero

Pero quedaba el fuero. Hace algunos meses, un dirigente de la izquierda abertzale tradicional tan reputado como Rafa Díaz Usabiaga –ahora encarcelado– no dudaba en reconocer en un encuentro privado la importancia de lograr la legalización de Sortu. A su juicio, este paso sería algo así como ‘la clave de bóveda’ de que Euskadi se instalaba definitivamente en un nuevo tiempo, tras el adiós definitivo a las armas de ETA y el abrazo sin ambages del soberanismo a las vías exclusivamente políticas y democráticas, cuya irreversibilidad certificaba.

La historia ha demostrado que la ilegalización de Batasuna, su expulsión de la política consecuencia de su apoyo a tesis como la de la socialización del sufrimiento, fue determinante en la derrota política de ETA. La inscripción de Sortu viene a cerrar el camino del retorno, que se empezó a entreabrir hace un año con la legalización en segunda instancia de Bildu. Y llega porque sus promotores han certificado negro sobre blanco en los estatutos de la nueva fuerza política su absoluto rechazo al terrorismo, incluido el etarra. Si los hechos desmintieran sus palabras, la ley, que no ha variado una coma, permitiría revertir de inmediato la decisión adoptada ayer.

El anuncio del Constitucional merecerá con seguridad el plácet, y en ciertos ámbitos hasta el aplauso, de buena parte de la sociedad vasca. También el de la política. Y es que sólo PP y UPyD respaldaron la doble decisión del Supremo de prohibir la inscripción de Sortu e ilegalizar la marca Bildu, promovida, no se olvide, por un fiscal general del Estado nombrado por Zapatero. Otra cosa es la sociedad española, que ni participa ni comprende ni se fía de los acelerados pasos que se vienen dando en Euskadi.

El fallo asentará el nuevo mapa político vasco. Un escenario que se empezó a dibujar en las municipales y forales de 2011, que avanzó en las generales de noviembre y que se completará en las autonómicas con el regreso de la izquierda abertzale a la Cámara vasca.

Fracturas

Pero la decisión del alto tribunal deja también importantes fracturas, y no precisamente menores. El hecho de que la sentencia se haya adoptado por un solo voto (6 a 5) –con los magistrados elegidos por el PP votando juntos en contra y los progresistas, excepto uno, decantándose por la legalización–, y que el caso se haya resuelto en puertas de la imprescindible renovación del órgano (que pasará a tener mayoría conservadora) no hace sino extender la mancha de politización de la Justicia. Por no ayudar, tampoco ayuda a desmentir presuntos pactos ocultos al máximo nivel político para que el desenlace fuera el que ha sido, a los que ayer aludió la portavoz de alguna asociación de víctimas del terrorismo, y no precisamente de las más críticas con el Gobierno.

Si la legalización de Sortu marca el principio del fin de coaliciones como EHBildu, porque la IA ya no necesitará aliados con unas siglas legales para poder concurrir a las urnas, es una mera elucubración. De momento, en las autonómicas, EHBildu será la marca electoral de la izquierda abertzale y Sortu solo figurará debajo en letra pequeña junto a EA, Aralar o Alternatiba.

Alberto Ayala, EL CORREO, 21/6/12