JORGE DEL PALACIO-EL MUNDO
De aquí que las declaraciones de Miquel Iceta al diario Berria no sean un pronunciamiento ni extravagante ni extraño a la cultura política del PSC. Sino coherentes con su posición histórica ante el problema territorial español. El guiño al votante independentista, abriendo la puerta a la posibilidad misma de un referéndum de autodeterminación bajo ciertas condiciones objetivas, podría interpretarse como una estrategia puntual si se tratase de otro partido. En el caso del PSC llueve sobre mojado. Y las declaraciones de Iceta muestran la naturalidad con la que el partido se maneja en el registro y las tesis del nacionalismo catalán. Al punto de legitimar, así sea de forma indirecta, la hoja de ruta recogida en el lema Avui paciència, demà independència.
Lo cierto es que el PSOE y el PSC son dos partidos distintos. Y cuando el conflicto en torno a la cuestión nacional se activa muestran una notable dificultad para armonizar dos visiones divergentes de la organización territorial del Estado. En el libro Socialismo y federalismo (1873-1976) el profesor Daniel Guerra explica de forma brillante la historia de dos partidos con trayectorias políticas diferenciadas, que hunden sus raíces en tradiciones ideológicas distintas y que, tras una difícil coexistencia hasta la Guerra Civil, consiguen poner fin a una historia secular de desencuentros, enfrentamientos y escisiones en el Congreso de Montjuic de 1978.
Al decir de Daniel Guerra, «el PSC nunca ha sido la expresión catalana del socialismo español, sino la variante socialista del nacionalismo catalán». Y esta diferencia de base viene a explicar por qué bajo la bandera del federalismo una parte del socialismo español entiende el rediseño de la planta territorial del Estado como un mecanismo para satisfacer el principio de solidaridad territorial. Mientras que otra concibe la reforma constitucional como un instrumento para profundizar en la construcción de un Estado plurinacional.
Por ello las palabras de Iceta son coherentes con la trayectoria histórica e ideológica del PSC. Sin embargo, quien tiene más dificultad para dar explicaciones es el PSOE. Que solo encuentra la fórmula para neutralizar la pulsión nacionalista del PSC tratando de acomodar la planta territorial del Estado a la propia naturaleza de la relación entre ambas organizaciones. Es decir, no pudiendo hacer lo contrario, dando al Estado la forma del partido.