La Razón-Iñaki Arteta/Foto y vídeo: Alberto R. Roldán. 

Maite Pagazaurtundua, Teo Uriarte, Joseba Arregi y Josu Puelles se reúnen tras la polémica fotografía de la líder del PSE, Idoia Mendia, junto a Otegi.

 Citarse para comer es algo muy especial para los vascos. Maite Pagazaurtundua, Teo Uriarte, Joseba Arregi y Josu Puelles alrededor de una mesa para comer son mucho criterio sano por metro cuadrado. Pero hay comidas y comidas. Debería oler muy bien en la cocina en la que se reunieron Andoni Ortúzar, Arnaldo Otegi, Idoia Mendía y Lander Martínez. Ortúzar tuiteaba después: «A mi me tocó preparar hongos, Lander hizo una ensalada, Arnaldo un bacalao al pil pil e Idoia un turrón de foie y flan. Todo muy rico». Muy rico y muy fino. «Hay que confraternizar con diferentes», dijo más tarde en un tuit Ortúzar. Diferentes. ¿Diferentes?
 
 

Maite, Teo Uriarte, Joseba Arregi y Josu Puelles sí que son diferentes, dos de ellos sufren la pérdida de un hermano a manos de los terroristas, otro de ellos contempló el nacimiento de ETA y otro huyó del nacionalismo hace ya tiempo. Ellos no comen juntos por un compromiso ni por una foto, sino porque están hermanados en lo IMPORTANTE.

«No hay motivo para la polémica», ha dicho el presidente Sánchez tras ser preguntado por la reunión en la que la líder del PSE brindaba con Otegi. No por eso la famosa foto deja de atacar al mismísimo (y vasco) estómago de Maite Pagazaurtundua.

Maite Pagazaurtundua: A mí se me encogió el estómago literalmente. Para quienes sabemos lo que es pasar una Navidad tras otra con un muerto, ver la foto de Arnaldo Otegi tan contento, tan satisfecho junto a los de Podemos, Idoia Mendia y Andoni Ortuzar haciendo de facilitadores, de limpiadores del pasado de Otegi, me resultó tremendamente duro porque aparte del decoro o de la piedad, es que Otegi tenía que haber condenado la historia del pasado y haberse retirado de su presencia pública por vergüenza moral. Pero ninguno de esos sentimientos está en el mundo de los herederos de ETA.

Si lo que se pretende es decir «que a gusto estamos y que bien comemos juntos y que los que no vengan a esta fiesta y no brinden con nosotros pues se quedan fuera voluntariamente», bueno…vale, estás domesticado pero estás a gusto. Comes tu bacalao, tienes tu copa, la foto guay… pero está la sangre y la sangre no se ha limpiado. Y eso lo cambia todo. Todo podría ser diferente si no hubiera habido sangre. La sonrisa no borra la sangre.

La comida de la dignidad: LA RAZÓN reúne a los que no están dispuestos a blanquear el terrorismo de ETA

Joseba Arregi: Primero, ese abuso de lo gastronómico ligado a lo nacionalista. «Euskadi a culinary nation», dice una de las últimas campañas oficiales del Gobierno Vasco. En segundo lugar, organizar esa foto es ya penoso sabiendo que va a ser una representación de la exclusión, porque el que programó el encuentro sabía que iba a haber excluidos. Pero lo peor, ver a Arnaldo Otegi en el centro cuando todavía no hace tanto tiempo que se disolvió ETA. Por si había duda, es que no tienen piedad. Todavía peleamos por lo que significan las víctimas de ETA y hay políticos vascos de primera fila que se juntan con los que han pertenecido a ese siniestro mundo que no ha condenado la historia de terror de ETA, como si nada hubiera pasado.

Repugna intuir esa manera desvergonzada de pasar página, esa competición por atraerse al mundo abertzale, bien para buscar mayoría nacionalista (el PNV), bien para conformar una mayoría de izquierdas (PSE) con exclusión, por supuesto, del resto de las fuerzas políticas (la derecha española).

Todo esto sin haber enterrado dignamente a las víctimas.

Teo Uriarte: Convertir a unos políticos en cocineros es la frivolización de la realidad, es una búsqueda de hacer normal lo anormal y de enterrar el pasado, provocar el olvido. Y el olvido es la pieza estratégica fundamental del futuro que nos espera. Pero no solo desde el nacionalismo, también desde la izquierda rupturista. Olvidémonos de la Guerra Civil. Olvidemos el afortunado hito de la historia moderna española que fue la Transición y la Constitución española. Pongamos en valor las heterodoxias en el seno de la socialdemocracia y el mejor lugar es llevarlos a una cocina para que planteen el futuro de la ruptura política olvidando que Otegi fue un terrorista, que Otegi ha estado cuarenta años defendiendo el asesinato político, olvidando que Ortúzar está llevando adelante un estatuto de autonomía rupturista con la Constitución española y olvidando que la secretaria general del Partido Socialista está haciendo un papel de comparsa y contradictorio con lo que ha sido la socialdemocracia en este país.

Olvidemos todo esto para facilitar la ruptura política. Pero si empezamos a proponer desde una cocina una fórmula que olvide toda experiencia política –la negativa y, también, la positiva– que ha habido en este país, vamos fatal.

Josu Puelles: Me gustaría saber cuál era la intención del director del periódico cuando está proponiendo este encuentro pensando que esa foto es buena para la portada de su periódico el día de Nochebuena. Detrás hay indudablemente un mensaje que sospecho que tiene que ver con «esto es lo que hay», «el que no está aquí es un rencoroso» o «el que no quiere que la fiesta siga en paz»…

La playa de la Concha luce espléndida estos días navideños con algunos veteranos bañistas retando al frío para su inmersión diaria. Muchos donostiarras pasean con el Diario Vasco bajo el brazo. En Bilbao, las tiendas de la Gran Vía rebosan de gente. En Vitoria se aguanta el frío con un vino en la mano y el móvil en la otra mientras se organizan futuras comidas con los amigos.

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Joseba Arregi: Vivimos en una sociedad donde hay una tiranía creciente de lo políticamente correcto. Una tiranía de lo que es preciso admitir, de lo que es preciso saber, de lo que es preciso creer, y para librarse de eso y dar paso al instinto de honestidad se necesita por una parte asumir la soledad que ello implica, tener capacidad de articulación de las ideas y, aunque parezca prosaico, una mínima seguridad económica o laboral. No es fácil para el ciudadano atreverse a ello. La frivolidad, el diletantismo, la mala idea de alguno o algunos de los que estaban en esa cena aparentemente fraternal, nos cogen con las defensas destrozadas porque estamos inmersos en una cultura que está aboliendo el concepto de normalidad. Confundiendo el valor de la tolerancia con el no valor de la indiferencia. El credo general que se extiende es el de que cada uno puede hacer lo que le da la gana.

Teo Uriarte: La cocina no es el lugar de la política. Sí que puede ser el lugar de la conspiración y en ella se produce la legitimación de un defensor del terrorismo durante cuarenta años, como ha sido Arnaldo Otegi. De ella se expulsa a una parte de la política del país, que puede ser la derecha. Y ahí está Arnaldo Otegi que probablemente es el que se encontraba mejor en el ambiente y haciendo el bacalao. Y eso es lo correcto, es lo que va a gustar a la gente: ver a los políticos en una cocina. Los políticos no deben estar en una cocina. ¿Cuál es el discurso que queda? El mejor lugar para el encuentro de los políticos es una cocina, no es el Parlamento y de paso, legitimamos la presencia de un colaborador del terrorismo.

Joseba Arregi: Para esta gente, el hecho de que el Tribunal Constitucional aceptara como legal a Sortu y a Bildu, equiparan con que Sortu y Bildu son democráticamente partidos legítimos y no lo son. Ya sé que esto, decirlo en alto molesta pero no son legítimos porque no reconocen la pluralidad de la sociedad vasca, porque con ello no reconocen la libertad de conciencia. No son legítimamente democráticos o democráticamente legítimos, aunque sean legales. Y todo eso se salta en esa foto por la borda, se tira por la borda.

Teo Uriarte: La foto es un síntoma grave de la crisis democrática y de las actitudes rupturistas que amplios sectores de la política española están alentando en estos momentos. La información no puede ser mercancía, tiene que ser culturización y dirección política y a poder ser, ética.

Maite Pagaza: En esa foto falta el Partido Popular, falta el partido con más asesinados políticos tanto en los años 70 y 80 como en la siguiente fase de persecución del adversario político. Son ellos, los perseguidos los que han dicho: «No quiero ir a la foto con éste, que todavía no ha tenido ningún sentimiento de vergüenza moral». Vivimos la inversión de los valores.

Teo Uriarte: Es lo que nos viene, frivolizar sobre el pasado, pero por otro lado, tenerlo presente con Otegi. El futuro lo siguen marcando Otegi y Ortúzar, y ese es el éxito de ETA, haber conseguido que el futuro lo marquen ellos dos. Porque el resto o se ha asustado o ha optado por el desestimiento. Añádase a esto la crisis ideológica y teórica que viene padeciendo la izquierda que hoy no sabe qué decir absolutamente de nada.

Joseba Arregi: No vale el «yo puedo hacer o pedir lo que quiera y de cualquier manera» o por otra parte «yo puedo estar con cualquiera porque soy muy tolerante». Ser tolerante no es aceptar a alguien que lo que ha predicado y predica va en contra de la libertad de conciencia. Yo sí que le podría respetar a Otegi porque yo sí respeto su libertad de conciencia, pero solo cuando estemos en el mismo ámbito de respeto a esos derechos fundamentales (la conciencia, la vida, los derechos humanos) podremos hablar.

Josu Puelles: Eso sería respetar nuestra Constitución (las leyes comunes) y el Estado de Derecho. Es decir, respetar lo que todos los demás tenemos que respetar, porque si no hay marco no hay ley y si no hay ley no hay sociedad de personas libres. Yo te permito que seas libre pero tú tienes que respetar que yo lo sea también. Y la defensa de la historia de terror de ETA es incompatible con una comunidad política democrática, bloquea (debería bloquear) cualquier diálogo democrático.

Cenar, confraternizar con Bildu «es la victoria de la democracia», ha dicho Idoia Mendía. Nada nuevo bajo el sol, su partido ha pasado años compadreando no solo con el abertzalismo en cualquiera de sus denominaciones, sino con ETA. Pero no han sido los únicos, viene a decir la dirigente socialista. Ah.

Joseba Arregi: Sumemos a eso la incapacidad de respuesta de los partidos españoles. Jauregui dijo hace tiempo que «no se puede pedir a los nacionalistas que dejen de ser nacionalistas». Pero si son nacionalistas de forma no democrática ¡claro que tenemos que pedirles que dejen de ser nacionalistas de esa manera! ¿Por qué los derechos históricos de una comunidad valen pero a la vez se critica, por ejemplo, a la Monarquía?

Maite Pagaza: Parece claro que han fallado los partidos nacionales en hacer un buen discurso de defensa de la comunidad política que es España porque, entre otras cosas, viven en un selfie permanente, pero eso no significa que no haya millones de personas que no reaccionen ante este golpe de estado postmoderno que se ha producido en Cataluña o la actual situación general de frentepopulismo. Creo que hay una ciudadanía que sí tiene el instinto de lo que es decente, de que no podemos tirar por la borda lo bueno que hemos alumbrado en las últimas décadas pero tampoco olvidar lo que nos ha hecho sufrir, porque ha atacado lo más sagrado del ser humano, la libertad de conciencia. Y esto es lo que colisiona con la foto de la cena.

«Nos las arreglamos mejor con nuestra mala conciencia que con nuestra mala reputación» dijo Nietzsche.

En la Navidad vasca aún flota entre plato y plato la mala conciencia con la que pocos se quieren atragantar. La mentira se sirve como aperitivo también esos días.

Arteta: ¿Hubiérais asistido a un encuentro así?

Teo Uriarte: No, no. Nunca. Lo siento, pero allí no hay lugar para el encuentro. ¿Por qué? Porque no hay un espacio donde podamos encontrarnos. Es más, hace mucho tiempo ellos (los abertzales) me echaron de ese espacio y después quisieron matarme.

Josu Puelles: Hombre, es que Otegi sigue representando a aquellos que han asesinado a mi hermano y que pretenden terminar con lo que mi hermano significaba políticamente. Este señor no ha condenado su pasado, ha ido contra mi país y contra el Estado, contra el ordenamiento jurídico y el marco de convivencia que a mí y a todos nos hace libres. El pasado 5 de diciembre en el Parlamento Vasco, Otegi junto con el PNV han votado para declarar que la Constitución española es antidemocrática. Yo no cenaría ni con Ortúzar.

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Maite Pagaza: A mí me llaman del periódico para estar allí y les digo: «Mira majo, hay varias cosas por las que no voy a asistir, esa gente dice que la Constitución es antidemocrática, quieren cargarse el régimen democrático y constitucional y, además, no ha condenado la historia del terror y siguen homenajeando a los etarras delante de nuestras narices. Esto es una operación de blanqueo y no se puede caer en esas operaciones de blanqueo.

Joseba Arregi: Si uno se sitúa fuera de las leyes constituyentes de su comunidad, como proclama Arnaldo Otegi y en ocasiones también Ortúzar, el diálogo es imposible. Y así no se puede convivir porque para convivir tenemos que respetar todos el mismo marco. No vale el que yo lo respete y tú no.

Teo Uriarte: Las sociedades tienden a progresar, pero en ese proceso histórico a veces se producen también retrocesos, involuciones profundas (aparición de fascismos, dictaduras, populismos,…). En el caso del nacionalismo vasco, pienso que es posible que en futuro no muy lejano fracase, eso espero, pero hasta entonces ¿qué retrocesos se han producido en esta tierra a raíz del asesinato sistemático, de la presión, de la educación, de la culturización, etc., que ha ejercido el nacionalismo durante tantos años? Es que ha habido un elemento eje que ha sido la brutal actividad terrorista. Que es hasta un elemento filosófico por que, si no hubiera habido muertos ¿quién se iba a creer que este país tiene derecho a la independencia o que tenemos una cultura excelsa o el idioma más maravilloso del mundo? Lo que algún autor denomina «el rito sagrado de la sangre» lo perturba todo y eso lo hemos vivido y lo seguimos viviendo. Los hay empeñados en quitar esa mancha, pero también los hay quienes quieren que la mancha permanezca, porque para muchos es trascendente que se reconozca que si ha habido avances sustantivos en nuestra sociedad ha sido gracias a esa actividad violenta. Y porque la presión de ETA junto al asentimiento de los sectores nacionalistas, en muchos lugares del País Vasco les ha dado una enorme implantación social que siente agradecimiento hacia aquellos jóvenes que quitaron vidas, sí, pero dieron también la suya por crear una sociedad como la actual. Hasta tal punto funciona ese clima que el periódico en cuestión no tiene reparos en poner en portada esa foto porque es lo que cree que quiere la gente, ver a sus líderes de buen rollo. ¿Y quiénes son sus líderes? Pues los nacionalistas, pero claro, Idoia Mendía no quiere perderse la foto porque quiere parecer líder también, porque sabe que si no está en la cena de los que mandan, no existe.

Termina la reunión. El olor, rico, rico, a cocina sustituido por la reflexión. Los brindis sustituidos por miradas francas. Nada de risas de compromiso ni diálogos insustanciales. Si hay algo en común entre los participantes a esta mesa es la ausencia de intereses partidistas. Es el pensamiento libre el que discurre, reflexiona; es la perspectiva ética, la claridad, la que guía sus análisis. La claridad, esa actitud en trance de desaparecer.Se alejan de la reunión cada uno para un punto cardinal de esta tierra vasca por la que han sufrido y sufren, dejando tras de sí un inconfundible aroma a dignidad.No todo huele así de bien en el norte.