EL MUNDO 25/01/15
ALBERTO AYALA
· Las grandes corrientes de la política española alcanzan de lleno a Euskadi y reabren de nuevo el mapa político vasco
Todos los indicios apuntaban en esa dirección y la macroencuesta electoral que ayer, hoy y mañana publica EL CORREO lo refrenda. Las grandes corrientes de fondo que vienen agitando en los últimos meses la política española, derivadas de la corrupción, el empobrecimiento de amplias capas de la sociedad, el paro y/o la precarización del empleo, alcanzan de lleno a Euskadi, aunque sea con las lógicas peculiaridades.
Ha pasado poco tiempo desde que con el abandono definitivo de las armas por parte de ETA se pudo empezar a dibujar el que se pensaba iba a ser el mapa político vasco del futuro: cuatro actores principales –el PNV, la izquierda abertzale, el PSE y el PP–, eventualmente algún secundario –como UPyD en este momento– y evidente vocación de permanencia. Pues bien, ese diseño que se pretendía estable y para tiempo vuelve a quedar en cuestión con la potente irrupción de un nuevo actor, Podemos. Queda por desvelarse si es con carácter temporal o no.
Inestabilidad
La encuesta debe entenderse como una foto fija de la realidad política vasca a día de hoy, mucho más que como un pronóstico de lo que va a deparar la cita con las urnas del 24 de mayo. Y debe ser así por el carácter absolutamente novedoso del fenómeno Podemos. Porque se trata de un partido ‘anti’, surgido del desencanto, contra, mucho más que una fuerza nucleada en torno a algo, lo que le confiere una evidente inestabilidad.
Pero el trabajo desvela unas cuantas cosas. La primera, la más significativa, que el descrédito de los grandes partidos afecta al PP y en menor medida a los socialistas, como en el resto de España. Pero que roza también al PNV –excepto en Gipuzkoa, donde parece que los jeltzales pueden convertirse en el voto útil para terminar con el desafortunado gobierno municipal de la izquierda abertzale– y hasta a EH Bildu.
Por cierto que la confirmación del varapalo a la gestión de Izagirre refrendaría que el PNV acertó en su estrategia hace cuatro años. Entonces, el EBB decidió no formalizar pactos ‘contra’ los herederos de Batasuna y optó porque fuera la inexperiencia en la gestión y sus posiciones maximalistas las que devolvieran a la coalición de la izquierda abertzale a la oposición una legislatura después. Los cuadros de la naciente Podemos vasca harían bien en observar lo que parece avecinarse en Donosti y escarmentar, si fuera necesario, en carne ajena. Siempre resulta más fácil y menos doloroso que hacerlo en la propia.
Si un ’milagro’ (económico) o un giro ético de Rajoy no lo remedian, el PP vasco parece encaminarse hacia una dura derrota que amenaza con devolverle a un pasado en el que fue durante demasiado tiempo un actor secundario excluido de casi todas las decisiones. A día de hoy sólo el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, parece en condiciones de amortiguar mínimamente el batacazo de su partido, gracias a la polémica derivada de sus declaraciones sobre inmigración y ayudas sociales, y a su propuesta de recortar la RGI.
Tampoco pinta mucho mejor para el PSE de Idoia Mendia. La pérdida de apoyo social del PSE continúa. Lo mismo que las disensiones internas que, lejos de reconducirse en Álava, se han extendido a Bizkaia. Un horizonte como para aspirar a poco más que a amortiguar el golpe Podemos y a salvar los muebles que sean posibles como socio menor del PNV.
Tercer asalto
El tercer asalto de la batalla por la hegemonía en el campo abertzale tiene un claro favorito: el PNV. Claro que no es lo mismo que los jeltzales logren hacerse con el control de cinco o de las seis grandes instituciones del país que quedarse con tres. Aunque sean las dos vizcaínas, que ya tienen hoy, y recuperar el Ayuntamiento de San Sebastián, tres décadas después de perderlo en 1987, al año de la escisión de la que surgió EA.
Dependerá de dos cosas. De un lado de si el globo del ‘efecto Maroto’ se hincha o desinfla. En este momento, según la encuesta de Ikerfel, el regidor consigue en las municipales un 4% más de apoyos para el PP de los que obtienen los conservadores en la misma circunscripción a Juntas Generales. Si el plus baja, aumentarán las opciones del PNV de recobrar Vitoria, 16 años después de la retirada del carismático José Ángel Cuerda.
Quién gobernará Gipuzkoa y Álava dependerá muy probablemente de que Podemos, a quien la foto-sondeo sitúa en cabeza en el menos poblado de los territorios vascos, juegue o no sus cartas con todas las consecuencias. En otras palabras, de si intenta o no intercambiar cromos con la izquierda abertzale.
Se trata de una maniobra de máximo riesgo para el nuevo partido. Entenderse con EH Bildu carece de venta fuera de Euskadi y podría condicionar las posibilidades del partido en el resto de España en las generales de noviembre.
Por ello parece altamente improbable que Pablo Iglesias y su ‘núcleo duro’ terminen por dar su plácet a acuerdos de ese tipo. Si llegara a confirmarse, EH Bildu se quedaría sin socios potenciales y podría perder buena parte de su poder institucional.
De momento Joseba Egibar ya ha dejado claro que esta vez el PNV sí buscará pactos para gobernar allá donde pueda. Veremos.