Santiago González, EL MUNDO, 29/9/12
En esta hora crucial para la causa abertzale se nos han vuelto a adelantar los catalanes, como ya habían hecho en el 32, por otra parte, al conseguir su primer Estatut cuatro años antes que el nuestro. Hay que decir que el burukide máximo ha estado listo al buscar la foto que ayer se hizo en compañía de Artur Mas en Barcelona. El president ha estado generoso al regalarle al candidato nacionalista a lehendakari la foto que la víspera le había negado al mismísimo Rey de España. Si esto ha pasado con el partido-guía, qué no habría pasado con la izquierda abertzale, que ayer trataba de recuperar el terreno que nos había sacado de ventaja el nacionalismo catalán, expresando sus posicionesy propuestas una pluralidad de portavoces que iban a coincidir en lo fundamental en esta hora de encrucijada. Esta pluralidad es muy característica de los movimientos totalitarios. «Hagamos florecercien flores», dijo Mao, que se expresaba siempre con parábolas, como Jesucristo. Así que ayer se expresaron simultáneamente la candidata a la Presidencia del Gobierno vasco por la agrupación electoral que representa a la ilegalizada Batasuna, Laura Mintegi, que habló en Bilbao, y los portavoces habituales de la izquierda abertzale, Maribi Ugarteburu y Pernando Barrena en San Sebastián, dirigiendo un llamamiento al PNV, el PSE-EE, el PSN y Geroa Bai a «alcanzar un acuerdo de mínimos respecto al derecho a decidir». El derecho a decidir es uno de esos pleonasmos magistrales que el lenguaje político de los nacionalistas vascos ha regalado al mundo. Se refiere a un derecho que se da por descontado en democracia; lo ejercen los ciudadanos cada vez que votan. Se quejan los Mas de que lo que ellos más quieren no lo tienen en el menú. Nohay razones para suponer que Urkullu haya leído mucho a Montesquieu, y Mas todavía menos, si me permiten este elemental retruécano, pero ambos deberían tomar nota de la sabia observación en El espíritu de las leyes: «La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, de modo que si se pudiera hacer lo que las leyes prohíben ya no habría libertad, pues los demás tendrían esa misma facultad». La candidata Mintegi no se salió durante su exposición del registro socioeconómico y sólo en el turno de preguntas se permitió alguna alegría soberanista. También ofreció pacto, como sus colegas, «un pacto nacional para tratar de construir país, para salir de la crisis y para construir la paz». Dos referencias a la construcción en 18 palabras definen esa tarea de albañiles que es la construcción nacional. Hay una cierta contradicción en el hecho de una de las ideas básicas sea la moratoria de inversiones en grandes infraestructuras. Pero así son las cosas. Herri Batasuna prometió elaborar un Estatuto Nacional de Autonomía, que iba a ser alternativa al de Guernica. Diez años tardaron los académicos batasunos en ponerse a la tarea. Finalmente lo elaboraron entre los años 89-90, aunque Ibarretxe les ganó por la mano al hacer aprobar en la Cámara vasca el 30 dediciembre de 2004 un plan de convivencia amable con España, con forma de Estado Libre Asociado, inspirado quizá en Puerto Rico, pero con un penetrante aroma a Andorra. Esto es un eterno retorno. Aunque ellos van en serio, saldremos todos con la cabeza caliente y los pies fríos, ya verán. Qué gente lleva mi carro.
Santiago González, EL MUNDO, 29/9/12