La contraofensiva

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 26/01/14

· Ha empezado la última batalla, por ahora, del contencioso catalán, sin que Barcelona sea Kiev.

EL desembarco, ¿o hay que decir abordaje?, del Gobierno Rajoy en Barcelona, capitaneado por su presidente y la plana mayor de sus colaboradores, pone fin al largo periodo de silencio, pasividad, casi indiferencia, ante el desafío que desde allí llegaba. Silencio y pasividad que extrañaba a muchos, intranquilizaba a algunos e indignaba a bastantes, deseosos de una respuesta más contundente, a medida que la ola independentista crecía.

No faltaban, sin embargo, quienes creían que se trataba de otro despliegue de la estrategia favorita de Rajoy: dejar que Mas y sus socios se consumieran en el incendio que ellos mismos habían iniciado. Estrategia más de pescador que de cazador, que en el lenguaje de ese deporte se denomina «dar carrete al pez», para que en su alocada huida, el anzuelo se hinque aún más en su boca.

Sea cual fuere la explicación. Esa etapa parece haber acabado. Rajoy y su gobierno pasan a la contraofensiva en el mismo corazón del adversario. Y lo hacen con un doble discurso, que para no usar lo del «palo y la zanahoria», vamos a llamar de la «advertencia y el obsequio». La advertencia es que, de elegir el camino de la ruptura con España, Cataluña se encontrará en una situación mucho más precaria de la que le han contado sus independentistas por el simple hecho de perder, de golpe y porrazo, todas las conexiones oficiales con el mundo occidental y buena parte del resto. El obsequio es una «nueva metodología» para distribuir el dinero público entre las comunidades, que se describe como «más racional, al tener en cuenta los servicios públicos que éstas ofrecen a sus ciudadanos». Metodología que un panel de expertos decidirá el mes que viene en Gerona y es de suponer favorecerá a Cataluña.

El riesgo de esta estrategia dual es también doble. Puede no satisfacer a un Mas, que ya se ha comprometido con la consulta, y puede soliviantar al resto de las comunidades, sobre todo aquellas que han hecho grandes sacrificios para ajustar sus gastos, mientras Cataluña disparaba con «pólvora del rey», en este caso el dinero de todos los españoles, en sus alardes soberanistas. Aparte dejar la amarga impresión de que se había cedido ante el chantaje de los nacionalistas, no en todo lo que pide, peso sí en parte.

Todo esto tiene que saberlo Rajoy tan bien o mejor que usted y yo. ¿Qué sentido tiene, pues, este desembarco suyo en Cataluña al frente de su equipo, si no va a convencer a Mas y puede soliviantar a los españoles que deja detrás, hartos de asimetrías? Sólo le veo uno, pero es importante: mostrar de la forma más clara y rotunda que el Gobierno español está dispuesto a dar la batalla para que Cataluña no se separe de España a aquellos catalanes que se sienten también españoles y han estado olvidados, ignorados y desamparados desde el comienzo de la Transición. Que a lo mejor son bastantes más de los que nos han hecho creer.

En cualquier caso, ha empezado la última batalla, por ahora, del contencioso catalán, sin que Barcelona sea Kiev.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 26/01/14