EL CONFIDENCIAL 16/03/17
JOSÉ ZORRILLA
· Hemos pasado de la posición 36 a la 41 en el índice de Transparencia Internacional, entre otros indicadores. El resto del planeta lo percibe, pero en España la inmovilidad viene siendo la norma
La corrupción en España es global y preocupa al mundo. En el índice de Transparencia Internacional pasamos de la posición 36 a la 41 sobre un total de 176 países. Dentro de la Unión Europea somos el 17 sobre 28. En fin, empatamos en esa clasificación con Brunei y Costa Rica. Y estos datos alarman a los reguladores globales.
Empecemos por la división criminal del Departamento del Tesoro (FinCEN) de EEUU. En marzo de 2015 abre una investigación sobre la Banca Privada de Andorra sospechando blanqueo de capitales en Venezuela, China y Rusia. Las clasificadoras intervienen de inmediato. Fitch baja el rating de BPA de B+ a BB y Standard and Poor se dirige a la propia Andorra a la que hace pasar de BBB+ a BB. Es la segunda caída de clasificación desde octubre del 2014.
Sin embargo es en la sucursal de Madrid donde se esconde el núcleo del problema. Empecemos por la mafia rusa. Gennady Petrov abre camino, si bien hemos de añadir como pieza separada otro gran personaje de ese mundo, Zakar Khalasov, viejo conocido de la policía española. A pesar de los procedimientos abiertos contra ambos, los dos pudieron volver a Rusia, donde no parecen haber encontrado excesivo castigo. En lo referente a China tenemos como referente a Gao Ping, investigado en la propia España por blaqueo de capitales. Finalmente queda por aclarar la operación de arrendamiento inverso de unos dos mil millones de euros a cargo del Banco Santander en la que tiene participación central la fortuna de los Pujol. Aquí la conexión parece ser latinoamericana, esencialmente panameña, si bien juegan un cierto papel otros paraísos fiscales mas cercanos a la propia Europa.
El nombre de Botin vuelve a aparecer en la lista Falciani, en la que ocupa el 10% del total de los fondos opacos. El aludido regulariza su situación con Hacienda y el tema queda resuelto.
Pero todo este ir y venir suscita la inquietud del medio de comunicación de referencia, esto es, el New York Times. Preocupado por las dificultades económicas de todos los periódicos del mundo, al menos los de soporte papel, menciona a El País como tibio con las prácticas corruptas de España.
Un veterano de la casa, Miguel Ángel Aguilar, hace suya la argumentación. Cinco días más tarde el periódico le despide.
Se destapa la caja de los truenos y se rompe la relación estratégica entre El País y el New York Times. Yo he visto el cuadernillo del NYT, acompañando al medio de cabecera local, en países tan alejados como Georgia y Bolivia. Durante años acompañó a El País. Ya no. Es una mala novedad y una excepción en el panorama de la prensa occidental. Cuando ya se pensaba que el tema estaba mas o menos reconducido, salta a principios de 2016 el escándalo del Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) en Madrid. Seis de sus dirigentes, entre ellos los CEO, tanto español como europeo, terminan en la cárcel.
Da esto mas munición al NYT, que pasa a recoger el caso Ana Garrido. En fin, los que seguimos ese medio vemos con alarma que cada vez que se menciona el nombre de España suele acompañarse de la palabra «corrupción».
Epílogo. Se publica el informe de Derechos Humanos del Departamento de Estado este 2016 y literalmente dice «los problemas mas significativos de Derechos Humanos incluyeron… corrupción sistémica por agentes del Gobierno«.
Del Gobierno o no, todos los imputados están en libertad menos tres empleados del ICBC.
Y en esas estamos. Al respecto, tres observaciones finales.
1.- La cantidad y la calidad de la corrupción española es global. En este campo España es país del G7.
2.- No es ni deseable ni conveniente formar en los malos libros tanto del sector público como privado de la primera potencia del mundo, cuyo zócalo de valores compartimos.
3.-Y aquí, contra mi costumbre, entro en política interior. Es suicida creer que la ciudadanía tiene tanto miedo a Podemos que con corrupción o sin ella seguirá votando PP. Las Facultades de Sociología de todo el mundo tienen miles de libros, papers y artículos sobre el tema del populismo. Y hay unanimidad al respecto. Por mucho miedo que inspire a los electores se llega a un punto de ruptura en el que el votante prefiere los populistas antes que los corruptos.