La crisis y la independencia

EL CORREO 23/07/13
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

El pasado día 11, un grupo de pensionistas se reunió en la sede del Parlamento vasco con representantes de EH Bildu para reclamar un sistema vasco de pensiones que evite los recortes que ha aprobado el Gobierno central. Los problemas económicos de España se han convertido en una buena excusa de nacionalistas vascos y catalanes para predicar la ruptura con un Estado que, según afirman, se ha convertido en un lastre.
La crisis causa estragos en la vida cotidiana de numerosos ciudadanos a los que se señala un culpable claro de sus problemas, España, y se les indica, además, una solución, la separación de ese Estado, para salir de esos problemas y llegar al país de Jauja. El grupo de pensionistas abertzales sólo es un caso más. Eso sí, cuando pidieron un sistema vasco de pensiones no explicaron, o no les explicaron a ellos, cómo harán para seguir cobrando las mismas jubilaciones que ahora –que, además, son más altas que las del resto de España– sin la ayuda de los cotizantes españoles que en la actualidad cubren los alrededor de mil millones de déficit al año que genera en el País Vasco el sistema de pensiones. Debe ser un detalle menor. Que la realidad no les estropee el sueño.
Al igual que pasa con la crisis económica, el nacionalismo utiliza la crisis política para marcar distancias con España. La crisis de los dos grandes partidos y de las instituciones es vista como una oportunidad para romper con el Estado e impulsar el independentismo.
La crisis provoca debilidad en las instituciones y, sobre todo, puede provocar falta de legitimación y adhesión popular y eso es lo que pretende aprovechar el independentismo. No tratan sólo de sacar partido al hecho de que los responsables del Estado –sean Gobierno u oposición– tengan que dedicar más energías a los problemas internos que a la gobernación, sino de fomentar el descontento social para que la idea independentista encuentre eco entre sectores que no ven respuestas a sus necesidades procedentes de unas instituciones bloqueadas por la crisis.
Esto es más claro en este momento en Cataluña que en el País Vasco, aunque la izquierda abertzale tiene los ojos vueltos hacia la política catalana como fuente de inspiración. La unidad nacionalista en torno a la bandera de los más radicales, la tentación de la ruptura con la legalidad, la actuación por vías unilaterales, la amenaza de dar pasos irreversibles sin esperar acuerdos con el Estado y la idea de la desobediencia civil tienen cautivos a los líderes de la izquierda abertzale que están pendientes de ver cómo evoluciona la situación catalana. Su gran problema para trasladar el modelo catalán al País Vasco es que el PNV no parece tan dispuesto a suicidarse en brazos de la izquierda abertzale como CiU con su izquierda independentista. Tal vez porque el PNV está aprendiendo en cabeza ajena al ver el coste que tiene para sus amigos de CiU tal estrategia.