TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • El Gobierno de La Moncloa se ha instaladoen el caos del agravio comparativo entre las comunidades autónomas
Sin haber digerido todavía el ritmo acelerado con el que se van propagando los contagios del Covid, agravados después de Navidad, la viróloga del CSIC Margarita del Val nos acaba de poner al día con su etiqueta precisa. Hemos empezado el año con la cuarta ola de la pandemia. La cuarta. Estamos en el peor momento y si la vacunación no toma la velocidad prometida, habrá pandemia para rato. Esa ha sido su sentencia. Tal cual. Sin adornos ni subterfugios. Zas. En toda la mascarilla.

No es cuestión de «dar todo el tiempo malas noticias», como dice el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto. Pero hay que escuchar más a los expertos. Porque los gestores políticos no pueden con la pandemia. Técnicos y científicos con nombre y apellidos. Tanto los que no asesoran a los gobiernos como Rafael Bengoa, que recomiendan un confinamiento intenso y corto, como los colegios de médicos que denuncian que, desde las instituciones, se les ignora. Y, si logramos no dejarnos embaucar por los cantos de sirena que acompañan a la lira de Fernando Simón, que tan bien se lo pasó en Navidad, quizás sepamos a qué atenernos. Entre la competencia por las vacunas y los palos de ciego con las restricciones, se ha desatado un agravio comparativo entre las comunidades autónomas provocado por la inhibición del Gobierno de La Moncloa.

En nuestro país la gestión de la pandemia se ha enredado en un nudo gordiano con el mando único descentralizado y la cogobernanza autonómica. Sánchez no ejerce ni deja ejercer. Ya hemos podido comprobar este año cómo todo lo malo se contagia. Y este presidente está tan desaparecido como su vicepresidente segundo cuando surgen problemas que no se pueden resolver a golpe de propaganda. Otra cosa son los focos y los oropeles. Por eso hoy en la conferencia de embajadores que clausurará el Rey podremos ver a los dos en el escenario.

Hay que escuchar más a los expertos porque los gestores políticos no pueden con la pandemia

¿Cómo están consiguiendo celebrar la competición de la Copa América en Nueva Zelanda sin restricciones, ni mascarillas, con público y sin distancia de seguridad? Nos preguntábamos este fin de semana. Pues con medidas muy restrictivas durante todo el año. Con fronteras cerradas, con excepciones. Y con los deportistas confinados en sus bases.

Aquí se siguen haciendo mal muchas cosas. Por eso algunas comunidades autónomas, agobiadas por el índice de contagios, presionan a Sánchez para poder tener más margen a la hora de adoptar restricciones. Para eso se necesita otro marco de estado de alarma que el Gobierno no se atreve a tocar. «Tan intervencionista es obligar a confinar como impedirlo», protesta el ex ministro socialista Miguel Sebastián para reforzar su estupor ante la negativa del Ejecutivo a modificar el decreto del estado de alarma. Tampoco va mejor la campaña de vacunación. El reparto de vacunas ha provocado otro agravio comparativo.

¿Cuántos van ya ? Decir Illa que tendrán prioridad las comunidades que estén más adelantadas con las inyecciones y la presidenta de Madrid, como el lehendakari Urkullu (las dos comunidades más atrasadas), han puesto el grito en el cielo por considerarlo injusto. Cuánta pérdida de tiempo y energía ante un problema que bien se podía haber evitado. El Gobierno se ha instalado en el caos del agravio comparativo. A estas alturas ya no se puede decir que no sabían lo que se nos venía encima. Después de casi un año y en la cuarta ola. Que una cosa es que mantengamos la higiene y otra muy distinta que el Gobierno de La Moncloa se lave las manos.