ABC-IGNACIO CAMACHO

PP y Cs se mueven por la precampaña a bandazos. Con su rumbo errático han permitido que Vox les marque el paso

ES posible que las proyecciones demoscópicas y las percepciones sociales se estén equivocando pero la precampaña de la derecha huele a batacazo. Mientras Sánchez va por ahí prometiendo dentista gratis, rentas básicas y matrículas subvencionadas a los universitarios, el PP y Cs se mueven a bandazos y ofrecen sensación de rumbo errático. Han permitido que Vox los lleve del ronzal y les condicione el discurso, la estrategia y hasta la selección de los candidatos. Abascal les marca el paso a través de eficaces mensajes subterráneos que difunde en las redes y los grupos de whatsapp según el manual del gurú trumpista Bannon. Ni Rivera ni Casado encuentran el tono; se les empieza a notar desorientados, titubeantes y cada vez más preocupados por la sombra del fracaso. Nerviosos ante la crecida del PSOE en las encuestas, espantan fantasmas a manotazos. Penalizado por la división, el bloque liberal-conservador carece además de un liderazgo claro y ese vacío lo puede conducir a la frustración de ganar en votos y perder en escaños.

La propuesta de un gabinete de coalición que ha efectuado Rivera es tan obvia que su propia formulación causa extrañeza. Todo el mundo la da por hecha si suman masa crítica suficiente para componerla. Salir con eso a estas alturas resulta una ocurrencia que sólo puede transmitir la impresión de falta de mejores ideas. Pero casi peor ha sido la desdeñosa respuesta –el Ministerio de Exteriores– con que el líder del PP ha reaccionado a la oferta. Ambos se comportan como niños repartiéndose en la puerta de la escuela unos caramelos que aún no han sacado de la tienda. Ninguno de ellos parece comprender que lo que se tienen que repartir, ya que no han sido capaces de unir sus fuerzas, son los papeles que les permitan desalojar a la izquierda. No aciertan con la letra ni con la melodía ni con la tecla.

Enfrente, Sánchez va de paseo, atento sólo a no cometer errores y dejar que los adversarios se hagan daño entre ellos. Su mayor inquietud actual consiste en que se desfonde Podemos, al que necesita como costalero. Los socialistas, quizá confundiendo la realidad con sus sueños, han comenzado a acariciar la posibilidad de prescindir del independentismo para seguir en el Gobierno. En todo caso están satisfechos porque han cerrado la frontera por la que se escapaban hacia Ciudadanos muchos votos de centro. En realidad la ha cerrado el escoramiento de los naranjas hacia el flanco derecho en su intento de disputar un territorio que ya tenía dueño. Ese duelo interno achica a los tres contendientes el terreno y los aboca a enfrentarse con la ley d’Hont y sus implacables efectos.

Tras el precedente andaluz nadie puede, por supuesto, descartar que surja una sorpresa escondida, una sacudida de rebeldía. Pero ahora mismo el presidente tiene la partida donde quería: en ese punto en que él puede marcar los tiempos y la iniciativa.