La Derecha, sin partido

EL MUNDO 21/12/16
F. JIMÉNEZ LOSANTOS

LA RENUNCIA a la presidencia de honor del PP por parte de Aznar, su verdadero creador desde 1989 aunque el título de presidente fundador lo ostentase hasta su muerte Manuel Fraga (que en cambio sí fundó Alianza Popular) significará poco para los que no creen que un partido político ha de representar unas ideas determinadas y contraer con los ciudadanos el compromiso de defenderlas en la oposición y plasmarlas si llega al poder. En rigor, para los que no creen en la política, sea porque la ven como un obstáculo en el camino hacia el poder absoluto, como Podemos y los nacionalistas, sea porque la entienden como una variante delictiva del asociacionismo, a medio camino entre el sindicato de intereses y la mafia, como muchos escépticos, la renuncia de Aznar no significa realmente nada.

En cambio, para los que creemos que la política es necesaria –no suficiente– para alcanzar un Estado de Derecho y que sin partidos no hay ni puede haber democracia, la renuncia de Aznar significa muchas cosas. La esencial, constatar que en España ya no hay un partido liberal-conservador que represente a esa amplia clase media, espina dorsal de nuestra nación, creada en el segundo franquismo, que se consolidó con UCD, sobrevivió al PSOE y alcanzó su plenitud con Aznar en el poder, cuando el peso del sector público pasó de casi el 60% del PIB a menos del 40%, se crearon cinco millones de empleos bien pagados, se recortó el gasto público y se alcanzó en sólo dos años el equilibrio presupuestario para entrar en el euro.

También el carismático González, en 13 años de Gobierno, supo capitalizar el éxito de la Transición y hasta atribuirse el mérito del Rey y Suárez en la llegada de la democracia. Pero su política interior fue de enorme corrupción y la exterior demasiado panameña, entre el franquismo y el PRI. Con Aznar, por primera y temo que última vez, España tuvo una política exterior occidental que sacó partido de nuestro éxito económico y logró ayudas de la UE para crear una moderna red de infraestructuras. Bajó tres veces el IRPF, así que ya no pintaba nada en el partido socialdemócrata de Rajoy, que va por su segunda masacre fiscal.

Pero sin el PP de Aznar el centro-derecha español se queda, por primera vez, sin partido político que lo defienda, porque La Sexta no lo hará. Y esa es una pésima noticia.