José Alejandro Vara-Vozpópuli
- No es Ceuta, es Andalucía. La trifulca entre el PP y Vox no es ideológica ni de principios, sino de objetivos. Electorales, para más inri
«Conozco a tan poca gente que no seamos unos pelmazos», confesaba Sthendal, maestro supremo en el arte de agotar lectores mediante profusas páginas e interminables historias, algunas quizás encomiables. Agotador resulta el tironeo reincidente del PP con Vox, y viceversa, enfrascados en estériles disputas que tan sólo logran despertar el descrédito propio y el desprecio ajeno. El origen de la actual pelea, que abruma espacios y titulares, tiene su eje central, esta vez, en Ceuta. Puro artificio. La contienda se dirime en Andalucía, próxima estación del calendario electoral, región en la que tantas cosas hay en juego.
Vox reaccionó en forma airada a la abstención del PP ante la declaración de ‘persona non grata’ a su presidente, Santiago Abascal, líder de la fuerza más votada en la ciudad. La iniciativa, tan agresiva como inaceptable, estaba impulsada por un partido de simpatías musulmanas, y fue secundada por el PSOE. El PP local se cruzó de brazos y dejó hacer, bajo la excusa de que Abascal alentó la crispación, esa palabra, durante la reciente invasión marroquí del territorio ceutí.
Más sorpresa causó aún lo explicado por el alcalde Martínez-Almeida, quien actuó en su condición de portavoz nacional del PP, quien lejos de retractarse, reclamó la existencia de uno, dos, cien mil Vivas
Han llovido las descalificaciones, amenazas, desprecios superlativos y venablos espasmódicos. Una pelea adolescente, huera, banal y, lo más odioso, absolutamente prescindible. No reaccionó Génova con acierto ni elegancia al encargarle la rectificación a Andrea Levy, concejal de Cultura en Madrid, quien esa jornada debía centrarse precisamente en sacarle lustre a la distinción con que la Unesco premió a la capital. Más sorpresa causó aún lo explicado por el alcalde Martínez-Almeida, quien, en su condición de portavoz nacional del PP, lejos de retractarse, reclamó la existencia de uno, dos, cien mil Vivas, a la sazón presidente de la ciudad autónoma y uno de los protagonistas de esta zarabanda estival. ¿A qué navegar sobre el acierto si puedes naufragar en el error? Suetonio. No, Vivas, no.
Las voces y las ofensas prosiguen odiosas, sin que la alta dirección de los populares haya osado abrir la boca, tal y como reclaman los presuntamente ofendidos. Una pelea de gallitos bobos, un capítulo más de las trifulcas en las que se enzarza, con simpar desacierto, la derechita gritona y gesticulante, que conoció su punto cimero en la moción de censura presentada por Vox contra Pedro Sánchez. El venenoso discurso de Pablo Casado removió más de una tripa. Desde Vox se proclamó entonces la ‘ruptura de relaciones’, cual si se tratara de dos Estados soberanos en disputa. Jorge Buxadé, portavoz de Vox, ha anunciado también ahora otra ‘ruptura de relaciones’ hasta que Casado no de su brazo a torcer, humille la cerviz y se deshaga en una carretada de excusas por haber incurrido en semejante exceso. ¿Y en qué consiste ‘romper relaciones?. «En que tomamos nota», dijo Buxadé en la tertulia de esRadio. Ah, vale.
Todo cuanto impulsa la Moncloa forma parte de una estrategia obsesiva y recurrente al objeto de modificar los cimientos de nuestro estado de derecho y alejarlos de los esquemas que caracterizan a las democracias occidentales
En este mundo, como decía Renoir, todo dios tiene sus razones. En Ceuta, también. Pero no vienen al caso. La situación nacional dista mucho de estar para este tipo de algarabías. Sánchez desparrama, en forma violenta y acelerada, un sin fin de iniciativas que no buscan tan sólo modificar de raíz el tablero de nuestra convivencia sino, sencillamente, propiciar un cambio de régimen. Memoria histórica (con otro enunciado), Seguridad Nacional, España multinivel… las últimas iniciativas de la Moncloa forman parte de una estrategia obsesiva y recurrente para modificar los cimientos de nuestro estado de derecho y alejarlo de los esquemas que rigen en las democracias occidentales.
El oasis andaluz
De ahí lo inoportuno de la zapatiesta pueril entre las fuerzas de la derecha. Incapaces de fijar como objetivo al verdadero enemigo, se enzarzan en necias refriegas que mueven, inevitablemente, al general bochorno. El problema no es Ceuta, que también, sino Andalucía, donde Vox pretende relanzar su marca, levemente alicaída en los sondeos. Abascal reclama allí una convocatoria electoral inmediata, confiado en que arañará votantes del crepuscular Cs y algunos desengañados del PP, si los hubiera, y así podrá poner coto a la declinante imagen de su formación según los sondeos. Juanma Moreno, presidente de la Junta andaluza, no considera oportuno los comicios. No hay motivo suficiente que lo justifique y, especialmente, que lo entienda la gente. Las cosas en Andalucía marchan bien, el Gobierno de PP y Cs es ejemplar y el apoyo de Vox, salvo algunas zancadillas de última hora, no ha propiciado problemas.
Las cosas han cambiado. La derecha, lejos de darse la mano y lanzarse en comandita a desalojar a Sánchez y su pandilla basura de la Moncloa, se entretiene en sacudirse collejas que tan sólo favorecen a la izquierda. Así están las cosas. «De una fealdad capaz de hacer recular a la estrellas», diría Borges. Todo gira en torno a una añagaza con vistas a un indefinido horizonte electoral. Problemas de ansiedad. La ‘derechita’ bien haría en tomarse un valium. Faltan más de dos años para las generales. Paciencia, hermanos.