La diplomacia exterior de Mas suma un nuevo fracaso en EE.UU.

ABC 20/04/15

· Su viaje se saldó con «contactos discretos», reuniones canceladas y nulo interés mediático

Ni el gasto en «embajadas» ni la contratación de un «lobby» ni el envío de cartas obtiene resultados

Los voceros soberanistas valoraban días atrás la figura de Hillary Clinton, no tanto por su decisión de presentarse a la presidencia de Estados Unidos, sino por el hecho de que, en 2009, durante una conferencia en el Parlamento Europeo, se negó a pronunciarse sobre la independencia de Cataluña. «No intervendré en los asuntos internos de ningún país europeo», declaró.

En el mejor de los casos, la persistente, pero estéril, política exterior del presidente Artur Mas suele obtener este tipo de respuesta, pues los contactos internacionales del líder de CiU terminan en fiasco. El ejemplo más reciente tuvo lugar precisamente en el país de Hillary Clinton, a donde Mas viajó el pasado 7 de abril a Estados Unidos para participar en una conferencia en la Universidad de Columbia, organizada por uno de sus economistas de cabecera, el profesor Xavier Sala i Martí.

El dirigente autonómico pudo dar rienda suelta a su proselitismo independentista. Según manifestó después, en Norteamérica «se entiende» el proceso catalán. Expresión que sonó tan ambigua como asegurar que estaba «satisfecho» con los «contactos discretos» mantenidos.

Nuevas «embajadas»
En este sentido, una de las citas más importantes incluidas en el programa inicial era una reunión con el gobernador de California, Jerry Brown, quien anuló el encuentro debido al fallecimiento de su hermana. Este imprevisto no alteró excesivamente la agenda de los medios de comunicación estadounidenses, que no realizaron ningún despliegue mediático para cubrir la visita de Artur Mas. Sí lo hicieron los medios públicos catalanes, TV3, Catalunya Ràdio y la Agència Catalana de Notícies.

Llueve sobre mojado. El presidente catalán ha logrado escasas complicidades internacionales desde que, en 2012, abrazó la causa independentista. Por falta de dinero no será, porque los presupuestos de la Generalitat siguen dedicando partidas al alza a la política exterior, lo que incluye la apertura de nuevas «embajadas» –las de Viena y Roma son las más recientes– y la contratación de un lobby llamado Independent Diplomat –cuesta 720.000 euros–, cuya finalidad es recabar apoyos al proyecto soberanista catalán. Las malas lenguas cuentan que los artículos y las entrevistas de Mas que aparecen en la prensa internacional se realizan previo pago, algo que la Generalitat niega. Una cosecha, en definitiva, de la que no se obtienen frutos y cuya coartada legal, la ley catalana de acción exterior, acaba de ser suspendida cautelarmente por el Tribunal Constitucional tras el recurso presentado por el Gobierno español, que alega invasión de competencias y deslealtad institucional.

Consulta «de paja»
«The New York Times», el único diario internacional que destacó en su portada la votación secesionista del 9 de noviembre, utilizó la expresión «straw pull» o «encuesta de paja» para referirse, precisamente, a la falta de resultados efectivos de la misma. Tal como publicó ABC, un informe de la Oficina del Alto Comisionado para la Marca España afirma que apenas un 1,7% de las noticias publicadas sobre España en la prensa internacional hace referencia al proceso soberanista.

Tampoco se puede calificar de exitoso el envío de cartas a países extranjeros en las que el Gobierno catalán explica los motivos de su hoja de ruta hacia la separación de España. El tono en algunos casos suena a amenaza. La Secretaría de Asuntos Exteriores y de la Unión Europea del Ejecutivo autonómico envió recientemente una memorandum a los embajadores europeos en la que advertía de la necesidad de que los países europeos insten al presidente Mariano Rajoy a negociar con Cataluña «antes de que sea demasiado tarde».

Igualmente inútil fue la misiva que Mas envió hace un año para obtener apoyos. De los 28 destinatarios, solo Hungría y la Comisión Europea contestaron; Francia se negó a responder a un fax escrito en inglés. Torpeza diplomática.