Del Blog de Santiago González
El Rey emérito quiere volver a España, aunque no de cualquier manera, vale decir que él preferiría volver a la Zarzuela, el lugar del que partió para un viaje que nunca debió hacer a los países amigos del Pérsico. No lo dice como un reto, sino como un desiderátum, porque lo último que a estas horas desea es poner en mayores aprietos a Felipe VI. También le gustaría probablemente volver a casa por Navidad, esa época estival al decir del doctor Sánchez.
Baste calcular que su marcha, voluntaria, ha servido para que una parte del Gobierno lo califique de ‘huido’, ellos que nunca aplicarían tal calificativo al prófugo Puigdemont, que se fue en el maletero de un coche porque a él sí lo buscaba la Justicia, no como al emérito, a quién no perseguía nadie. Lo de volver en Navidad valdría para que el discurso de su hijo fuera eclipsado por su vuelta. Recuerde Don Juan Carlos lo de el juez Castro, que no aceptó ser candidato de Podemos, no para no hacer peña con tantos delincuentes como han poblado sus listas, sino porque tenía entre manos una tarea más lucida: sentar a la hermana del Rey en el banquillo la víspera, precisamente la víspera, de que Felipe VI hiciese su primer discurso de Nochebuena a los españoles. Y a las españolas, naturalmente. Los nacionalistas vascos aprovecharían la coyuntura en una variante de su lance navideño: en Nochebuena no se emite el mensaje del Rey para abrir el Teleberri de la Pascua con las posiciones de todos los partidos sobre la vuelta a España de Juan Carlos de Borbón. O sea, que no debió irse, pero deberá esperar una ocasión propicia para volver. Juan Carlos es solo un pretexto, el objetivo de esta tropa es el Rey, es Felipe VI.
Es el caso que el Rey emérito ha pagado a Hacienda 678.000 euros por impuestos no declarados para regularizar su posición. Hacerse un Monedero se llama la figura, aunque ahora nos han venido los fiscales con el recado de que la regularización no es suficiente para archivar una causa que está en diligencias preprocesales. Monedero supo escaquearse y pagar antes de que la Hacienda se le echara encima, pero Pablo Iglesias no volvió a incorporar a su amigo ‘Juanqui’ al número 2 del partido, si bien es verdad que después ha necesitado ese puesto para su novia, Irene Ceaucescu, a la que el amor le pone las alzas que no le proporciona su capacidad intelectual.
Es muy sorprendente que cuando Monedero fue un precursor de la regularización que acaba de hacer el padre del Rey, Pablo Iglesias lo calificó de ‘honesto’. Que tanto él como ese Perfectus Detritus que le hace de portavoz con dos condenas encima, se vuelven a presentar como garantes de la regeneración. Don Juan Carlos lleva muchos meses en este limbo jurídico en el que ni siquiera goza de cierta discreción. Sería preferible para él que lo hubieran imputado. Al menos tendría la asistencia de abogado.
¿Quiere difuminar Iglesias su situación procesal por lo de Dina y por la financiación del partido con la niebla sobre el padre del Rey? Con toda seguridad, pero es una lástima ver el final de un líder magnífico de la transición, que al final de su vida hizo suyo el mutis de Don Mendo en el astracán de Pedro Muñoz Seca: “Ved cómo muere un león/cansado de hacer el oso”