La enfermedad infantil

EDUARDO TEO URIARTE – 30/10/16

Eduardo Uriarte Romero
Eduardo Uriarte Romero

· Creíamos que, tras la diatriba de Fernando de los Ríos y Lenin en 1921, la autocrítica de Prieto en el exilio por los errores cometidos durante la República y la larga marcha hacia el centro político protagonizada por Felipe González, el izquierdismo, según Lenin enfermedad infantil del comunismo, iba a quedar restringida a la extrema izquierda. Sin embargo, tras la confesión pública de Javier Fernández asumiendo la podemización del PSOE, está justificado afirmar que el izquierdismo ha sido la razón, junto a la supervivencia en el cargo de Pedro Sánchez, de la liquidación de la política por el PSOE y que hayamos padecido la inexistencia de Gobierno en España durante casi un año.

Liquidación de la política ¿Porque qué otra cosa es plantear de forma tan principista, más propia  del Antiguo Régimen, exclusiva de concepciones totalitarias, contraria al diálogo y al entendimiento, que el “no es no”? No sirve la excusa de que nacionalistas y Podemos usan planteamientos de esta naturaleza porque, efectivamente, estas corrientes ideológicas están por la   ruptura democrática, bien por la secesión o claramente por un sistema alternativo.

Afortunadamente ha existido la capacidad de reacción en el PSOE, protagonista fundacional de nuestro sistema político, para que haya podido virar in extremis y hecho prevalecer la razón de la política sobre el atavismo cainita. Finalmente, una gestora responsable en el discurso está teniendo la dura tarea de enderezar la deriva en la que el veterano partido se veía sumido. Sin embargo, este salvarse en el último momento al sonido de la campana, y en tan repetidas ocasiones, puede ser que se acabe ante la clamorosa necesidad de un proyecto que ancle al PSOE en el sistema que él mismo constituyó. La deriva que le aleja de la política se repetirá ante el vacío de proyecto propio y se promocionará la hegemonía del populismo, sea izquierdista, nacionalista, o ambos a la vez. Basar todo el discurso en la desmesurada fobia al PP, además de ser el primer obstáculo para la elaboración de un proyecto político propio, constituye la gran plataforma demagógica de la que ha surgido el populismo.

Demasiadas veces, y en poco tiempo, ha tenido que corregir el socialismo español su rumbo. Primero, Zapatero enderezó el curso asumiendo la crisis económica, reformando la Constitución en su artículo 135 (con el apoyo del PP) y, finalmente, dimitiendo. En segunda ocasión, le costó importantes esfuerzos a Rubalcaba y Guerra convencer a su partido para facilitar la sucesión monárquica y no escaparse, todo el partido, a los sones del himno de Riego, y en esta última ocasión le ha costado casi un año superar el sabotaje al sistema que suponía el colapso gubernamental o, lo que era peor, el liderazgo de un gobierno antisistema con Podemos y los secesionistas. Una formulación que haría el regocijo de Pablo Iglesias, para finalmente rechazarla porque el auténtico objetivo de éste no es tanto hundir a la derecha como al PSOE.

No vale proclamar como excusa, como hace Hernando en el Congreso, que otras muchas veces el PSOE se ha tenido que echar atrás “y el tiempo le ha dado la razón”, porque esto sería reafirmar el comentario que Fraga hiciera hace muchos años: “los socialistas sólo aciertan cuando rectifican”. O el socialismo reflexiona profundamente sobre su papel en este sistema que fundó o la posibilidad, y la compresión popular, ante tanta rectificación se le va a agotar.

Tanto temor por parte de los socialistas al sorpasso por Podemos que no eran conscientes de que el sorpasso lo tenían ya dentro, que era el propio socialismo el que en su deriva izquierdista estaba menospreciando e inutilizando al partido, creyendo que el izquierdismo era su salvación. Fomentaban el sorpasso creando para consumo propio un discurso radical y populista, facilitándoselo a los antisistemas, saliéndose del marco constitucional, negando su propio mérito en la Transición y en la modernización de España, rechazando su esencia democrática desenterrando el hacha de guerra con la memoria histórica. El partido socialista no debía de temer a Podemos por lo del “sorpasso”, se bastaba a sí mismo para aplicárselo en su deriva en estos últimos años. De hecho, su mayor rémora para distanciarse de Podemos y no darle ventaja lo constituye el discurso rupturista que ha potenciado él mismo. De momento le ha valido la rectificación a última hora, en un futuro es posible que ya no pueda hacerlo.

Tenemos que felicitarnos todos por la vuelta del PSOE a la política, al sistema, aunque todavía mantenga titubeos escrupulosos respecto a la estabilidad política. Desgraciadamente se había tirado al monte negando la posibilidad de gobierno a la lista más votada, a corta distancia de la ilegitimidad que Podemos o los nacionalistas conceden a nuestra democracia, y volver de allí le va a costar mucho tiempo y, sobre todo, reflexión. Debemos felicitarnos, porque sigue siendo, siempre que se mantenga dentro del espacio constitucional, un partido necesario, referente de estabilidad, cuyo monopolio de estabilidad, por causa de sus disparates, había concedido precisamente a su odiado -más que a los romanos- PP. Promocionar el discurso del populismo y convertir al PP en el único referente de estabilidad política, es la profunda fosa de la que hoy tiene que salir el PSOE.

Que no tenga miedo a la oposición que pueda desempeñar Podemos, que no viva acomplejado ante él, que marque su distancia, porque si alguien va conformar a Podemos como la auténtica oposición al Gobierno va a ser el comportamiento del PSOE. Si éste busca la coincidencia con esta fuerza, si entiende sus propuestas, y no digamos si las justifica, si comparte con Podemos proposiciones parlamentarias, será Podemos la oposición. No porque entre en el espacio de la dialéctica parlamentaria Podemos, sino porque es el PSOE el que se sale de ella. Para ser oposición, cuya función clásica es la de control e impulso, hay que estar dentro del sistema, lo que permite pactar con el adversario, y no con el que quiere destruirlo todo. La acción del PSOE como oposición es mostrar que Podemos no lo es. Situación conocida, y papel ejercitado desde tiempo atrás en Euskadi, donde se ha padecido la presencia de HB, lo que no impedía llegar a acuerdos con el PNV y a pactar hasta con el odiado PP.

Va a ser una tarea constante y pedagógica la de un PSOE en las Cortes con un Podemos electoralmente tan cercano, lo que hace urgente la necesidad de un proyecto político que le distancie de las aventuras rupturistas, que, a la postre, lo único a lo que le conducen es a su profundo debilitamiento como opción política. En la mano del PSOE está salir de su agujero, centrándose en un proyecto político y apartándose del canto de sirena de su peor enemigo: Podemos.

Eduardo Uriarte Romero.