José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
- «Vamos a ver si se atreven a ‘gubernamentalizar’ el TC, el de Cuentas y el Poder Judicial; vamos a ver si Sánchez se convierte en el húngaro o en el polaco del sur de la Unión Europea»
“Sí, claro que tenemos estrategia”, afirma con determinación este sénior del PP, curtido en mil batallas, que se solaza en la terraza de una villa marinera cántabra. Viene de asistir al cónclave popular el sábado pasado en Santiago de Compostela —de camino a la Sierra de Gredos— que ha proclamado a Núñez Feijóo líder indiscutible del partido en Galicia y, de nuevo, candidato a seguir al frente de la Xunta. “Aquella tierra es nuestra Baviera y, al paso que llevamos, Madrid también, y Castilla y León, otro tanto. Sánchez, en esas comunidades, no tiene tractores electorales”, subraya con un énfasis casi eufórico.
“Y en Andalucía, si Moreno Bonilla se aviniera a convocar elecciones este invierno, allí se produciría un segundo 4-M madrileño: estaríamos al borde de la mayoría absoluta, con Ciudadanos marginal y Vox contenido”. ¿Una especulación? “No, en absoluto, las encuestas son consistentes, tanto por lo sensato de las políticas del Gobierno de la Junta como por el hecho de que Moncloa y Ferraz se han confundido con su nuevo líder allí”. Pero Espadas es un buen tipo. “Sí, claro que lo es. Ese es su problema, que Sánchez sitúa a candidatos esquinados y Juan, al que conozco bien, no lo es y, lo más importante, la política de Ferraz y Moncloa le gusta lo justo y eso se ha notado: de barrer a Susana Díaz, nada de nada. Allí, el PSOE está un 60-40 con el alcalde de Sevilla y eso no es arrastrar a la organización. Juanma tiene en Andalucía su gran oportunidad”.
Todos esos datos son más o menos sabidos. “No tanto. Vete sumando los censos electorales de esas regiones, una de ellas la de más superficie, otra, nacionalidad histórica, otra, la más rica, otra, la más poblada, más la de Murcia, en la que somos imbatibles; añade, además, el cálculo del PIB, que entre todas ellas es el 45% del total nacional, y observarás que ese potencial social, económico y político es decisivo frente a las políticas de Sánchez. Así que la primera estrategia del PP es mostrarle al presidente la mancha azul en España, que es la que se enseñó a los medios en Santiago de Compostela el sábado pasado y con Casado indiscutible. García Egea, además de lanzar huesos de aceituna en Cieza, tiene su punto. Desbarató la operación de acoso y derribo a López Miras, urdida por Bolaños, Cerdán y Arrimadas —seguramente a Ábalos se lo dieron cocinado de Moncloa—, y es un saco terrero en la defensa del liderazgo del palentino”.
Pues Ayuso parece una lideresa al estilo de Esperanza Aguirre. “¡No, hombre! Isabel ha llegado a su máximo nivel de competencia, ella lo sabe y lo entiende. Te sorprenderá, pero es más inteligente que Espe, que creyó que iba a poder con un Rajoy atornillado por los valencianos en 2008, que estuvo allí, con nosotros. Lo importante de nuestra reunión en Santiago no era la candidatura de Alberto. Lo que queríamos dejar claro era que Pablo Casado es la apuesta electoral próxima y que los presidentes autonómicos son unos costaleros leales ante un tipo como Sánchez, cuyos límites ni siquiera sospechamos”.
Vamos, que estáis unidos, pero eso no parece bastante para ganar en las urnas. “La unidad, que hemos conseguido, al final, después de tres años de liderazgo de Casado, es el presupuesto del que partimos para hacerle la palanca a Sánchez y al PSOE. Si él fue quien acuñó aquello del ‘no es no’, nosotros vamos a reinterpretarlo. Como él, pero a la inversa, con diferentes objetivos. No vamos a renovar el Consejo General del Poder Judicial; no vamos a renovar a los cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, y tampoco a los miembros del Tribunal de Cuentas. No vamos a negociar esos temas, ni otros autonómicos, sobre las bases actuales, con el Gobierno subordinado a los independentistas, a Bildu, ciscándose en las sentencias del TC, manteniendo una doble mesa con los separatistas catalanes, después de haber concedido los indultos contra el criterio del Supremo y de la Fiscalía. O un nuevo planteamiento de la negociación o no la habrá”.
A eso lo llaman obstruccionismo inconstitucional, “secuestro” por el PP del Poder Judicial, hasta el punto de que Podemos ya ha propuesto cambiar el régimen de las mayorías (*) y el CGPJ está congelado. “Vamos a ver si se atreven a ‘gubernamentalizar’ el TC, el de Cuentas y el Poder Judicial; vamos a ver si Sánchez se convierte en el húngaro o en el polaco del sur de la Unión Europea. No, no, la cuestión es que ni Sánchez, ni nadie del Gobierno ni nadie del PSOE tiene credibilidad para invocar la Constitución en nuestra contra. Los de la extrema izquierda, porque quieren un proceso constituyente, y los independentistas, porque pretenden un embate al Estado, así que fuerza moral, ninguna para reprocharnos nada”. Bueno, pero si no es por Vox, no tenéis opciones. “Cierto, pero sin ERC, sin Bildu, sin el PNV… Sánchez tampoco las tiene, así que, ¿el PSOE puede aliarse con la extrema izquierda, con los separatistas, con los albaceas de ETA y nosotros no podemos tener el apoyo de Vox? Esta doble vara de medir se ha acabado. Si Sánchez ha marcado esas reglas de juego, a ellas nos atenemos”.Tiene razón mi compañero Carlos Sánchez cuando escribió el domingo pasado que en España la política se ha envilecido. “No lo voy a negar, pero no por nosotros. Sánchez se apoyó en todos los grupos antisistema para echar a Rajoy en la moción de censura de junio de 2018. Entonces no había aparecido Vox, lo hizo en diciembre de ese año en Andalucía; y no lo incorporamos a la Junta sino a la mayoría parlamentaria. La cronología es fundamental para entender lo que ocurre en España. A Sánchez lo echa el PSOE en 2016 porque ya quería hacer lo que luego hizo en 2018 y repitió en 2019. Aquí, el cambiazo es el de este socialismo, y si la realidad cambia, cambiamos la estrategia: no somos el PP de Rajoy, ni el de Aznar, somos el PP obligado a la confrontación, no porque la hayamos deseado, sino porque Sánchez nos aboca a ella. Y si la quiere, la tendrá. Y el Estado no es suyo —no va a poder con los jueces y tribunales, ni con la sociedad que quiere domesticar— ni la Unión Europea le secunda. Ya has visto cómo respiran el holandés en el asunto de los fondos y la Comisión en el tema de la judicatura”.
Vacunación, fondos europeos, recuperación…son bazas del Gobierno, además, con nuevos bríos. “Despacio. Los fondos hay que repartirlos, implementarlos en Perte dignos de tal nombre, territorializar la distribución. O sea, mucha tarea por delante con unos socios complicados de gestionar, con tendencia a la contumacia como ERC, o a la gorronería como el PNV o al conflicto permanente como Podemos”. Las elecciones, es cierto, nunca las gana la oposición, sino que las pierde el Gobierno. “Aquí y en todos los sitios, pero si le hacemos ver que abandone toda esperanza, Sánchez se seguirá radicalizando y la gente no entiende ni el lenguaje inclusivo, ni la autodeterminación sexual, ni los formularios de consentimientos previos a un encuentro sexual, ni una Fiscalía especial para investigar los crímenes del franquismo después de la amnistía de 1977, así que lo mejor que nos puede pasar es que en su 40º Congreso el PSOE se haga identitario, ecologista y feminista. Es la manera en que las socialdemocracias se han ido al carajo. Así, nosotros seremos el partido de todos los ciudadanos. Ya se vio en Madrid. Y el 4-M fue el Waterloo de Sánchez, por eso se ha enmendado a sí mismo echando a medio Gobierno y a Redondo; y no está Iglesias. Se ha ido dejando todo en el camino; no es un tipo listo en absoluto, tiene instinto, pero es gélido”.
“¿He sido claro?”. Le respondo: “Sí, pero si dieses la cara en una entrevista en El Confidencial, lo serías más”. Calla unos segundos: “No lo descartes”. Ayer, mi interlocutor estuvo en el Parador Nacional de Gredos, sentado cerca de Casado, en la junta directiva nacional del PP, reunida para conmemorar el tercer aniversario de su elección como presidente de la organización.
(*) Las leyes orgánicas del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional y del Tribunal de Cuentas establecen que sus miembros se eligen por tres quintos de los miembros del Congreso y del Senado, es decir, por 210 votos (de 350) y 159 (de 265), respectivamente.