Félix Madero, ABC, 30/4/12
Dejen de inventar planes para el fin de ETA si antes no hay arrepentimiento
PROBABLEMENTE el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, viva estos días su peor pesadilla. Alguna culpa tiene el interesado. En política rara vez la culpa es del otro. Y seguramente que, como ayer escribía Juan Carlos Girauta, merezca alguna comprensión, aunque no tanta como mi respetado compañero demanda. No me creo que el llamado Plan Integral de Reinserción de los Terroristas se haya concebido sin que el presidente Rajoy lo sepa. Eso lo contaba ayer un periódico de Madrid en una información incompleta e inverosímil. Pensar que el de Interior es un verso libre es una barbaridad y más aún en el caso de alguien que desde que fue secretario de Estado de Administraciones Públicas ha demostrado verdadera fidelidad a Rajoy. Pero no es la fidelidad la que está en juego, es el acierto de una decisión que desde el principio lleva la impronta de un disparate.
Peor no se pueden comunicar las cosas. Ya no son tiempos en los que la agencia EFE deba dar una exclusiva así, tan gubernamental, tan inducida. Comunicar de forma tan infantil es sólo el comienzo de un gran error. Ni la agencia oficial ni la radio del Estado sirven ya para eso, y flaco favor les hacen cuando podrían sacar músculo fuera del universo oficial. No entender esto es caminar descalzo por un zarzal. Una vez Fraga me contó que el sólo se creía los Gobiernos que hacían Carrero Blanco y Arias Navarro cuando los escuchaba en Radio Nacional. Eso era antes, ahora un plan como el que ha pensado el ministro merece una presentación más inteligente y colegiada, y desde luego exige que cuando se da a conocer el padre de la criatura no esté fuera de España. En el PP ha habido silencio, ni siquiera división de opiniones. En la oposición asentimiento: bienvenido a lo razonable y posible. Primero Rubalcaba, luego Patxi López.
Yo no niego que haya base legal para que el plan tome forma, pero digo que esa forma no es la que ha moldeado el PP durante sus años de oposición. Ya, ya sabemos que Rajoy y Basagoiti son una cosa y Mayor Oreja otra, y precisamente por eso hace falta un juego más delicado. El Plan de Fernández Díaz tiene en sus tripas la fórmula que, por distintas razones, resucita a Mayor Oreja y a Zapatero. Posiblemente no se pueda hacer peor en este momento. Hacer mucho y hablar poco, esa era y es la cuestión, ¿no? Radiar el partido cuando en el césped hay terroristas, sus conciencias, sus contradicciones, sus firmezas y locuras es un disparate que solo se le ocurre a alguien que mezcla con presteza la bondad con la torpeza. O sea, la estupidez bien nombrada. Y por favor: dejen de inventar planes si antes no hay arrepentimiento. Es el único derecho al que las víctimas razonablemente jamás renunciarán. El ministro debe saber que la complacencia del Gobierno con ETA la entienden los violentos como debilidad. Parece un sarcasmo que aún no lo hayamos aprendido.
Félix Madero, ABC, 30/4/12