Amando de Miguel, LIBERTAD DIGITAL, 1/11/11
Son innúmeros los eufemismos que han impuesto los terroristas vascos y que han sido aceptados de modo general. Cito solo algunos ejemplos: “lucha armada” (= terrorismo), “autodeterminación” (= secesión).
Nada más comentado en todos los medios que las andanzas, vicisitudes y politiquerías de la ETA, es decir la banda de los terroristas vascos. A mí me toca comentar la cuestión léxica, en la que los terroristas vascos han sido particularmente exitosos. Para empezar, muy pocos políticos y comentaristas dicen «la ETA», sino «ETA» sin más, sin artículo. Como es sabido en el vascuence, no hay propiamente artículos. La locución «terroristas vascos» apenas se menciona. En su lugar se emplea «etarras». El término fue acuñado irónicamente por el periodista Ramón Pi y se ha hecho muy común, aunque el sufijo «arra» quiera decir «natural de».
Son innúmeros los eufemismos que han impuesto los terroristas vascos y que han sido aceptados de modo general. Cito solo algunos ejemplos: «lucha armada» (= terrorismo), «autodeterminación» (= secesión), «paz» (= rendición del Gobierno y de casi todas las fuerzas políticas ante la presión de los terroristas vascos), «violencia de los dos lados» (= terrorismo por un lado y aplicación de las leyes por otro), «presos políticos» (=presos de los terroristas vascos), «alto al fuego» (= minoración de la violencia unilateral), «comunicado» (= hojita de propaganda), «el final de ETA» (dicho por los terroristas vascos, pero sin descubrirse, entregarse o disolverse). Muchos de esos y otros eufemismos adoptan la terminología militar, puesto que la ETA pasa por ser una «organización» y aspira a un reconocimiento internacional. En parte lo ha conseguido. Se puede discutir si el último «comunicado» de los terroristas vascos supone su derrota o su victoria, pero nadie duda de que, en términos léxicos, su triunfo es indiscutible. Recibo muchos correos sobre el asunto de los terroristas vascos. Solo me cabe recoger algunos de los que se relacionan más con la cuestión del lenguaje.
José María Navia-Osorio señala que «ETA siempre hace algo cuando se acercan las elecciones intentando favorecer la reacción visceral de los votantes en beneficio del PSOE». Ante el famoso «comunicado», el de Oviedo arguye que «si no van a volver a asesinar ¿por qué siguen armados?». En efecto, dicen que no van a volver a asesinar, pero imponen unas «condiciones de imposible cumplimiento». Es decir, todo es una logomaquia. Como lo es el «acercamiento de presos». Todo el mundo sabe que, si los presos se acercan a Vitoria o a Martutene, será facilísimo el tercer grado o la simple excarcelación por estar enfermos, por tener que cuidar a sus madres, etc.
Agustín Fuentes (el más locuaz de los libertarios) observa alguna otra contradicción en el dichoso «comunicado». Cómo es posible, dice, que se declare «el fin de la violencia» y a renglón seguido pongan condiciones para «resolver el conflicto armado». Incluso hablan de «conflicto secular», por lo que ni siquiera empezó la cosa con el franquismo. Añado la sospecha de que se refieran a las guerras carlistas. Don Agustín opina igualmente que «los sociatas vuelven a ser ayudados por los terroristas en una campaña electoral». Respecto al tópico de que «no se han hecho concesiones a ETA», el de Valencia redarguye que es verdad, pero que las concesiones se las van a hacer a BIldu y a sus sucesores. He aquí otro éxito del lenguaje. Los terroristas se presentan con varias caras según la ocasión. Ya no son la ETA, pero sí Bildu, Sortu y no sé qué más. Todo ello comprende «el mundo de ETA», una locución que emplean todos (o también «el entorno de ETA») que gusta a todos. Concluye don Agustín con un enunciado que suscribo: los terroristas vascos no van a volver a matar porque «ya les han dado lo que querían». Añado que siempre querrán más. Su objetivo final es un régimen totalitario en Euskalerría, un hipotético país que jamás existió, como tantos otros lugares de la literatura utópica. Llegado ese momento, disolverían todos los demás partidos. A un plazo más corto y realista les bastará con absorber al PNV y desmantelar el PSOE en las Vascongadas. Que conste que lo de «las Vascongadas» es ahora una nueva terminología de los terroristas vascos y sus secuaces. La razón es que Euskalerría consta de siete provincias: las tres vascongadas, otras tres francesas y Nafarroa.
Tendría que poner el colofón de un soneto de Salvador Freixedo, titulado «Soliloquio de un etarra». No tengo ya espacio, pero no me resisto a dejar de transcribir el primer cuarteto: «Ya llevamos cincuenta años matando./ Haber asesinado a novecientos/ nos ha costado muchos sufrimientos,/ pero muy bien nos está resultando/.
Amando de Miguel, LIBERTAD DIGITAL, 1/11/11