La Europa llorona

HERMANN TERTSCH, ABC – 12/05/15

Hermann Tertsch
Hermann Tertsch

· Los europeos lloran porque les va mal y lloran porque llegan otros a los que les encantaría sufrir como ellos. Y tienen tanto miedo como mala conciencia.

Estaba claro desde que comenzó el tiempo primaveral y mejoraron las condiciones de navegación que la Unión Europea no iba a poder estar mucho tiempo limitándose a sacar inmigrantes vivos o muertos del Mediterráneo. Que toda una constelación de factores, desde miserias pasajeras en unos países de Asia, el yihadismo por todas partes, guerras en Siria o Nigeria o paradójicamente el aumento del nivel de vida –e información– en algunos países africanos, iba a convertir Libia en una bomba contra nuestra seguridad. Aquella Libia en la que se entró con razón en su día, por mucho que ahora algunos pretendan que podíamos haber asistido a una carnicería en masa y después haber dejado allí a Gadafi de nuevo, como payaso simpático y ligón poniendo orden. Lo cierto es que los europeos intervinieron poco e intervinieron mal y los norteamericanos, cada vez más europeos en el peor sentido gracias a Barack Obama, lo hicieron aún peor.

Y así las playas libias se han convertido en un puerto de marabunta. Dicho con todos los respetos a una marabunta compuesta por seres humanos con sus mil razones dignas en un movimiento migratorio de dimensiones bíblicas. Fomentado por el acceso general de información, es resultado de que sociedades enteras parecen ver llegado el momento de cambiar de aires. Convencerles de que se queden donde están va a ser complicado.

Todos los que no querían saber nada de intervenir militarmente en ningún sitio, y que creían estar en una posición política inexpugnable dadas las experiencias habidas en la pasada década, han tenido que tragarse sus objeciones rápidamente. Por válidas que fueran, que lo son en muchos casos. Pero lo que no pueden aguantar ni a corto plazo los europeos es que se les ahogue la gente frente a las tumbonas y los chiringuitos en el Mare Nostrum. A los europeos. Un espanto eso de ver que quieren entrar a toda costa, jugándose la vida y perdiéndola en la playa, en esta sociedad en la que los europeos lloran seis veces al día por lo mal que les va y lo terrible que es todo. Lo insoportable que es todo.

Lo insufrible, según dicen. Como la dictadura, dicen unos en España. Los que aseguran que el Gobierno los mata en los hospitales. Como invadidos por el nazismo, se quejan otros en Grecia, que dicen morir de hambre, algunos con pensiones envidiadas por alemanes. Los inmigrantes que logran llegar estallan en aplausos y bailes de alegría sin saber lo insatisfechos que están tantos aquí dentro. Y lo mucho que hacen todos los días tantos de los afortunados habitantes de esta casa flotante europea por hundirla. Para convertirla en algo parecido a aquellos países de los que quieren huir despavoridos y desesperados, o simplemente aburridos y con ambiciones de prosperar muchos millones de todo el mundo.

Los europeos lloran porque les va mal y lloran porque llegan otros a los que les encantaría sufrir como ellos. Y tienen tanto miedo como mala conciencia. Pero, sobre todo, lo que sufren los europeos es de una aguda impotencia. Ahora ha ido la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a llorar porque solos no podemos hacer nada. «Asumimos responsabilidades y trabajamos duro y rápido, pero no podemos hacerlo solos», dice la representante de 28 de los países más ricos del mundo. Como lloramos tanto y pensamos que nos han de proteger otros (los yanquis) a los que después insultamos, no tenemos presupuestos de Defensa y no tenemos defensa. Estamos indefensos. Inermes. Ya saben lo que recomiendan para estos casos. ¿Armarse? No, por Dios. Llorar.

HERMANN TERTSCH, ABC – 12/05/15